Libros de ayer y hoy
Ladremos, pues.
La osadía del jefe de gobierno capitalino de ofrecer pito, silbato, a las mujeres que presenten credencial y certificado de sexo femenino, para alejar a sus perturbadores, nos remite de nuevo a la novela de José Rubén Romero.
Es inicuo, como puntualizó en TV el autollamado payaso tenebroso “Brozo”, de que las damas puedan mantener su pito en la boca, el silbato, durante sus viajes en el metropolitano para protegerse del acoso sexual.
Es menos obsceno. Pero instructivo. Lo acabamos de leer en la página 89 de “La vida inútil de Pito Pérez”, novela donde surge el famoso pito, hoy tan en boga:
“Una pregunta indiscreta Pito Pérez: ¿es cierto que conoce usted muchas cárceles?
“Sí, es verdad, conozco algunas y no me avergüenza confesarlo. He ido a parar a ellas, por borracho y travieso. Pero a nadie he matado, ni he cometido crímenes de esos que honran a los ricos y hunden a los pobres en largos años de condena.
“Porque un rico mata y se esconde, mientras su dinero quebranta leyes y suaviza voluntades. Un rico hace un fraude y acumula tales pruebas de descargo, que al final de cuentas, él es quien resulta defraudado y calumniado”.
Después de la filosofía de don Jesús Pérez que va glorioso con su miseria. Altivo con su pito, y sus harapos, como el pueblo de México.
Dedicamos la anterior reflexión, a nuestra justicia, que aplica, la Corte, los tribunales. Y por supuesto los jueces con su “Debido Proceso”, que deja en libertad a sentenciados.
Esta es:
Cuando Dios creó al perro le dijo:
«Siéntate todo el día junto a la puerta de tu casa y ladra a cualquiera que entre por delante. Por esto te daré una vida útil de veinte años». El perro respondió: «Eso es demasiado tiempo para ladrar ¿Qué te parece tan sólo diez años y te devuelvo los otros diez?»
Y Dios dijo que le parecía bien.
Cuando Dios creó al mono, le dijo: «Entretén a la gente, haz trucos, y hazles reír. Por esto, te daré una vida útil de veinte años.»
El mono dijo: «Monerías durante veinte años es mucho tiempo ¿Y si te devuelvo diez años como hizo el perro?»
Y Dios dijo de nuevo que le parecía bien.
Cuando Dios creó a la vaca le dijo: «Debes estar en el campo con el agricultor durante todo el día, trabajar bajo el sol, tener terneros y dar leche para apoyar a la familia del agricultor. Por esto te daré una vida útil de sesenta años».
La vaca dijo: «Es una vida muy dura para vivirla durante sesenta años ¿Qué hay de veinte años y te devuelvo los otros cuarenta?»
Una vez más Dios pensó que la solución era buena.
Cuando Dios creó al hombre, dijo: «Come, duerme, juega y disfruta de la vida. Por esto, te daré veinte años.»
Pero el hombre dijo: «¿Sólo veinte años?
Podrías darme mis 20 años. Más los 40 que la vaca te devolvió. Los diez del mono, y los diez que el perro te regresó.
Son ochenta en total ¿Estás de acuerdo?»
Dios lo estuvo…
Y está es la razón por la que durante nuestros primeros veinte años comemos, dormimos, jugamos y disfrutamos de nosotros mismos. En tanto los siguientes cuarenta años, debemos trabajar y mantener a nuestra familia, como la vaca.
Mientras los otros diez años tenemos que hacer monerías para entretener a los nietos. Igual que el chango. Y finalmente en los últimos diez años, nos sentamos en el porche de casa para ladrar a todo el mundo. Incluso a los que sin saber por qué, votan.