Abanico
¿La Santa Alianza?
Apenas terminada la primera fase de la calificación de los comicios del pasado 5 de junio, consistente en el cómputo de los votos y la entrega de las constancias de mayoría a los candidatos que obtuvieron el mayor número de sufragios en las urnas, en el escenario poselectoral aparecen elementos de diagnóstico que aducen ser los factores responsables de las derrotas priistas y en su caso triunfos aliancistas PAN-PRD.
El hartazgo de la corrupción de los cacicazgos priistas, la injerencia de grupos delictivos en los procesos políticos, las traiciones internas y la de los ministros de culto entre sus fieles y en sus parroquias, promoviendo un voto de castigo a los candidatos del PRI por la iniciativa del Presidente Peña Nieto para reconocer jurídicamente los matrimonios de parejas del mismo sexo, son algunos de los factores que se encuentran en el escenario.
Evidentemente, aparecen poco o nada elementos de autocrítica, como son los errores de operación político-electoral, decisiones y estrategias equivocadas, relacionadas con la selección de candidatos e intervenciones externas de grupos e intereses regionales, y sobre todo, del uso de recursos públicos y de “dinero negro”, que todo mundo sabe de su existencia en los municipios y entidades de la República, seguimos siendo un país de la simulación y de valedores, como diría el maestro Tomás Mojarro.
Uno de los elementos nuevos que aparece en los primeros ejercicios e hipótesis de los factores que definieron los resultados electorales, son la intervención o supuesta intervención de los miembros del clero de diversos cultos del país para pedir a sus feligreses que no votaran por el PRI, como inconformidad y castigo por la iniciativa presidencial de legislar por el reconocimiento de los matrimonios entre personas del mismo sexo.
La Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público señala en su Artículo 14: “Tampoco podrán los ministros de culto asociarse con fines políticos ni realizar proselitismo a favor o en contra de candidato, partido o asociación política alguna”.
La fracción IV del Artículo 8 de la misma ley establece que “Toda asociación religiosa debe propiciar y asegurar el respeto integral de los derechos humanos de las personas”.
Como se ve, la legislación es muy clara y podría ser la base de sustentación jurídica de la dirigencia del PRI para pedir al Tribunal Federal la anulación de los procesos electorales en donde su partido pueda comprobar la participación de curas y obispos en la campaña de proselitismo en contra de las candidaturas priistas.
No obstante, bastaría recoger la declaración pública hecha por el vocero de la Arquidiócesis de México, Hugo Valdemar, quien en una expresión muy similar a la del dirigente panista Ricardo Anaya, aseguró que los priistas fueron castigados por los ciudadanos en desacuerdo por la iniciativa presidencial de reconocimiento de los matrimonios gays en todo el territorio mexicano, la cual afecta los valores fundamentales de la familia mexicana.
A lo largo de las horas y días en que este elemento perturbador fue enquistándose en la opinión pública, han surgido diversas opiniones y tesis de los verdaderos fines que persigue sembrarse como uno de los factores centrales de la derrota priista en las elecciones de los 13 estados: la Arquidiócesis “aprovechó” la derrota del PRI para presionar a sus dirigentes y legisladores del Congreso de la Unión para frenar la iniciativa de EPN y dar al traste con las pretensiones de obligar a todas las entidades federativas a reconocer los matrimonios de homosexuales y menos ahora en donde el panismo gobernará a unos 50 millones de mexicanos, y dos, reventar las posibilidades de una alianza PAN-PRD para el 2018, que sacaría seguramente al PRI de Los Pinos, pues un asunto central doctrinario como son “el respeto integral de los derechos humanos de las personas”, llámese homosexuales, lesbianas y grupos diversos, es un tema de disenso y de confrontación ideológica, entre los grupos y las bases sociales de ambos partidos.
La virtual candidata presidencial panista Margarita Zavala de Calderón ya sintió el primer choque de lo que representa opinar públicamente un tema doctrinario como el reconocimiento de los matrimonios entre parejas del mismo sexo en todo el país. Ante los micrófonos de radio con Joaquín López Dóriga, la señora de Calderón dijo que el rechazo de la iniciativa de EPN era uno factores de las derrotas electorales priistas en 13 estados, pero no creía que hubiera sido el principal. Reconocerlo hubiera sido un error pues como una panista de cepa tiene claro que los temas doctrinarios han sido siempre un factor deficitario para las aspiraciones de triunfo de su partido.
Sin duda, este tema y otros de carácter doctrinario son elementos que gravitarán en las próximas campañas presidenciales, a pesar de que los propagandistas y mercadólogos de los partidos políticos ensimismados en su pragmatismo monetario, insistan en desconocerlos y pongan en riesgo a su clientela. [email protected]