El concierto del músico/Rodrigo Aridjis
Los problemas surgidos luego de la ley educativa que impugnan los maestros en varias entidades del país, ha originado ya muertes, heridos, rapiña y el desconocimiento de autoridades de la Secretaría de Educación Pública, cuyo titular Aurelio Nuño, se empeña en su negativa al dialogo.
Esto, los plantones, las marchas, las agresiones, provoca ya en el estudiantado de escuelas superiores, entre ellas nuestra Máxima Casa de Estudios, que resurja el fantasma del 68 –que no se olvida– al traer al presente aquél aquelarre de Tlatelolco, en donde murieron muchos–¿cuántos?– estudiantes. De cuya muerte se responsabilizó al Presidente Gustavo Díaz Ordaz y al Ejército.
Hoy se culpa a la policía federal de ser responsables de los homicidios de Oaxaca y de la confusión desatada en varios puntos de la entidad que gobierna Gabino Cué.
Por fortuna el Ejército Mexicano no ha sido utilizado para frenar los disturbios de Oaxaca, Chiapas, Guerrero y otras entidades, en donde maestros enfrentan a las fuerzas policiacas. O viceversa. A éstas se les acusa de los crímenes de los ocho maestros –o ciudadanos, como explica el gobierno– a través de los medios de comunicación.
Por supuesto que no queremos en México otro estremecimiento como el de 68. Los jóvenes funcionarios, el de Los Pinos, y el de la SEP, deben arrimarse a los maestros. Dialogar con ellos. Sostener pláticas de avenencia y comprensión. Vaya, traer, como autoridades supremas, la tranquilidad al país, hoy tan convulsionado, por muchas razones que todos, pero los periódicos, la tv y el radio callan, sabemos.
Ante la efervescencia del alumnado en defensa del profesorado y al advertirse en la Universidad Nacional Autónoma de México, su rector Enrique Graue no quiere correr riesgo alguno y advierte a las autoridades:
“El sostener posiciones irreductibles nos puede conducir a una escalada de violencia que nadie desea y que es contraria a los intereses de México y de los mexicanos”.
Por ello, después de reprobar los hechos violentos en Oaxaca, dijo que es el momento de que “el país avance hacia un nuevo clima de concordia”.
En este ambiente enrarecido hay voces que llaman a que la Universidad se polarice y tome partido. No será así, sentenció.
“La UNAM reprueba enérgicamente el uso de la violencia, en cualquiera de sus expresiones, como un medio para dirimir conflictos o expresar inconformidades”.
Y demandó Graue que se esclarezcan los hechos, se deslinden responsabilidades y se actúe en consecuencia.
No olvidamos, los que vivimos el sesenta y ocho, al otrora rector don Javier Barros Sierra. Enfrentó al gobierno con valentía y dignidad. Y consiguió al frente de millones de estudiantes, regresar la tranquilidad a México.
Como hoy lo queremos todos