Itinerario político/Ricardo Alemán
El regreso del capo
A Sara Cristina Cosío Vidaurri Martínez nadie la secuestró. Ella estaba enamorada. El día que los policías la “rescataron” vieron en sus pupilas ese brillo tan particular que sólo tienen las mujeres cuando están al lado del hombre que aman.
En México, la jovencita veinteañera era buscada por todas partes, su poderoso tío, Guillermo Cosío Vidaurri, quien en 1985 era secretario general de Gobierno del Distrito Federal y que, años más tarde fue gobernador de Jalisco, había movido todas tus influencias para que la chica fuera encontrada.
El seguimiento del caso, casi canino, de la policía mexicana, hizo que sugiera una pista de su paradero y no precisamente en nuestro país, sino en las cálidas tierras de Costa Rica.
Exactamente el 4 jueves de abril del año mencionado, agentes de la policía costarricense montaron un fuerte operativo para allanar la Quinta San Rafael de Ojo de Agua, en donde se encontraba la bella muchacha jalisciense y sus captores.
Más que encontrar a una mujer llorosa que agradeciera ser liberada, los policías descubrieron a una joven segura de sí misma, que negaba repetidamente que hubiera estado en cautiverio. Sus palabras sólo demostraban sus sentimientos: “a mí no me secuestro nadie, yo estoy aquí por mi voluntad, porque estoy enamorada”.
¿Por qué la chica estaba más contenta con los supuestos delincuentes que con quienes la “rescataron”? ¿Quiénes eran los integrantes de esa banda de secuestradores?
De manera rápida, la policía de Costa Rica envío las fotos y las huellas dactilares de los detenidos. Las autoridades mexicanas recibieron la información y para ratificar la sorpresa que tenían en esos momentos, pidieron la colaboración de la Drug Enforcement Administration, la DEA, agencia antinarcóticos de Estados Unidos, para checar que los datos fueran exactos.
Los ticos habían propinado un golpe doble. No sólo habían logrado el “rescate” de la famosa y acaudalada dama, sino que, de pasadita, habían logrado aprehender a quien en ese momento era el capo de capos de México: Rafael Caro Quintero.
Sarita, como era conocida por quienes la quieren, y Rafael, se habían conocido en fiestas de la sociedad jalisciense. En público se habían frecuentado. Ese romance era para muchos un tema sabido.
Caro Quintero le había demostrado de manera material su cariño a la joven con autos y joyas. Le había demostrado cuanto la quería y un día Sarita ya no apareció por ningún lado hasta que la policía tica la encontró en una finca en los alrededores de San José, capital de Costa Rica.
En aquellos tiempos, Rafael Caro Quintero, era el capo más buscado no sólo en México, sino en Estados Unidos. Había fundado junto con Miguel Ángel Félix Gallardo y Ernesto Fonseca “Don Neto”, el cartel de Guadalajara, el más poderoso en su tiempo en nuestro país.
Su poder estaba basado en el tráfico de mariguana hacia la Unión Americana. Los capos constituían el grupo que mayores volúmenes del estupefaciente introducían a suelo estadounidense. En noviembre de 1984, el gobierno de Miguel de la Madrid Hurtado, dio un fuerte golpe a su poderío, al incautar en Chihuahua, el rancho “El Búfalo”, en donde fueron decomisadas y destruidas 8 mil toneladas de mariguana, el mayor volumen de la droga que se haya detectado.
Dicha acción provocó la reacción inmediata del cartel y como reacción secuestraron en Jalisco al agente encubierto de la DEA, Enrique “Kiki” Camarena Salazar y a su piloto, Alfredo Zavala Avelar, quienes posteriormente fueron asesinados. Su muerte causó el enojo del gobierno estadounidense y desató una cacería en contra de los líderes del grupo criminal.
Regreso con gloria
Después de que Caro Quintero fue detenido y en 1989 sentenciado a 40 años de prisión en México y que sus cómplices se encontraran también tras las rejas, todo hacía pensar que el cartel de Jalisco ya no existiría nunca más.
Sin embargo, el resquicio de la libertad se abrió el 9 de agosto de 2013, cuando de manera por demás extraña el Primer Tribunal Colegiado en Materia Penal del Tercer Circuito en Jalisco, le concedió un amparo a Caro Quintero por considerar que el caso de la muerte de Camarena Salazar debió de ser juzgado en el orden local y no en el fuero federal, como sucedió.
Salazar no era un agente diplomático ni consular, era un agente encubierto, por lo que su juicio lo debió haber realizado un juzgado de orden local, o sea un error de párvulos en el sistema judicial, y como se sabe, a pesar de que la Suprema Corte de Justicia de la Nación desechó el laudo del tribunal que lo liberó y que el gobierno de Estados Unidos lo quiere encarcelar y existe una orden de reaprehensión en su contra, Caro Quintero ya está de regreso.
Jorge González, fiscal de Chihuahua, recientemente afirmó que Caro Quintero estaría disputando la plaza a lo que queda del cartel de los hermanos Beltrán Leyva y al cartel de Sinaloa. Con la casi desaparición del cartel de Juárez, de Amado Carrillo Fuentes, Chihuahua, se volvió un pastel muy apetecido por el resto de las bandas.
A los 64 años de edad, Caro Quintero podía convertirse en un caso único de un dirigente del narco que volvería a su antigua actividad después de purgar una condena. El otro podría ser Héctor Luis “El Güero” Palma, regresado por las autoridades estadounidenses a las mexicanas después de purgar una condena en la Unión Americana. Está preso acusado de un doble homicidio de policías de Jalisco.
Los vacíos de poder y la corrupción siguen haciendo mella en el sistema de justicia mexicano. Si bien el homicidio de Camarena Salazar y del piloto Alfredo Zavala Avelar sí son delitos del orden común, y debieron llevarse en tribunales de ese fuero, los delitos contra la salud y portación de armas exclusivas del Ejército son del fuero federal, lo que debió invalidar la petición de amparo de la defensa de Caro. Realidad que pasó por alto el juez que lo liberó.
Ya sea por una mala integración de los expedientes o por una franca corruptela de los jueces, muchos procesos en contra de delincuentes de alto impacto se siguen perdiendo en los tribunales. Es la negativa realidad de nuestro país. Como sea, de acuerdo a las propias autoridades chihuahuenses, Caro Quintero ya está de vuelta.