Escenario político
Los feminicidios en el transporte público aumentan y adquieren proporciones de brutalidad extrema
La llamada ciudad de la esperanza en la administración de Marcelo Ebrard, y ahora la ciudad rosada de Miguel Ángel Mancera es, con todo y silbato en el Metro, un calvario para las mujeres.
Ultrajadas, manoseadas y violentadas en su persona, millones de mujeres se deben de aventurar en transportes públicos y colectivos para desplazarse a sus lugares de trabajo o bien para llevar y recoger de sus hijos de las escuelas. Algunos son trayectos de más de dos horas en vagones del Metro totalmente colmados, o bien largos desplazamientos en microbuses o unidades del Metrobus, también saturados.
Cierto es que ante la incivilidad de algunos varones, que las acosan de diversas maneras, se ha optado por poner espacios confinados para ellas, pero ni así se salvan de las miradas lascivas y tocamientos.
Un dato que abona a lo dicho es que en el Sistema de Transporte Colectivo Metro se incrementaron 13 por ciento los delitos, pese a los programas de seguridad implementados por el Gobierno de la Ciudad de México, al registrarse mil 307 ilícitos denunciados, mientras que en el mismo periodo de 2015, sumaron mil 132 casos.
Sin embargo, las atrocidades de hombres contra mujeres en ésta megalópolis no paran en eso. Bastaría mencionar a las mujeres golpeadas y violadas en transportes foráneos en la salida a Querétaro. Pero no, los feminicidios aumentan y adquieren proporciones de brutalidad extrema, y no es raro en los diarios especializados en nota roja ver fotos de mujeres muertas con extrema violencia.
Me referiré a dos casos de jóvenes extranjeras, colombianas ambas, que vinieron a la Ciudad de México a realizar sus sueños y que terminaron salvajemente asesinadas.
Uno es el caso del multihomicidio en la colonia Narvarte de la delegación Benito Juárez, que a un año de haberse perpetrado no ha sido esclarecido y son más las preguntas sin resolver por parte de la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México (PGJCDMX). El lector recordará que en aquel entonces fueron ultimados Mile Martín, Yesenia Quiroz, Alejandra Negrete, la activista Nadia Vera, y el fotoperiodista Rubén Espinosa. En situaciones aún no aclaradas.
Hasta ahora, y como en un principio, la PGJCDMX apunta a que las investigaciones apuntaban a un posible robo de un vehículo y de una maleta con droga, aunque en el expediente de la investigación no existe una relación de lo que presuntamente fue sustraído del departamento. De hecho, en el departamento se dejaron computadoras, aparatos electrodomésticos, y otras cosas de valor. Según trascendió, los tres sujetos sólo se llevaron una alcancía con seis mil pesos.
Los abogados y familiares de las víctimas consideran improbable un multihomicidio con tal violencia y saña sólo para robar una pequeña cantidad de dinero y droga: “Creemos que unos ladrones que tuvieron tiempo de asesinar a cinco personas, también habrían tenido tiempo suficiente para saquear el departamento y no llevarse solo un ‘cochinito’ con 5 mil pesos”, planteó en entrevista con Animal Político, Patricia Espinosa, hermana del fotoperiodista Rubén Espinosa.
David Peña, abogado de Nadia, Yesenia y Mile, asegura por su parte que la versión de la Fiscalía es “inverosímil”. Y enfatiza: “la Procuraduría mantiene su hipótesis de que tres sujetos llegaron un buen día a un departamento en la colonia Narvarte, entraron, dispararon y se fueron. Así, sin más. Sin ninguna motivación, móvil ni nada. Y que además, que estas personas no se escondieron después del homicidio. Simplemente, asesinaron y se fueron a sus casas”.
En lo particular me llama la atención la saña con la que los delincuentes atacaron a la joven colombiana. El abogado expone que quedan “otros vacíos” por investigar. Uno de ellos es por qué Mile Martín, la ciudadana colombiana, “salió abruptamente” del departamento donde vivía, en la calle Adolfo Prieto. No se investigó por qué puso una denuncia por despojo cuando la sacaron de ese departamento, motivo por el cual se fue a vivir provisionalmente con Yesenia Quiroz al departamento de la Narvarte, donde fue asesinada”. En realidad, sobre éste caso y a un año de perpetrarse quedan muchas dudas y vacíos, pese haber tres consignados. Lo cierto es que mataron a tres mujeres luego de torturarlas, a una de ellas brutalmente.
El otro caso y más reciente es el de la extraña muerte de la modelo colombiana Stephanie Magón, que a cinco días de acaecido lo cubre un halo de misterio. Su cadáver desnudo fue hallado la madrugada del sábado pasado a mitad de la calle Miami, en la colonia Nápoles, también delegación Benito Juárez, frente al edificio donde rentaba un cuarto.
La autopsia revela: “múltiples fracturas en mandíbula, desprendimiento de dientes, golpes contundentes mortales, costillas rotas; venía muy golpeada. Son golpes proferidos, o sea, intencionadamente; la mataron a golpes”. Es decir que antes de ser lanzada al vacío su criminal o asesinos la pulverizaron a puño limpio o con objetos contundentes. No basta con quitarles la vida, sino antes hay que romperlas en cachitos. ¿Qué hay detrás de éste nuevo crimen? ¿Por qué la saña y brutalidad? ¿Cuáles los motivos de realizar acciones demenciales?
Para las autoridades de la Procuraduría cercanas a la investigación, la modelo de 23 años de edad se cayó o arrojó del edifico donde vivía. Me pregunto entonces: ¿desnuda? ¿Y voló como diez metros de distancia para librar árboles? Pues fue encontrada a mitad de la calle. Espero mis dudas sean disipadas al tomar la Fiscalía en Homicidios de la Procuraduría el caso y aplicar el protocolo de feminicidios.