Descomplicado
México, país de analfabetas; mientras, el gobierno y la CNTE nada ceden
Inició el nuevo ciclo escolar con la confrontación del sexenio entre el gobierno federal y la CNTE, ahora con la arremetida del presidente Enrique Peña Nieto quien advirtió a los maestros inconformes con la Reforma Educativa, que primero está la educación de los niños y después el diálogo, no al revés como pretenden los mentores que se niegan una vez más a dar clases, lo que se traduce en que la lucha continuará peligrosamente polarizándose.
Mientras tanto, el analfabetismo que afecta de forma grave a las personas de mayor edad — entre ellas a las mujeres y los indígenas–, amenaza con este conflicto que se alarga, a los niños y generaciones futuras, si no se cambia el contexto social de las personas analfabetas, si no se modifican las condiciones socioeconómicas y si no se acompañan de esfuerzos alfabetizadores con acciones para combatir la pobreza y desigualdad en que viven.
En el ensayo Analfabetismo en México: una deuda social, los autores José Narro Robles –ex rector de la UNAM– y David Moctezuma Navarro –economista, investigador y especialista en temas educativos–, recuerdan que tres lustros antes de que iniciara la Revolución Mexicana, 6 millones de mexicanos mayores de 15 años no sabían ni leer ni escribir. En la actualidad, enfatizan, más de un siglo después, todavía hay en México 5.4 millones de personas del mismo rango de edad que viven socialmente relegados por la misma situación.
Si bien no es lo mismo por la población de entonces y la de hoy, lo irrebatible, dicen, es que en más de un siglo apenas hemos logrado disminuir nuestra cifra de analfabetos en cerca de 600 mil personas.
Pero el problema es todavía de mayor magnitud, si se considera, explican, que además de los analfabetos absolutos existen los llamados funcionales (personas que cuando mucho, lograron acreditar hasta segundo año de la educación primaria).
Algunas investigaciones muestran que, si no se alcanza el equivalente al tercer grado de instrucción primaria, las capacidades de leer y escribir se pierden. Por ello, a los casi 3.4 millones en esta condición que, sumados a los primeros, da una cifra de 8.8 millones de mexicanos analfabetas. Claro que, si se adoptan criterios como los de la UNESCO y la CEPAL, la cantidad se eleva a los 10 millones, pues se consideran personas no alfabetizadas a las que tienen 5 años o menos de educación formal.
Y eso no es todo. Sin desconocer que el país ha tenido avances en materia educativa, los universitarios afirman en su trabajo que de ello no hay duda, pero que tampoco la hay en el sentido de que los rezagos son igualmente notables. Basta recordar a los 32 millones de mexicanos que se encuentran en rezago escolar, ya sea por su condición de analfabetas o por no haber concluido los estudios de primaria o secundaria.
José Narro y David Moctezuma advierten que no debemos minimizar cifras que, por supuesto, son grandes y apenan. “No podemos sentirnos tranquilos y aceptar de forma pasiva el planteamiento de que el problema del analfabetismo en México no es tan grave pues afecta, sobre todo, a los viejos y entre ellos, a las mujeres y a los indígenas, Ningún gobierno, del signo que sea, puede desentenderse por el solo hecho de que afecta a grupos sociales que no son prioritarios para quienes temporalmente ejercen el poder.
Lo que debemos cuestionarnos es por qué después de más de un siglo sigue existiendo una cantidad tan grande de personas analfabetas. ¿Dónde está el problema?, ¿por qué después de tantos recursos y programas gubernamentales para resolverlo, el problema subsiste? Los millones de analfabetas –absolutos y funcionales– son la muestra más clara de las limitaciones de las políticas y estrategias adoptadas para terminar con esta lacerante situación.
Por donde quiera que se le vea, la cifra es enorme; con tanta gente que no sabe leer ni escribir, no se puede hablar de una sociedad equitativa y justa. El analfabetismo es una muestra contundente de nuestro atraso en materia de desarrollo social. En México, se requiere poner en práctica acciones que eliminen, de una vez por todas, el vergonzoso lastre del analfabetismo, necesitamos una gran cruzada para enseñar a leer y a escribir a esos millones de mexicanos que viven excluidos y, prácticamente, en el ayer.
Lo dicen los autores, pero a los de la CNTE y a los funcionarios del gobierno federal parece no importarles al no ceder ninguno en sus posturas.
DESDE EL CENTRO
Del mismo estudio: Cabe aclarar que, por alguna razón, existe una divergencia entre la información que sobre el analfabetismo ofrecen los censos de población y el Instituto Nacional para la Educación de los Adultos (INEA). Según los primeros, en la década que va del 2000 al 2010, el número de analfabetos bajó en 548 426 personas; el INEA, por su parte, reporta haber atendido durante ese lapso a 3,850 521 personas en sus programas de alfabetización, de los cuales 1,403 316 se graduaron, es decir, menciona haber alfabetizado casi tres veces más personas que los censos registran. La diferencia es más que evidente y no hay una explicación técnica plausible sobre esta la discrepancia.