Una tarea de SEP, alejar a estudiantes de adicciones y delincuencia
GUANAJUATO, Gto., 26 de agosto de 2016.- Guitarra, mandolina, bandurria, bajo y pandereta alegran los cientos de callejones y plazuelas de Guanajuato para recordar a los visitantes que esta ciudad es feliz y le pertenece a los estudiantes.
La estudiantina formada, como su nombre lo indica, por estudiantes universitarios, recorre las estrechas calles cantando música alegre que recuerda lo propio y característico de la máxima figura de la literatura española, Miguel de Cervantes Saavedra.
Los dotes y cualidades por las que se distinguen estos cánticos contagian a miles de turistas nacionales y extranjeros que se reúnen cada día en el Atrio del Templo de San Diego, joya arquitectónica de estilo churrigueresco frente al Jardín de la Unión y muy cerca del imponente Teatro Juárez, para después caminar y adentrarse a las callejoneadas que hacen único a esta ciudad, Patrimonio de la Humanidad declarada por la UNESCO, desde hace más de 28 años.
Los turistas no conocerán esta colonial capital de la misma manera que acompañados por la Estudiantina de la Universidad Guanajuato. Desde el Callejón del Salto del Mono hasta el Callejón del Beso, este grupo de jóvenes se dedican a lo que mejor saben hacer: música para alegrar el alma.
Los estudiantes vestidos de traje de tuna, distintiva indumentaria propia del siglo de oro español, son admirados por los guanajuatenses y conservados como una tradición, a quienes en ocasiones acuden a ellos para llevar serenata con la intención de enamorar a alguna joven.
Enfundados en jubón, camisa, calzas, bombachos o greguescos, zapatos, capa de tuna color negro y diversos accesorios, distingue al alumno novato o pardillo que conservan la tradición de ir trovando por los callejones y mesones, para sobrevivir a su precaria estudiantil.