Visión financiera/Georgina Howard
La carne se volverá polvo de estrellas, la pasión hojarasca, los veranos noches profundas, el vientre oquedad sin principio ni fin, pero lo realmente valioso de cada situación y ser le queda al mundo en indeterminadas materializaciones. Eso prevalece, nunca se pierde.
Así que escribe tu legado a la vida. Olvida lo material, será arcilla un día. Pero por favor no olvides decir qué harás con tus convicciones y risa, a quién dejarás el roce de tus manos, la ternura y devoción. Quién heredará tus ideas y sueños, quién tus ganas de vivir, conocimientos y certezas. Devela, para ti, qué y quiénes están en tus pensamientos y en el cerrado círculo de lo trascendente e importante. ¿Qué imágenes perviven en tu subconsciente?
Enumera tus dones, la sabiduría fundamental que te conforma. Si logras reflexionar sobre esto te sorprenderá tu inmensa riqueza. ¿Entre quiénes la repartirás?
Esa creatividad con la que edificas castillos, puentes y acuerdos, ¿a quién se la dejarás?, todos los te amo que reservaste, ¿quién finalmente los tendrá?, ¿a dónde quieres que se quede para siempre tu capacidad de perdonar y amar, dónde deberá resguardarse la compasión que alimentas cada día, a dónde deberán desperdigarse las canciones y a qué geografías volar las mariposas de tus manos?
Dona tus experiencias, la felicidad y afán por comulgar con lo bueno. Hereda el amor que no te cabe en la piel ni en las manos, lega tu pasión, regala tu espíritu. Regrésale a la vida algo de lo mucho que te dio.
Este testamento, el que ahora imaginas, el que diseñas en este momento, no sólo te permitirá dimensionar tu enorme fortuna. También te señalará algunos lugares que debes recordar y pisar.
Tu herencia puedes escribirla en una hoja de papel o sobre la tierra, generar un mapa con ella, una canción o un dibujo. Puede ser un vuelo imaginado, una plegaria o un beso. Puedes destinarla a la humanidad, a un puñado de personajes queridos, a la soledad o a tus muertos. Puede ser una misiva encriptada en una botella, una mariposa de papel, una llave, un dibujo.
¿A quién le legas amor ahora, a quién se lo darás para la eternidad?, no olvides un destinatario para la gratitud, otros más para la bendita imaginación.
Es momento de dar las alas, esas con las que aún vuelas a confines lejanos, a geografías que nadie sino tú imaginas, las alas que te gritan libertad todo el tiempo. Seguro ya pensaste en un destinatario para ellas.
Aún no terminas. Tu pasión merece un heredero que aquilate su valor y poder de transformación. Alguien que sepa que la pasión es lo que mueve manos, corazón y pensamiento. Es lo que le permite caminar a los pies del mundo.
No olvides enlistar en tus bienes la fuerza de sostenerte cuando nadie cree en ti, la que te levanta una y otra vez de tus caídas, la que te dice que avanzarás porque tu destino es proseguir. La fuerza que te hace ser alguien imbatible, un guerrero de luz.
Dale ahora tu fe a quien se niegue a creer, tu voz a quien aún no sepa cantar, tus ojos a quien se olvidó de admirar. Entrégale tu esencia al mundo, a todo lo que amas de él.
Y mientras prosigas en esta realidad tridimensional, limitada a la cinco sensorialidad, no te olvides de amarte tú, quién ahora está pleno y vivo.