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CIUDAD DE MÉXICO, 18 de septiembre de 2016.- El Heroico Cuerpo de Bomberos de la capital cambió su forma de atender siniestros, sismos, pero sobre a todo a ganarse la confianza de los ciudadanos.
Con poco más de 40 años de servicio, el primer súper intendente Raúl Esquivel Carbajal, director del Grupo de tragafuegos de la Ciudad de México, compartió con Quadratín México los avances, sus experiencias y las satisfacciones que le dejó uno de los fenómenos naturales que destruyó a la gran urbe.
“El día de mañana se cumplen 31 años de los hechos sucedidos en 1985, fue una lección que le aprendimos y tenemos que trabajar fuerte y de ahí vino la formación de la Academia de Institución y la preparación de los elementos para atender este tipo de incidentes, los elementos para el rescate de personas atrapadas por el colapso de edificio.
“Pero lo más importante que tenemos hoy, que hemos recibido fuertemente el apoyo del jefe de Gobierno para estos elementos que están capacitados, que tengan las herramientas, sus equipos adecuados para hacer su trabajo perfectamente bien”, aseguró el llamado Jefe Vulcano.
Una de las etapas que recuerda Esquivel Carbajal es la tragedia que azotó a la ciudad capital, aquella que había soportado un terremoto en 1957 y que 28 años después un nuevo movimiento telúrico destruyó la mitad de la urbe.
Recordó que él se encontraba en la Estación Central de bomberos, a un costado del Mercado de Sonora, vio caer edificios, capas de polvo que no permitían la visibilidad y obstruía los trabajos para salvar a víctimas.
“Desgraciadamente toda la gran cantidad de gente que perdió la vida, que quedó lastimada para siempre y afortunadamente, también, se salvó a mucha gente de los edificios y casas colapsadas, pero se hizo un trabajo bastante fuerte y la cantidad de gente que se rescató fueron cientos que se logró rescatar.
“En esos tiempos estaba yo brindando el servicio aquí en la estación central, cuando toda la gente formada, vino el movimiento telúrico el cual se sintió bastante fuerte, cuando a nuestras espaldas vimos columnas de humo y de terrenal, aquí pudimos ver las torres de Pino Suárez que se colapsaron de inmediato”.
Casi un mes estuvieron fuera los elementos de sus estaciones de trabajo, debido a que el par de sismos que azotaron a la ciudad provocaron que las labores de rescate se extendieran, por lo que la sociedad se unió con los bomberos.
El Jefe Vulcano manifestó que los civiles apoyaron a los bomberos con alimentos, ya que al haber perdido casi en su totalidad sus pertenencias, podían ofrecer lo poco que había de comida para los rescatistas.
“De ahí empezamos a salir a la colonia Roma, a Tlatelolco, al centro de la ciudad y a diferentes puntos, esto fue una experiencia bárbara porque los regresamos habrá sido entre 25 o 28 días después del sismo y así regresamos a la estación central y en cada uno de los puntos, donde se atendió a los edificios colapsados, que fueron varios.
“Claro que sí, fue determinante porque hubo mucha gente, la gente compartió no sólo el rescate de las personas, recuerdo muy bien a las damas, a los jóvenes compartiendo alimentos a los elementos que estaban trabajando en diferentes puntos, las amas de casa, los esposos, los hijos, hizo una labor bastante buena la población civil para que todas las brigadas tuvieran alimentos”, comentó.
A 31 años de distancia, Raúl Esquivel aún tiene el olor a muerte y sangre que dejaron los temblores de 1985, sin embargo, se mantiene firme en la manera de cómo se debe enfrentar estos eventos, además de que ahora se tiene más preparación y capacitación para los bomberos.