Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
50 (sin cuenta) matices de gris.
Solo por aclarar, si pensaban que esta nota tiene algo que ver con cierta trilogía reciente que inició como libro y después pasó gradualmente al cine, siento decepcionarlos. Se trata de una pequeña broma fonética en el idioma mexicano -que no necesariamente en el español- donde cincuenta se escucha igual que sin cuenta.
Se trata de un hombre Willard Libby -galardonado con el premio Nobel de Química en 1960- que falleció el 8 de septiembre de 1980 y de la ambivalencia de la Ciencia.
Químico estadounidense, introductor de la técnica de datación (determinación de la fecha en que surge o se produce una cosa) mediante carbono radiactivo. Entre los logros de Libby se encuentran sus investigaciones sobre tritio y carbono-14 en la atmósfera. En las aplicaciones belicistas de la energía atómica -contribuyó al desarrollo de la bomba atómica de Estados Unidos durante la segunda guerra mundial-ya que participó en el proyecto Manhattan- al que se integró en 1941.
Un mismo elemento químico está presente en la naturaleza con la particularidad de que todos ellos parecen idénticos, solamente se diferencian entre sí, muy ligeramente, en sus masas atómicas. Son los isótopos del elemento. El carbono-14 es el único isótopo de carbono débilmente radioactivo, y es un cronómetro isotópico.
Con los años, la datación por carbono-14 también ha encontrado aplicaciones en geología, hidrología, geofísica, ciencia atmosférica, oceanografía, paleo-climatología, e incluso en biomédicina. El impacto que la técnica de la datación por radiocarbono ha tenido en el hombre moderno la ha convertido en uno de los descubrimientos más significativos del siglo XX.
El método funciona perfectamente para restos de hace más de 20 mil años, ¿pero que pasa para los de hace sólo 50 o 60 años?
Para explicar el inconveniente que presenta este método en los últimos años he de explicar primero a grades rasgos en qué consiste: El aire que expulsas al respirar está lleno de CO2, proveniente del metabolismo de las moléculas ricas en carbono que el cuerpo utiliza para obtener la energía que nos mantiene vivos. Ese carbono viene de lo que comemos que, en última instancia, se origina en las plantas que lo capturan del aire al realizar la fotosíntesis. Por lo tanto, con cada respiración se está cerrando un largo ciclo, devolviendo a la atmósfera el carbono fijado por plantas en algún momento.
Por tanto, cabe esperar que el carbono fijado por las plantas contenga la misma proporción de isótopos que el aire de la atmósfera. De los tres isótopos del Carbono que se encuentran en la naturaleza solamente el 1% es el famoso C-14.
Durante la vida de las plantas y animales, estamos continuamente intercambiando carbono con el entorno, por lo que lo normal es que mantengamos un porcentaje de C-14 aproximadamente constante en relación al resto de isótopos, e igual al porcentaje de equilibrio que existe en la Tierra.
Pero al morir, el intercambio cesa y solamente queda la desintegración radiactiva por la que el C-14 se convierte en nitrógeno.
Si medimos el porcentaje de C-14 que queda en una muestra y conocemos la concentración inicial (la de la última atmósfera que respiró el ser vivo antes de morir) conoceremos los años que lleva muerta nuestra muestra.
Solo resta saber cómo era la atmósfera de tiempos pasados. Los científicos creen que el porcentaje de C-14 se ha mantenido bastante estable durante decenas de miles de años… hasta la década de 1950, época en que comenzó la carrera por ver quien explotaba la bomba nuclear más grande en nuestra propia atmósfera.
Lo peor, la datación mediante C-14 comienza a ser un factor de incertidumbre sobre los niveles medidos del isótopo en cada lugar del planeta durante la segunda mitad del siglo XX, ya que un valor casi constante durante milenios de pronto cambió bruscamente y sigue cambiando. Sin un valor inicial confiable, la concentración medida en una muestra bajo estudio no nos dice absolutamente nada.
Siendo aquí donde la contribución científica de Libby, cual serpiente mitológica, se muerde la cola y empieza a tener matices donde la ética y el pragmatismo se vuelven difusos. Así pues, tenemos una consecuencia más de los bruscos cambios planetarios que se han dado en los siglos recientes debido a la cambiante e incisiva actividad humana en el planeta.
Como siempre les agradezco la lectura esperando haya sido de su agrado, espero sus dudas y comentarios a través de las redes sociales y mi correo de [email protected]