Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
O de los que se sienten redentores en la repartición de los panes
A la luz de la infinidad de comentarios que se han suscitado con el inicio de los debates para promulgar una Constitución de la Ciudad de México, han surgido también nuevas reflexiones que deberíamos ventilar de una vez por todas.
Nuestra clase política gobernante ha alienado a tal grado la mentalidad de los mexicanos, que la gran mayoría piensa o siente que la consecución de algo tiene que pasar forzosamente por la voluntad de un funcionario o un político y de ahí la práctica extendida de pedir favores.
“Los moches” de los que tanto se han quejado los empresarios, son parte de esa cultura corrosiva que ahora vemos plasmada en la propuesta de Constitución presentada por Miguel Ángel Mancera y caricaturizada por el Partido Encuentro Social (PES) como un auténtico Frankenstein legaloide.
Lo primero que tenemos que dejar bien claro antes de empezar cualquier discusión, es que los ciudadanos necesitamos Leyes, no promesas ni reparto de recursos que, además, no les pertenecen.
Cualquier cosa fuera de los parámetros de la ley es promesa o demagogia. El país no necesita persecuciones descarnadas entre mafiosos. Muchos de los graves casos de corrupción que ahora se ventilan pudieron haberse evitado si todos los responsables hubieran cumplido con su deber.
Cuando el Poder Judicial y el Legislativo en los tres niveles de gobierno dejan de fiscalizar y vigilar, se prestan o están involucrados en los actos que después persiguen. Más allá de las declaraciones espectaculares, el único termómetro que debe existir es el de la ley.
De esta forma, volviendo al tema de la Constitución para la Ciudad de México, vemos con preocupación que el Jefe de Gobierno pretende desde ahí armar su campaña política rumbo al 2018, lo cual lo vuelve doblemente perverso e inmoral.
No Don Miguel Ángel Mancera, no es ahí donde usted puede plasmar sus apetitos personales. Puede usted hacerlo, pero en otros escenarios y en otros tiempos, pero no nos quiera vender favores ni promulgar preceptos demagógicos y populistas.
Por qué pretende usted prometer cosas cuando actualmente no puede cumplir ni con las garantías de igualdad, libertad, propiedad y seguridad jurídica a la que tenemos derecho todos.
Una Constitución implica Derechos y Deberes, no sólo de los gobernados sino principalmente de los gobernantes. Queremos ver, por ejemplo, cómo conciliarán ustedes los políticos, el derecho de manifestación de grupos sociales con el derecho al libre tránsito de los no involucrados en un conflicto.
Impedir sistemáticamente el paso en calles y carreteras se ha convertido en un hecho cotidiano que ha acarreado grandes daños no sólo en términos económicos, sino de convivencia social pues convertimos en mártir o tirano a cualquiera sin que medie un precepto legal.
La falta de autoridad moral, la demagogia y el populismo, han orillado a las autoridades a inventar subterfugios para no verse sorprendidas y para no tomar decisiones que después sean vistas como “políticamente incorrectas”.
Así es como permanentemente vemos ahora el Zócalo de la Ciudad de México tomado por ferias y eventos “culturales” o recreativos, para evitar que los Andrés Manueles de todos lados y los quejosos lo conviertan en una plaza tomada como ocurre en Oaxaca.
Cómo conciliar, por ejemplo, el derecho de un casero a ofertar un inmueble a determinado precio cuando existe la perspectiva de que su propiedad sea tomada por grupos precaristas o a que su renta sea congelada.
Son tan sólo dos muestras de lo difícil que resulta equilibrar intereses y plasmarlos en una ley. Pero el tema se vuelve sumamente complicado y perverso, cuando vemos que en la nueva Constitución se pretende dejar ese tipo de decisiones en manos de una autoridad ignota, oscura.
¿Qué, vamos a seguir con el jugoso negocio de los favores? ¡No señor Mancera! ¡No! Cumpla usted ahora con la ley y preocúpese por participar en la promulgación de un precepto que nos permita a todos tener una relación armónica, sin que el derecho de unos se sobre ponga al de otros.
Ofrece usted, señor Jefe de Gobierno, otorgar Renta Básica a la población vulnerable, como si el dinero emanara de las plantas y la distribución de sus bolsillos. No señor, eso no resuelve el problema de fondo, cuando vemos el reparto de plazas y la creación de empresas de explotación laboral que prestan servicios (como el de limpieza) a los gobiernos federal y local.
Más que prometer Rentas Básicas para los menesterosos, queremos que transparente el uso que se le da a los recursos que se originan de la publicidad colocada en el mobiliario de la ciudad; en el Metro, bajo puentes, túneles, Metrobus, espectaculares.
No sigan ustedes tratando a la sociedad como “los pobrecitos”, como si fueran estúpidos menores de edad. Tiene usted que partir de la idea que está ante una sociedad inteligente y cada vez más informada. ¡No nos ofenda”
POSDATA
No importa que sólo sean golpes publicitarios partidistas. Mientras se exhiban ellos mismos y señalen a los corruptos algo queda. Que detengan a Duarte y a Padrés.