Abanico
El delincuente que se hizo magistrado y luego dejó de serlo
Luis Carlos Vega Pámanes fue un joven delincuente en los años ochenta. Fue acusado de robo y homicidio, pero como se puede lograr cualquier objetivo si se quiere. Tres décadas después, de hampón se convirtió nada menos que en el Presidente del Superior Tribunal de Justicia de Jalisco. Vaya ejemplo de superación personal.
La vida es nada menos que una rueda de la fortuna. Ayer Vega Pámanes pidió licencia a tan honroso cargo para poder enfrentar nuevamente cargos legales. Sencillamente se le acusa de tratar de proteger a delincuentes. Él, en un grito de rabia, advierte que sus “errores” de juventud lo persiguen y ahora algunos políticos pretenden acabar con su carrera en el poder judicial. Su futuro personal vuelve a ser incierto como hace 32 años.
La historia de esta desazón empezó en 1984 cuando al joven estudiante, de 20 años de edad, Luis Carlos Vega Pámanes, alias “El Caballo”, se le acusó de un robo perpetrado con su cómplice Gustavo Gómez, alias “Avo”. Una tarde el par de sujetos habían asaltado a algunos estudiantes por el rumbo de Tlaquepaque, Jalisco.
Los relatos periodísticos de la época refieren que después de cometido su atraco se refugiaron en la Facultad de Química de la Universidad de Guadalajara, en donde robaron un auto Volkswagen y huyeron a calles de colonia Atlas de la perla tapatía, en donde atropellaron a dos mujeres, María Dolores Guzmán y María de Jesús Ledezma, de 52 y 62 años de edad, respectivamente, la primera de las cuales perdió la vida por las lesiones sufridas.
La policía pisaba los talones de los hampones, quienes finalmente fueron atrapados, tras una andanada de balazos con las autoridades. Se les decomisó un botín de 11 mil pesos y diversas joyas. Vega Pámanes purgó varios años en prisión, pero de manera por demás curiosa, trate usted de buscar el expediente judicial de este caso y no lo encontrará: simplemente desapareció.
No se sabe si este extraño caso de desaparición de expediente se deba quizá a que en diciembre de 2012, el señor licenciado Luis Carlos Vega Pámanes fue nombrado, con toda la ceremonia que ello amerita, como presidente del Superior Tribunal de Justicia de Jalisco.
La vida le había dado otra oportunidad a Luis Carlos y todo estaba de maravilla cuando el 29 de julio de este año hizo una llamada extraña a Salvador Caro, jefe de Policía de Guadalajara, por medio de la cual le pedía que soltada a dos hombres a quienes se les había detectado afuera de una sucursal de Banorte con posesión de armas de fuego.
Se trataba de Víctor Manuel Andalón Zaragoza y Víctor Emmanuel Andalón Ramírez, de 43 y 22 años de edad, respectivamente, a quienes Vega Pámanes identificó como guardaespaldas de un empresario prominente del cual no quiso dar a conocer su nombre “porque el sistema de justicia oral no lo permite”.
En una espléndida investigación periodística realizada por el Grupo Reforma, en una grabación se escucha la voz pausada de Vega Pámanes, quien dice conocer al “patrón” de los detenidos y pide por favor que no sean remitidos al ministerio público, como debió haber ocurrido de manera normal.
Para el presidente del Superior Tribunal de Justicia de Jalisco, los detenidos sólo realizaban su labor de guardias en el lugar que fueron detenidos, en tanto que las autoridades policiacas jaliscienses argumentaban que los detenidos, padre e hijo, eran investigados como presuntos responsables de los delitos de robo y portación de arma.
El jefe policiaco, Salvador Caro, notificó a su jefe, Enrique Alfaro, presidente municipal de Guadalajara, y líder del Partido Movimiento Ciudadano, de las presiones ejercidas por el magistrado y este no se quedó con los brazos cruzados y presentó una denuncia ante la Procuraduría General de la República en contra de Vega Pámanes por delitos cometidos en contra de la administración de justicia.
Revanchismo político
Vega Pámanes organizó una conferencia de prensa para dar a conocer su punto de vista. Aseguró que en el fondo de este caso se encuentra la revancha política de Movimiento Ciudadano, porque Vega Pámanes se opuso a la designación del magistrado Leonel Sandoval como integrante del tribunal jalisciense, mediante una controversia constitucional. Sandoval era apoyado por el partido naranja.
Argumenta que la grabación dada a conocer por el diario Reforma se encuentra manipulada, editada y sacada de contexto. Menciona que él sólo pretendía que se cumpliera la ley, porque las personas detenidas no habían sido puestas a disposición de un ministerio público de manera inmediata, como marca la ley.
Acusa al jefe policiaco Caro por grabar su voz de manera intencionada para hacer creer que él quería pedir la liberación de los inculpados, cuando en realidad sólo pretendía que fueran puestos a disposición de la autoridad competente.
Llaman la atención varias cosas en este caso, Vega Pámanes refiere que “el patrón” de los supuestos guaruras detenidos pidió su intervención. ¿Quién es ese desconocido patrón que pidió tal favor? ¿Qué poder tiene como para que el presidente del Supremo Tribunal de Justicia de Jalisco actúe como si fuera un abogado de los detenidos, acusados de delincuentes? ¿Quiénes son el resto de “empresarios” que el mismo Vega Pámanes ha reconocido que le han pedido favores para hablar a favor de algunos detenidos? ¿Enrique Alfaro y Salvador Caro actuaron por consigna de un partido en contra de Vega Pámanes?
Todo este embrollo tiene un mar de fondo que deberá ser aclarado, tratándose del máximo tribunal de impartir justicia en Jalisco.
Los ciudadanos de ese tan importante estado tienen derecho a saber en manos de quien está el poder judicial y a quien a que intereses responden los mandos del poder ejecutivo y policiaco.
Luis Carlos Vega Pámanes renunció ayer a su cargo. Sería relevado en diciembre como presidente del Superior Tribunal de Justicia de Jalisco. Este suceso le adelantó lo que iba a ocurrir de cualquier manera.
Dice que el atropellamiento en que se vio involucrado hace más de 30 años ya lo pagó ante la justicia, pero lo sigue persiguiendo como una maldición. Hoy nuevamente enfrentará cargos. En su interior anhela nuevamente no ser señalado como delincuente como lo fue en 1984. No quiere que su pesadilla personal vuelva a repetirse.