Abanico
El Temor a lo Nuevo
«Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo». Albert Einstein.
Estamos condicionados a movernos a lo seguro que cualquier alteración en cualquier proyecto representa una barrera externa o interna para nosotros.
En el aspecto educativo podemos observar que las evaluaciones escolares más que medir nuestro potencial y estimularlo, lo que hacen es detectar nuestra capacidad de memorizar datos, fechas, fórmulas y dar respuestas preestablecidas o determinadas o, bien, cuando se recurre a las preguntas con opción múltiple, se pone a prueba nuestra capacidad de jugar volados o el de tin marín, de do pingüé.
De igual manera, a nivel empresarial, lo que se impone no es el conocimiento, responsabilidad o rendimiento del personal, sino el principio de autoridad. Aquí es mejor dar órdenes e instrucciones para que sean cumplidas.
El atractivo de ordenar reside en que da a quien da la orden la sensación de control, mientras que en los subordinados desalienta su inventiva y responsabilidad.
En muchos casos el trabajador o el estudiante se mostrarán obedientes ante la presencia del jefe o del maestro, pero cuando éste desaparezca el comportamiento será distinto, con resentimiento, bajo rendimiento y sabotaje.
Mientras mantengamos el concepto de que obedecer es la regla y no potenciar a trabajadores, colaboradores o alumnos, dejando de lado nuestro deseo de controlar o que crean en la superioridad de nuestra autoridad o conocimiento, estaremos buscando nuevos logros con estrategias viejas.
El instructor o coach, así como el maestro debe desarrollar su capacidad de oír, escuchar, observar, comprender y ser consciente de cuándo, dónde y para qué se debe emplear la instrucción, más que nada para despertar en los demás su sentido de conciencia y responsabilidad, motivación, delegación de funciones, habilidad para resolver problemas y reforzar el trabajo en equipo.
Desafortunadamente desde pequeños se nos ha inculcado lo que hay que hacer y siempre hay alguien que nos instruye y explica la forma de hacerlo.
Liberarse de todo aquello que nos proporcionaba seguridad siempre es muy difícil y aprender y adoptar conductas nuevas implica, necesariamente, abandonar las antiguas.
En el caso de gerentes y maestros, liberarse de la costumbre de dar órdenes y controlar es necesario y resulta más productivo asignar tiempo y atención a provocar a las personas y alumnos a desprenderse de lo viejo. En síntesis, es un poner en manos de trabajadores y dicentes la responsabilidad de descubrir por sí mismos una nueva forma de aprender a aprender.
Albert Einstein no estaba errado con su frase: «Si deseas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo». Es cierto que la costumbre de que nos den instrucciones o nos enseñen lecciones en la cuales sólo debemos aprender definiciones o fórmulas está muy arraigada.
Sin embargo, aprender o reaprender a pensar por uno mismo, poner en marcha nuestro potencial, el rendimiento, la sensación de responsabilidad, mayor autoconfianza, posibilidades de ascenso o descubrir nuevas formas de acceder al conocimiento, como dice el comercial de ciertas tarjetas de crédito: no tiene precio.
Para los gerentes y maestros abandonar el viejo concepto de autoridad y el placer de dar órdenes y dejar de hacer las cosas como siempre puede mostrar a ambos nuevas y eficientes formas de dirigir o de enseñar.
No se trata como el rey del Principito, que le gustaba dar órdenes, aunque no se cumplieran; se debe fomentar en ambos bandos: instructores o gerentes y personal o alumnos, que los equipos rinden mejor cuando entran a la etapa de cooperación, compromiso, realización, liberar el potencial de las personas para que den su mayor rendimiento y, en síntesis, esto implica ayudar a trabajadores y alumnos a aprender, en vez de enseñarles, pues como dice el autor del libro Coaching, El Método para Mejorar el Rendimiento de las Personas, John Whitmore: «la enseñanza entorpece la capacidad natural e innata de aprendizaje».
Además, si abandonamos el deseo de controlar y dar órdenes nos daremos cuenta que el respeto de alumnos y personal se gana predicando con el ejemplo, no con la imposición.