El concierto del músico/Rodrigo Aridjis
Qué me dices.
Bob de 92 años de edad y María de 89, están emocionados acerca de su decisión de casarse. Mientras pasean y discuten sobre la boda, pasan por una farmacia y Bob sugiere entrar.
Bob habla con el farmacéutico, le cuenta que están a punto de casarse y le pregunta:
¿Usted vende medicamentos para el corazón? Por supuesto que sí, responde el farmacéutico.
¿Medicinas para el reuma? Definitivamente, dice. ¿Qué hay del Viagra? A buen precio.
¿Para los problemas de memoria, artritis, ictericia? Sí, de todas.
¿Qué hay de vitaminas, pastillas para dormir, antiácidos?
«Absolutamente.»
¿Vende sillas de ruedas y andadores? De todas las velocidades y tamaños.
Bueno, pregunta Bob al farmacéutico: ¿Podemos registrar nuestra lista de regalos de bodas aquí?
Uno más. También de jóvenes.
Es sobre una pareja de noventa años, ambos con problemas para recordar cosas.
Durante un chequeo, el médico les dice que están físicamente bien pero que les recomienda empezar a escribir las cosas como método para recordar.
Ya en casa, mientras ven la televisión, el anciano se levanta de su silla. Voy a la cocina ¿Quieres algo? pregunta a su esposa.
¿Me traes un helado? Por supuesto.
¿Crees que debes tomar nota para recordarlo?
No, tranquila que puedo recordarlo. Bueno, es que también me gustarían algunas fresas en la parte superior.»
Él contesta que puede recordar eso: quieres un tazón de helado con fresas. Y también me gustaría crema batida. No lo olvides, anótalo anda, ella insiste.
Irritado el marido replica: No necesito escribirlo, lo recuerdo: ¡helado con fresas y crema batida! Lo tengo, por el amor de Dios. Después de 20 minutos, el viejo regresa y le entrega a su esposa un plato de tocino y huevos.
Ella se queda contemplando el plato por un momento. Y pregunta: ¿Dónde está mi sándwich?»
Seguimos de vena.
Una pareja de adultos mayores va a cenar a casa de unos amigos. De similar edad.
Después de comer, las esposas se levantan de la mesa y van a la cocina.
Los dos caballeros, en tanto, hablan animadamente: Ayer por la noche fuimos a un restaurante nuevo y fue realmente genial. Te lo recomiendo encarecidamente.
El otro pregunta: ¿Y cuál es el nombre del restaurante?
El primer hombre piensa y piensa y finalmente pregunta: ¿Cómo se llama esa flor que le das a alguien que amas? Ya sabes, que normalmente es de color rojo y tiene espinas.
«¿Te refieres a una rosa?»
Sí, justo esa responde el hombre que se levanta. Corre hacia la cocina y grita, «Rosa, ¿a qué restaurante fuimos ayer?»
Breve, también.
Un pensionado visita al geriatra para un chequeo. Señor Hernández, está usted en muy buena forma. ¿Cómo lo hace?, pregunta el médico.
Bueno dice él, ni bebo, ni fumo y Dios cuida de mí. Fíjese, que últimamente cada vez que voy al baño en medio de la noche, él enciende la luz para mí.
Un tanto extrañado el médico sale a buscar a la esposa a la sala de espera y le explica lo que su marido le ha contado.
¡Oh, doctor! No creo que haya nada de qué preocuparse, responde ella: «Es que se hace pipí en la nevera!»
Y este:
Un hombre charla con su amigo, también de 80 años.
Así que te vas a casar. Sí. «¿La conozco?» No. «Pero ¿es una buena mujer?» Realmente no. “¿Sabe cocinar?» No, para nada. Cocina fatal. «¿Tiene mucho dinero?» Qué va Es más pobre que una mosca.
«Bueno, entonces será que es buena en la cama.» La verdad es que no lo sé.
«Entonces ¿por qué demonios quieres casarte con ella?»
Porque ella todavía puede conducir el coche.
Más breve:
Tres tipos mayores caminan por la calle. El primero dice: «Hace frío, ¿no es así?» El segundo exclama: «No, ¡es jueves!» Y el tercero: «Y yo también… ¡Mejor vamos a tomar una cerveza!»
Y sólo uno más.
Un hombrecito, que arrastra los pies lentamente, entra en una heladería. Se sienta con cara de dolor en un taburete. Después de recuperar el aliento, ordena una banana split.
La camarera pregunta: «¿Nueces trituradas?
No, qué va: Artritis.
Y un consejo, antes de que olvides lo que acabas de leer: mándalos a tu mejor amistad. A la mejor se ría. De ti. Como tú, de mí.