Poder y dinero/Víctor Sánchez Baños
La fortaleza de Abascal
“Quiero vivir estos meses con una gran pasión, quiero llegar a mi casa con una gran sonrisa para hacer feliz a mi esposa, quiero llevarla al cine y no mostrar ningún dolor, porque mi única vocación en estos meses es sonreír para que mi esposa sea feliz”.
Durante una comida celebrada en 2008 en un restaurante japonés de la colonia Del Valle, así lo confesaría Carlos Abascal Carranza a su amigo Luis Carlos Ugalde, quien quedó estupefacto ante las palabras de su interlocutor, por la fortaleza y el amor a su familia que mostraba en los momentos que la enfermedad lo devoraba. La siguiente vez que sabría algo de él sería durante su velorio. Abascal fallecería víctima del cáncer, el 2 de diciembre de 2008, un día como hoy, exactamente hace ocho años.
Esta versión recopilada por María Luisa Aspe Armella, doctora en Historia, de voz del propio Ugalde, retrata de cuerpo entero a quien fuera secretario del Trabajo y de Gobernación durante el sexenio de Vicente Fox.
Estudiosa de la historia contemporánea de la iglesia en México, Aspe Armella es experta en rubros como la formación social y política de los católicos mexicanos, áreas de estudio universitario que, debe decirse, no son tan comunes de abordar por los investigadores en nuestro país.
A inicios de la semana que hoy concluye, María Luisa Aspe Armella dio a conocer su libro: “Un cristiano en la vida pública: Carlos María Abascal Carranza”, en la que hace un análisis biográfico de la vida y obra del personaje que lo llevó a revisar 2 mil 614 documentos de Abascal con un volumen de 30 mil fojas.
En este contexto, es de destacar la observación de Aspe Armella, en el sentido de que “Estamos tan acostumbrados en al país al espectáculo de la perversión de la política que cuesta trabajo reconocer un funcionario que se la juega por el bien común. La aparente contradicción vital de Carlos Abascal –católico tradicional y político eficaz, no es tal”.
Posibilidad de un gobierno interino
De acuerdo a Luis Carlos Ugalde, presidente del Instituto Federal Electoral (IFE), entre 2003 y 2007, fue Abascal, como secretario de Gobernación, quien logró evitar una crisis política que se hubiera convertido en una crisis constitucional en las elecciones presidenciales del 2006.
Abascal Carranza había llegado a la Secretaría de Gobernación el 2 de junio de 2005, después de que renunciara a ese cargo Santiago Creel, tras los serios cuestionamientos a su gestión que había sufrido por parte de los partidos de oposición.
La disputa por la presidencia de la República en 2006 fue enconada, a tal grado que Abascal Carranza sabía que su partido, el PAN, podría perder las elecciones. La doctora Aspe Armella señala que en una reunión con sus subalternos de la Secretaría de Gobernación en vísperas de las elecciones del 2 de julio de ese año, Abascal les advirtió:
“Se le entregará el poder a quien diga el pueblo de México, y la Secretaría de Gobernación y este gobierno no debe intervenir. Me voy a indisponer irremediablemente en contra de quien aquí, utilizando más alá de las facultades que tiene legalmente, tuerza la voluntad popular para cualquier otro sentido, aquí somos árbitros y vamos a arbitrar las condiciones… qué no haya ninguna duda, el que no esté de acuerdo con eso que ahora mismo se levante”.
En este entonces, la votación tan cerrada a favor del candidato presidencial panista, Felipe Calderón, provocó, desde mi punto de vista, una postura radical del aspirante del PRD, Andrés Manuel López Obrador, quien bloqueó con sus huestes gran parte de la avenida Paseo de la Reforma que estuvo a punto de ser la piedra de toque para propiciar un conflicto político-social de proporciones inimaginables.
En una entrevista, Ugalde comentó a Aspe Armella que “tanto grupos de de mexicanos, como algunos sectores intelectuales sugerían como salida al conflicto un gobierno interino y o convocar a una nueva elección y fue Abascal quién logró llamar a la mesura…”.
Preocupaciones de Salinas
El ex presidente Carlos Salinas de Gortari reveló a la doctora Aspe Armella que en alguna ocasión buscó a Abascal a sus oficinas a la Secretaría de Gobernación. Salinas mostraba preocupación porque el cardenal Juan Sandoval Iñiguez, arzobispo de Guadalajara, solicitaba la reapertura del caso del asesinato del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, ocurrida durante la administración salinista.
“De acuerdo con la versión oficial del gobierno salinista, el prelado había sido asesinado por un grupo de sicarios pertenecientes al cartel de los Arellano Félix, quienes lo habían confundido con El Chapo Guzmán por tener autos iguales”, indica la versión escrita por Aspe Armella.
El cardenal Sandoval Íñiguez insistía en que realmente no había sido una confusión, sino que había sido un asesinato planeado, pues el día que fue baleado el extinto cardenal se reuniría con el delegado apostólico en México, Girolamo Prigione, para presentarle pruebas de la colusión entre altos funcionarios del gobierno y el crimen organizado.
En esa reunión, Abascal le habría dicho a Salinas de Gortari que la Secretaría de Gobernación, a su cargo, estaba convencida de la versión oficial, porque incluso los procuradores de justicia de extracción panista habían llegado a tal conclusión.
El ex presidente quería saber su opinión respecto a las razones por las cuales grupos de la Iglesia Católica eran tan críticos con la administración salinista, a lo cual Abascal contestó, según la versión del propio Carlos Salinas, que:
“El artículo 130 era un agravio tan grande para la Iglesia y una bandera incluso nuestra –de los panistas de reivindicación–, que algunos sectores no podían soportar que un presidente de extracción priista hubiera promovido la reforma al 130, que finalmente logró la reconciliación entre el Estado Mexicano y la Iglesia Católica en particular porque fue para una reforma para reafirmar libertades de creencias”.
Abascal ofreció al ex presidente efectuar una reunión con él y quienes lo involucraban en el asunto Posadas Ocampo; sin embargo, el encuentro no se logró concretar por el rápido avance de la enfermedad de Abascal, una vez que se encontró fuera del gobierno foxista. No obstante, la relación de Salinas de Gortari y Abascal se mantuvo de manera cordial.
Funcionario católico, ‘criticado’ en un país de católicos
Atacado por sus ideas religiosas, en una situación peculiar, si se toma en cuenta que México es un país en el que 80% dice profesar la religión católica, Abascal Carranza supo dialogar incluso con los sectores más críticos a su permanencia como funcionario público. Se recuerda, por ejemplo, el diálogo que estableció en 2006 con los líderes de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), que bloqueó mucho tiempo la capital de ese estado para apoyar la demanda de alza salarial de los profesores de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE).
Negoció con liberales y agnósticos y de muchos de ellos ganó incluso su amistad. Producto de un proceso histórico que dividió hace muchos años al Estado de la Iglesia, aún muchos políticos evitan manifestar cuál es su preferencia religiosa si es que la tienen, situación que ha sido una constante entre los hombres del poder.
En otras latitudes, es común que cualquier servidor público pueda expresar su fe religiosa si es que la tiene, sin que haya motivo para que nadie se rasgue las vestiduras. Parece que, como país, no hemos madurado lo suficiente para saber distinguir que el profesar un credo no hace a los funcionarios peores o mejores, sino que es el servicio a la comunidad, la vara con la que deben ser medidos, no la fe que profesan.