Descomplicado
El presidente electo Carlos Salinas de Gortari carecía de legitimidad percibida y de confianza ciudadana apenas concluidas las elecciones de 1988. Tres años después recuperó la Cámara y al siguiente trienio era empujado a la orilla del sistema por su propio sucesor, Ernesto Zedillo.
La confianza en la capacidad de reproducción de un líder a favor del resto del grupo y de los intereses y valores centrales que encarna en cada ocasión, van ligados de la mano.
Hoy tenemos la evidencia de que la victoria electoral de Donald Trump trae indirectamente a Salinas de Gortari un momento de triunfo y de validación retrospectiva de una estrategia global muy distante de parecer confiable a las izquierdas de los 80s y 90s.
Ahora que el TLC que es objeto de la metralla del nuevo grupo estadounidense en el poder y alrededor de él se reúnen las voces de intereses nacionales Salinas puede sostener que tuvo razón entonces.
El Tratado de Libre Comercio de América del Norte será eje de un doble ajuste de cuentas.
Un aspecto tiene una dimensión global y externa y otro reubica en una luz distinta lo que, siempre políticamente correctas, gustaban pensar las oposiciones…hasta antes de Donald Trump.
El primero está relacionado con el programa proteccionista y nacionalista, sí ambos, del presidente electo de frente a sus propios electores. Tendrá que incluir respuestas prontas, de cara a la pregunta de si el proteccionismo puede actualmente favorecer un proyecto de recuperación estadounidense frente a los que son, en Estados Unidos, considerados los abusos comerciales. Especialmente de China.
El otro se vincula a la retórica de todos los partidos y facciones opositores al PRI que, en la primera mitad de los años 90, incluido el EZLN, el EPR y organismos como la CNTE, centraron buena parte de sus críticas en el proyecto que promovió el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari quien, en estos últimos días, con sonriente júbilo, se permitió un road show para defender la idea de que el TLC, para decirlo así, “somos todos”.
Salinas de Gortari es en estos días el campeón de un proyecto de defensa retrospectiva y actual del mercado interno, del empleo, del ingreso y, en consecuencia, del bienestar nacional de acuerdo con el argumento desplegado en buena parte de la prensa convencional.
Voceros de las izquierdas y derechas reconocen abierta o calladamente el acierto estratégico del ex presidente hace 25 años.
De manera sutil pero consistente, el reposicionamiento de un criterio nacionalista semejante abre una oportunidad en la desventaja actual del PRI.
Aún en control de la Presidencia de la República y con un mandatario con un deterioro sin cesar en la apreciación que de él tiene la opinión pública, ese partido cuenta con cuadros que le permitirían una capacidad de intervención en la vida pública inesperada hasta antes de Trump.
Para ello, sin embargo, deben recuperar a la brevedad espacios que en su propio partido consideran que les fueron arrebatados por “un pequeño golpe de Estado” originado en el Estado de México de donde proviene una porción inmensa de los cuadros de primer nivel del gobierno en contraste con la federalización con que solían distribuirse antes del año 2000.
Salinas recupera un nuevo aire y con él un segmento de ese partido que podría ser el único capacitado para evitar la debacle anunciada por el estado de la cuestión en todas las encuestas, por el momento.