Descomplicado
Mis sillas vacías
Recibí de mi hijo Jorge Alberto Ravelo Reyes esta elegía, así lo catalogamos, de, dice modesto, autor desconocido. No obstante, es tan actual que solicité su autorización para darlo a conocer.
De tan sencillo, hermoso. De tan bello cautivador. De tal ternura, que te hace enjugar las lágrimas. No sigo. Mejor ella y yo se los platicamos:
“Empiezan los preparativos. Cuál será el menú de la cena.
En qué lugar nos reuniremos.
Y aparece la pregunta inevitable:
Cuántos somos este año.
Y en la respuesta aparecen implícitamente: Las Sillas Vacías de las personas que no están…
Las que están lejos y que la vida llevo por otro camino. La que eligió no estar porque se enemisto con alguien de la familia y la que Dios se llevo a su lado…
Y aparece la tristeza y las sillas vacías duelen…
Entonces es cuando más necesito ese abrazo que cobija, que protege, que es prolongado… y que lamentablemente no va a llegar…
Entonces me doy cuenta que extraño esa sonrisa, esas pláticas amenas, esa complicidad que teníamos, esa mano dispuesta a ayudarme siempre. Esa compañía…
Los ojos se me llenan de lágrimas y duele mucho, muchísimo, pero esa es la realidad y hay que aceptarla.
Suspiro profundo y cierro mis ojos para que ese aire llegue hasta esa persona que me falta. Abro mis ojos y giro la cabeza y lo que veo son las «Sillas Ocupadas»:
Sí, son las personas que me aman y que yo amo…
Y entonces sonrío.
Así es la vida, con pérdidas y ganancias…
Y así voy a brindar el 24 y el 31 con lágrimas contenidas por esas «Sillas Vacías» y sonrió desde el alma por las «Sillas Ocupadas».
Alegre, si alegre, a pesar de la tristeza. Porque estar alegre no necesariamente es estar feliz.
La alegría es una emoción pasajera que termina cuando el buen momento finaliza.
La felicidad es otra cosa, es un estado del alma.
Ser feliz, es estar en paz. Pleno, en paz.
Sé que recorro el camino correcto. El que coincide con el sentido de mi vida. El de mis temores y mi coraje. Mis virtudes y mis defectos. Mi camino, el que yo elegí, un camino en el que hice todo lo que pude y más…
Brindaré por los que no están y brindaré incondicionalmente por los que si están. Por los que ame y por los que amo y con lo que tengo procuraré ser feliz.
Posiblemente tu también tengas «Sillas Vacías» en tu mesa este año al igual que yo.
A pesar de los ausentes y con la dicha de los presentes, te deseo una Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo para ti y toda tu familia.
Que sus anhelos se hagan realidad y que llegue a ti lo que tanto anhela tu corazón.
Disfruta de lo que tienes hoy porque no todos tienen esa dicha.
Un gran abrazo. Bendiciones para tu vida”.
Nosotros, ella y yo, sólo nos atreveríamos a dar gracias al que hoy nace, por esta familia, toda sin excepción alguna, que nos ha tocado.
Y solicitar, con humildad, el perdón a quienes hemos ofendido, deliberadamente o por error.