Sinaloa: De 406 privados de la libertad en últimos 80 días, 50 sin vida
SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 9 de enero de 2017.- A tres años de que Luis Gregorio, un estudiante radiante de vida, y apasionado por el futbol,-su equipo favorito, las Chivas del Guadalajara- sufriera un accidente en el balneario Splash, ubicado en el interior del parque Tangamanga 1 de esta ciudad, a la fecha su madre Mónica y su padrastro Eitel Sánchez Carmona, denuncian con desesperación la apatía e indiferencia del gobierno estatal, de la Procuraduría General de Justicia del estado (PGJE); Comisión Estatal de Derechos Humanos(CEDH); Comisión Estatal de Atención a Víctimas (CEAV), antes Centro de Atención a Víctimas del Delito (CAVID), Centro de Rehabilitación y Educación Especial (CREE) entre otras dependencias oficiales.
Luego de permanecer inconsciente y sumergido en la alberca por unos 15 minutos sin que nadie hiciera algo por él, aunado a la irresponsabilidad de los encargados del lugar de esparcimiento que no contaba con salvavidas, ni personal de vigilancia, actualmente Luis, con 16 años de edad, permea un daño neurológico. Su cuerpo está semirrígido, el diagnóstico médico: Encefalopatía Hipoxica Isquémica. Las copias de expedientes emitidos por la Primera Visitaduria General de la CEDH y la demanda penal ante la Pgje: 1VQU-0614/14, Oficio: 1VNQ-0796/15 y Exp. 264/14, Mesa 7 Central, fueron proporcionados a Quadratín.
La mañana del seis de junio de 2014, Luis Gregorio llegó acompañado de su mamá –Mónica- al plantel educativo donde él estudiaba; secundaria Francisco González Bocanegra, el chico terminaba el primer año. Eran las ocho en punto. La escuela fue el lugar de reunión del alumnado para posteriormente desplazarse en autobuses al centro de recreación.
El parque Tangamanga 1 es una zona de esparcimiento que se extiende sobre un área de 420 hectáreas. En él se encuentran museos regionales, unidades deportivas, centros culturales, entre otros atractivos y que forma parte importante del paisaje e historia de San Luis Potosí. Actualmente es el segundo parque urbano más grande del país después del Bosque de Chapultepec en la Ciudad de México.
Luis se despidió apresuradamente de su madre, muy motivado por el paseo que las autoridades habían organizado para festejar el Día del Estudiante, pero más por el permiso que Mónica había considerado, previa consigna de que se aplicara en algunas asignaturas por salir con bajas notas. “Era la primera vez que lo dejaba ir a un viaje de ese tipo, le echó muchas ganas para ganárselo porque andaba por ahí resbalándose y traía varios tropezones con algunas materias. Le propuse que si se ponía al corriente lo dejaría ir, se aplicó y se ganó la excursión”, relata con gesto adusto.
Originalmente el acuerdo con las autoridades de la secundaria y los padres de familia, fue que únicamente el alumnado de ese plantel participaría en el paseo, relata la madre en entrevista a Quadratín, “nunca se nos dijo que se fusionarían alumnos de otras escuelas como, un Colegio de Bachilleres, otra secundaria, la Graciano Sánchez, y alumnos del Centro de Bachillerato Tecnológico Industrial y de Servicios, -Cebatis- y la propia González Bocanegra, eran ríos de chamacos los que arribaban al Splash” recuerda.
Por las dimensiones que presentan las piscinas es para que por lo menos tuvieran dos o tres salvavidas por alberca. Una de ellas funciona con un generador de olas artificiales y en ese momento estaba apagado. Era un festín de cabezas que negreaban a lo largo y ancho en esos estanques, relata. Lo dejé y regresé a casa, yo formaba parte de la mesa directiva de la Asociación de Padres de familia, era la secretaria. Se había hecho el compromiso –dijo- de que estaríamos formando guardias desde las ocho de la mañana hasta que terminara el evento a las cuatro de la tarde.
El trágico anuncio y la confusión
A las doce del día, tocan a la puerta de su casa. Se presenta el director de la institución, José Luis Ramírez Ledesma, acompañado de algunos padres de familia, la invitan a que los acompañe porque ha pasado un accidente, le comunican. No podían explicar la situación porque el director no estuvo en el balneario y en el inter le habían asegurado el fallecimiento del estudiante. Entretanto, en el lugar del recreo padres de familia a través de sus celulares pedían auxilio a la Cruz Roja, Secretaria de Salud y bomberos, quienes finalmente prestaron el auxilio. Ahí, los primeros paramédicos afirmaban que ya no podían hacer nada porque el chico había fallecido.
Se atendía a otro joven involucrado en el suceso, Hernán, y otro paramédico al auscultar más detalladamente a Luis le encuentra signos vitales muy débiles, lo reanimaron y fue que entonces pudieron desplazarlo al Hospital Ignacio Morones Prieto, ubicado a un kilómetro del parque. “llegamos al nosocomio, me dijeron que estuvo a punto de ahogarse y posiblemente no pase la noche. Para entonces ya le habían dado dos paros cardíacos, estaba estabilizado y entubado, ya no lo vi despierto, estaba sedado y monitoreado. Su condición era sumamente crítica y a la una de la tarde estaba en terapia intensiva; más tarde nos avisaron que le estaban fallando los riñones, el hígado y tenía sangrado en los pulmones”, cuenta Eitel.
Las versiones del accidente
Rememora la mamá de Luis que la versión oficial fue que su hijo al estar jugando a Caballazos con Hernán, el primero por su estatura le tocó a su compañero cargarlo en hombros –se había advertido que Hernán no sabía nadar-. En el juego sufren golpes, Hernán se cae de los hombros y empezó a ahogarse, Luis se fue al fondo porque la atención jalaba al compañero que se sofocaba “presumo que en la desesperación debe haber golpeado a Luis en la cabeza accidentalmente, en el hospital le encontraron dos hematomas.
Se dan cuenta de la ausencia de Luis, lo ven en el fondo, se pide auxilio a empleados del parque que se encontraban en mantenimiento y se niegan a auxiliarlo. Un trabajador exclama, “yo no puedo, además ando bien crudo”- La otra interpretación que se dio fue que Luis, alejado varios metros, al ver a su compañero que se ahogaba, se lanzó a la piscina para tratar de rescatarlo, siempre viviré con esa zozobra, refiere la madre de Luis.
El silencio y desdeño oficial
A la postre, Juan Manuel Carreras López, secretario de Educación del Gobierno del Estado y Fernando Toranzo Fernández, gobernador de la entidad, respectivamente, asumieron parcialmente la responsabilidad. Toranzo- departe la afligida madre- “me quiso dorar la píldora diciéndome que entendía la situación, que se brindaría todo el apoyo posible que mi hijo necesitara, incluso ofreció que lo mandaría al Instituto Nacional de Neurología a la Ciudad de México para que le realizaran todos los estudios posibles, más profundos, situación que nunca, nunca se dio, fueron solo palabras que se llevó el viento. Traté de comunicarme muchas veces con su secretaria particular, Laura More quien al principio recibía mis llamadas, luego, me canalizaban con una subordinada de More, ningún avance”.
Posteriormente- enfatiza-, y a meses del suceso, ante la presión y petición de las autoridades de la secundaria para que se investigara a fondo el accidente y buscar responsables, al fin accedieron en la Secretaría de Educación General en el Estado (SEGE). El titular Juan Manuel Carreras López, convocó a una reunión en donde estuvieron presentes el inspector de zona, el director general de secundarias, varios funcionarios de la dependencia y presidida por el entonces secretario particular de Carreras, Elías Pesina Rodríguez, “y por supuesto, el secretario Carreras no salió, no estuvo presente, no se presentó, al igual que los funcionarios del entonces Cavid, hoy Ceav o el administrador del parque, Francisco Javier Torres Sánchez”.
La espera del titular de Educación en San Luis Potosí, -dijo- fue en vano, se disculpó y únicamente transmitió a sus subordinados que abordáramos los puntos a tratar. Lo único bueno, entre comillas, que sacamos de esa reunión fue el respaldo del director del DIF estatal quien proporcionó apoyo de terapias, una silla de ruedas, un tanque de oxígeno, un respirador y la primera dosis de toxina botulínica, para el tratamiento de espasmos.
La burla, despido, dádivas y otras sospechas
Que la Secretaria de Educación debió estar informada del magno evento por sentido común ante el aglomerado escenario, pasó desapercibido ante la irresponsabilidad de los organizadores. “Tengo entendido que lo sucedido a Luis no les sirvió de escarmiento a las autoridades porque ya organizaban otro campamento estudiantil masivo. A mí me despidieron de la Mesa Directiva sin previo aviso, nadie se preocupa por mi hijo salvo una amiga, un maestro y una secretaria. ¿El director que tengo entendido ya se jubiló o los integrantes de la mesa directiva donde están ahora?, en alguna ocasión hicieron una colecta en el plantel y nos compraron una caja de PediaSure.
Citan los afectados que siempre tuvieron el inconveniente de que allegados al Director del Parque Tangamanga -Antonio Esper Bujaidar-, como es el caso del empleado Eusebio Fonseca quien estuvo entrando constantemente hasta el cubículo en área de terapia intensiva donde se encontraba su hijo, los incomodaron. “Honestamente yo pensaba y se va a escuchar mal, ¿al gobierno que le conviene más, tener un gasto de por vida en la condición en la que Luis iba a quedar o pagaban una indemnización y se acabó? Con ningún peso nos iban a pagar la vida de mi hijo o su recuperación. El daño moral ya está hecho, nuestra vida dio un giro de 360 grados.
La responsable de terapia intensiva preguntó si Fonseca era familiar por su insistencia de permanecer en el cubículo, estorbaba por momentos en la atención per se del chico y se generó el pavor de lo que pudiera pasar estando esa persona con él solo. Se prohibió luego la entrada, por instrucciones del entonces director, Octavio Castilleros. Esper Bujaidar ofreció otro traslado a un mejor hospital, “aunque fuera de sus bolsillos” le expresaría a los padres, lo cual fue negado por el director del nosocomio Octavio Castilleros, ningún otro hospital brinda los servicios de terapia en el centro de la república, los convenció.
Luego, ningún contacto con el gobernador o con la SEGE, refieren, el personal de la secundaria empezó a retirarse y la última ocasión que se les brindó apoyo económico fue a finales del 2015. El paciente permaneció en el Morones Prieto del 6 de junio al 18 de diciembre del 2014. El entonces Cavid presiona posteriormente para firmar un convenio, “ustedes que quieren, que necesitan”, le encaraban a los padres. Largas negociaciones “como si estuviéramos pidiendo caridad”, aducen, y se comprometen en el “convenio” hacer traslados del afectado al Centro de Rehabilitación y Educación Especial (CREE), consultas al Hospital Central, medicamentos proporcionados por la Secretaría de Salud, atención en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y todo lo que implique la atención que necesita.
Más adelante le ofrecen una plaza laboral base cinco a Mónica en el parque Tangamanga, como apoyo en gastos que se generen como jefa de familia. El cuidado requiere de las 24 horas del día, pero, “hacemos circo, maroma y teatro. Hay una alejada petición al gobierno para poder bañar a Luis, lo hacemos en una silla de plástico y las sillas que hay para su condición hace tres años tenían un costo de 32 mil pesos, no se puede sentar en una silla normal”
La sospecha de que en el CREE se deslinden de las atenciones está firme. Lo han dado de alta “porque no hay nada que hacer por él”. Con cuatro meses de terapias particulares, de lenguaje ya empieza a emitir sonidos guturales, identifica objetos, la terapia ocupacional evoluciona y determinan que en esa institución -CREE- atendida por la burocracia no hicieron el menor esfuerzo por ayudarlo, “llegaba al inmueble y cerraba los ojos en rechazo, no lo trataban bien, concluimos”.
Abundan que en las terapias físicas particulares ya se para apoyado por un aparato especial, realiza posiciones que en el CREE jamás hicieron o se atrevieron a moverlo, solo movimientos básicos para que no se siguiera contracturando, su expediente cada vez que acudían estaba extraviado, no aparecía por ningún lado, denunciaron. Lo peor de todo –afirman- el expediente en el Ministerio Púbico van tres veces que se pierde, hay una demanda en contra de quien resulte responsable. Hubo muda de edificio en donde trasladaron el expediente con otros en una bolsa de plástico, todos aparecen menos el de nosotros, exigen al asunto ante el sub procurador y curiosamente aparece al día siguiente.
“Le están dando vueltas al asunto, se está volviendo a citar a la misma gente para que ratifiquen las declaraciones y para Ripley… mandan a un médico legista a muchos meses de distancia del suceso, ¿cómo para qué?”, cuestionan. Quejas por dilación en Derechos Humanos del estado por la tardada “impartición de la justicia”, personas que aparentemente estaban interesadas en la CEDH, no aparecen, compartían entonces nuestro dolor. El Secretario General de gobierno, Alejandro Leal Tovias nos manda con cajas destempladas, es el Ceav quien debe resolver, insiste.
Otro ofrecimiento para Eitel, trabajo efímero en el Parque Tangamanga, de la noche a la mañana le retiran su tarjeta en el reloj checador, las presiones que se ejercen las regresan de esa manera, subrayan. Absolutamente nadie se pone a ver que la condición de Luis no va a mejorar, aducen, no va a volver a ser el mismo niño de antes, reflejan su congoja. Hernán terminó su primer año con trabajos que le encargaron sus maestros, llevó varias sesiones con psicólogos porque se siente culpable del accidente.