Contexto
Amor vs miedo
El antónimo del amor no es el odio. Es el miedo. La emoción que paraliza, la que nos vuelve indefensos e inermes. La que mata.
Cuando alguien se ahoga es cuando queda inmóvil y no lucha. El miedo nos hace olvidar fuerza y recursos, nos apabulla en la obscuridad. ¿El antídoto? Amor. Creer en nosotros y nuestra imaginación y fuerza, sabernos seres espirituales a los cuales cuida Dios, reconocer nuestra unicidad y recursos.
Cuando sólo divagamos como si careciéramos de esperanza y raíces, cualquier problema por nimio que sea nos apabulla y quebranta. Cuando confiamos en la benevolencia de nuestro Creador y del cielo, encontramos ideas y soluciones que nos generan nuevas realidades y oportunidades.
Nuestra realidad es todo aquello en lo que creemos y prestamos atención, así que volvamos inexistente al miedo. Vamos a centrarnos en todo lo positivo que vivamos. Vamos a creer en la prosperidad y oportunidades.
Para ello debemos asumir que somos seres espirituales que no sufren, carecen o temen. Somos seres perfectos y nuestra riqueza proviene de la benevolencia de Dios. No se trata de desestimar las circunstancias adversas o vivir en la fantasía. Se trata de creer en un ser superior que nos ayuda y cuida. Sólo con esta premisa podremos generar entornos más promisorios y felices.
Ante los panoramas recesivos requerimos echar a andar nuestra creatividad y talento para reducir gastos y generar más ingresos.
Reducir implica evitar despilfarro, compras de placer y desperdicio. Seguir lineamientos de austeridad como prolongar vida útil de las cosas e insumos que empleamos. Evitar gastos suntuosos como viajes de placer, joyas, ropa prescindible, alimentos costosos, automóviles, espectáculos caros…limitar y racionalizar el empleo de tarjetas de crédito. No embaucarse con los “meses sin intereses” y pagar puntualmente para evitar intereses moratorios.
Aumentar ingresos es generar más clientes o idear actividades alternas que podamos compaginar con nuestras tareas esenciales. Si trabajamos en una empresa proponer ideas para maximizar recursos o crear extensiones de línea o producto. Idear aperturas de nuevos mercados, ayudar a que la compañía crezca.
Es imprescindible que cada uno de nosotros pensemos que somos una marca que no puede caducar o vencerse. A cada momento debemos idear cómo aumentar nuestro valor en el mercado. Educación continua, nuevas experiencias de vida, generación de soluciones…cada uno es su propia empresa. La marca más importante.
Si nuestra marca la visualizamos de manera holística, debemos pensar en nuestra dimensión espiritual. Así, sea cual sea nuestro oficio, si lo dedicamos al bien general, siempre lograremos mantener nuestros servicios vigentes y valiosos. Nosotros nos convertiremos en entes que solucionan y renuevan.
Escindir nuestro cuerpo y pensamientos del nexos con lo Divino, negar nuestra parte espiritual, es cercenarnos, agotar, limitar, perder pasión y sentido…abrir la puerta al miedo.
Por ello, en esta etapa de incertidumbre y aparente caos, opta por el amor. Refúgiate en tu realidad espiritual antes de decidir cualquier cosa. Espiritualidad es amor.