El presupuesto es un laberinto
Ánimo de Estado y estado de ánimo
Hay quienes dicen que, en materia de política exterior, México tiene que responder “más con ánimo de Estado que con estado de ánimo”. Sin embargo, el desaliento, el miedo y la confusión son tales en estos momentos, que la nación necesitaría más de un líder político que de un diplomático.
La andanada de ofensas de Donald Trump a nuestro país llegó a un límite tal que logró unir a “los de arriba y los de abajo” en contra de lo que consideran un populista, nacionalista, que llevará al mundo al caos, a la guerra y a la oscuridad, como en los tiempos de la Alemania nazi.
En estas horas de desasosiego los mexicanos hubiéramos querido escuchar a un líder fuerte, que respondiera con la misma virulencia y claridad con la que aquel nos ha atacado. Sin embargo, antes y después de la toma de posesión del mandatario “gringo”, lo único que percibimos fue el silencio.
Igual de pasmado que en aquellas terribles horas del terremoto del 85, que nos presentó por televisión a un Presidente balbuceante, sin respuestas, hasta que lo rebasó la sociedad, hoy percibimos esa falta de carácter y liderazgo.
Hubiéramos querido escuchar un mensaje a la nación, con un Jefe de Estado que pusiera en la mesa el enojo de sus compatriotas, que le dijera a ese vecino brabucón que nuestro territorio también ha permitido florecer a las empresas estadounidenses.
Hubiéramos querido escuchar al Primer Mandatario decirle a Trump que nosotros también tendremos la libertad de negociar con China, con Japón, Alemania, Francia y con India, no sólo tratados comerciales, sino de alta tecnología, incluso de carácter nucelar.
Hubiéramos querido oír que México regresa a sus orígenes y que buscará reencontrarse con sus hermanos de lengua y de origen: América Latina y Centro América. Pero hoy nos enteramos que nuestro Presidente está haciendo cola para ser recibido por Trump.
La sangre hierve, el corazón se agita y entonces sí dan ganas de gritar. Por toda respuesta a estos niveles de desgracia, Peña Nieto quiere reunirse con quien nos desprecia profundamente y sólo nos ve como empleados de sus mansiones.
No sé qué duele más, si la insensibilidad de los gasolinazos o la pusilánime actitud de un Presidente que ha llevado la prudencia a un grado de ignominia y entreguismo fatal.
¿Por qué ser prudente con un hombre que le ha declarado la guerra a los medios de comunicación que no están de acuerdo con él? ¿Por qué respetar a un hombre que trata como objeto a las mujeres y las ve como parte de las mercancías que puede comprar y obtener fácilmente?
Lejos de enviar mensajes de fortaleza y decisión, el gobierno de la República responde con acciones confusas, como extraditar en estos momentos a «El Chapo» Guzmán, como si quisiera congraciarse con el poderoso enemigo.
Mientras, Trump escupe en la cara del mundo y les dice: “Primero América”, reviviendo así un nacionalismo totalitario, un populismo febril, generando, con sólo abrir la boca, la incertidumbre global, como si se tratara del aliento del infierno.
México no podría estar peor que hoy: en el plano internacional tenemos a un enemigo que nos aplasta. En el plano nacional la narcoviolencia nos ahoga, ocupando todo el territorio de norte a sur.
Desde Chihuahuas hasta Guerrero, pasando por el Golfo por Tamaulipas, hasta el Pacífico por Jalisco, Colima, Sinaloa; hasta llegar a la Península por Quintana Roo Yucatán y Campeche y en el centro del territorio, por Michoacán Morelos Estado de México y el DF.
Si el TLC está muerto, deberíamos felicitarnos, porque ya nada nos amarra y podemos volar y pensar que el mensaje de la armadora alemana BMW y la disposición de China de negociar con México, podrían ser nuestros escudos no ante los muros, sino ante el plan de invasión que a la larga podría implementar Donald Trump en nuestro país.
No podemos quedarnos cruzados de brazos, y ver sólo la expectativa de que se incremente la pobreza ante el alza de precios que se avecina; los “gasolinazos”; el alza en las tasas de interés de las tarjetas de crédito; el aumento del predial, del agua, la luz.
Un gobierno responsable no puede dar esa receta a sus compatriotas