El concierto del músico/Rodrigo Aridjis
Mucho deben haber visto y temer las Fuerzas Armadas.
Porque la molestia del Ejército y la Marina va en aumento y raya en la desesperación de las tropas.
Es el saldo de diez años de estrategias equívocas.
En ese decenio no se ha cumplido la pospuesta promesa de depurar o de plano formar y sustituir a las policías estatales y municipales.
Unas fuerzas públicas insuficientes, sin capacidad, deficientemente equipadas, sin estrategia y en gran proporción penetradas por el crimen organizado.
Esa lamentable realidad ha obligado a mantener los cuarteles semivacíos y en las calles contingentes verde olivo cada vez más desanimados.
Con un saldo terrible, según su diagnóstico interno: críticas desde distintos frentes, la mayoría de las veces interesadas, a fin de forzar su acuartelamiento y dejar a la sociedad a expensas de grupos criminales.
Esos ataques recurren a distintos argumentos, desde el cansancio de las Fuerzas Armadas hasta la violación de los derechos humanos o su interés de hacerse del poder.
Ejército sin pretensión política
A esas versiones dio respuesta ayer el secretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos, en el aniversario de la Marcha de la Lealtad.
Inicialmente habló del “amor a México” y luego reclamó el prestigio de la milicia:
“Este sentimiento que obrando profundamente sobre la conciencia, nos hace cumplir nuestros juramentos militares, defender al país, velar por el respeto a los símbolos patrios y el prestigio de las Fuerzas Armadas”.
Respondió a quienes acusan al Ejército de buscar el poder civil:
“La institucionalidad que practicamos es atributo que nos reconoce la sociedad, con su aceptación y confianza”.
Para no dejar duda:
“¡Lealtad e institucionalidad! son guías permanentes de nuestro actuar, alejados de pretensiones políticas, respetuosos del estado de derecho (…); de respaldo absoluto a los gobiernos elegidos democráticamente y siempre sujetos al poder civil que, constitucionalmente, los ciudadanos nos hemos dado”.
Más claro, la palabra dirigida al presidente Enrique Peña:
“Los soldados de mar, tierra y aire acatamos las instituciones que por mandato constitucional a usted como comandante supremo le corresponde ordenar y a nosotros nos toca cumplir”.
¿Y la ley de seguridad interior?
El mensaje del secretario Salvador Cienfuegos tuvo muchos destinatarios.
Por supuesto hacia fuera al presidente Enrique Peña y la sociedad, pero hacia dentro a las tropas para pedirle mantenerse en las labores asignadas por el Poder Ejecutivo.
No mencionó por su nombre al Poder Legislativo porque hace lobby directamente el equipo de la Defensa Nacional, pero hay temores fundados de no ver pronto la norma para regular su actuación.
¿Por qué?
Pues porque no hay consenso aún sobre la Ley de Seguridad Interior y aumentan las presiones de acuartelar a las Fuerzas Armadas sin haber formado ni reformado policías.
Ante este panorama, se usará el arma política, la Secretaría de Gobernación (Segob) de Miguel Ángel Osorio Chong, para apretar la pinza y comprometer, por fin, a gobernadores y alcaldes.
Y se quiere actuar antes del desfallecimiento del Ejército y de la Marina.
A ver si hay tiempo y respuesta.