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Zambullirse en el corazón
Lo que te impacta, llena de sentido y significado, lo que te sorprende, aquello que amas realmente, se guarda en el subconsciente. La metáfora para nombrarlo es corazón.
Y en ese cofre inmenso están personas y momentos, pero también narrativas inconclusas y los anhelos que todavía no nombras. Hay episodios desmadejados, vivencias inexplicables, un colorido anecdotario, pero también miedo y eslabones sueltos. Lo que te sorprendió realmente, lo que aún sin procesar te cimbró, aquello que no puedes entender y sin embargo te impacta emocionalmente.
De todo eso, de lo memorable que te atrapa, está lleno el subconsciente.
A veces, no siempre el Día del amor, conviene asomarse a ese desván de ilusionista y ver que atrapa la mano: reminiscencias bellas algunas, insólitas todas, algunas que debieron despedirse de esta vida y nuestros recuerdos hace mucho tiempo.
No siempre en ese cofre aparece lo que buscas. Siempre resulta sorprendente. Lo imagino como un océano lleno de botellas con mensajes diversos. Hay algunas donde se escribe un adiós. Hoy aparecieron tres de esas: un amor que nunca lo fue realmente y en medio de nosotros apareció el mar, una franja que se hizo cada vez más ancha hasta que lo perdí de vista y los ojos se me llenaron de agua salobre.
Otra despedida fue la de alguien que quise mucho pero ya no quiso saber de mí. Mi mano extendida se encontró con su espalda inmutable, hasta que decidí abrir también la palma de la otra mano para recoger todo lo bueno que la vida quiera darme. Ya no ví el muro de este tórax indolente. Treparon a mis manos siempre vivas y violetas.
La tercera despedida fue muy sencilla, un anhelo acallado con una hoja en blanco que un día, no sé cuándo, se llenará de letras negras y entonces si, todo habrá culminado.
Se equivocan quienes creen que en el corazón, nuestro cofre del subconsciente, sólo se guardan tristezas. Ahí están todos los rostros de mi familia en el cielo, por ejemplo. Ahí está la memoria de mi pequeño Leo, mi mascotita, mi niño.
Se preservan en el corazón danzas de fantasía, palomas mensajeras, juegos y promesas, las caricias más sencillas y la seducción.
Corazón es memoria. Corazón es la pasión con la que se arrastra sinuosamente el pincel y la mano que tiembla sobre el cuerpo de la guitarra. Corazón es alguien que tratas de olvidar sin conseguirlo, alguien que te entregó más de lo que quieras reconocer ahora. Pero no es sólo dulce el contenido del subconsciente. Hay también mucho de dolor, intrigas no resueltas e incluso pasos que no te atreviste a dar un día. Corazón es desván de vida.
A veces quisiéramos acabar con todo lo que duele, entrar valientemente y echar abajo fantasmas, dejar incólume ese asombroso lugar. Pero resulta imposible. Eso se limpia mesuradamente, con un calendario impreciso, con el tiempo de Dios, que es perfecto.
Por eso es importante tratar de perdonar y cuidar que está en nuestra vida, porque hasta la letra de una canción anodina, la plática insulsa de todos los días, las noticias alarmistas, las palabras de odio y los programas de televisión abren heridas, a veces reales, otras imaginarias, pero de cualquier manera saltan al subconsciente y hieren.
Hoy, Día del amor, escrudiña que guarda tu corazón. Ojalá sean vestigios felices.