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CIUDAD DE MÉXICO, 18 de febrero de 2017.- El síndrome de Asperger, más que un trastorno, puede considerarse sólo una variación de la diversidad humana. Lo importante en este caso es integrar a quienes lo padecen a la sociedad y la vía que ha mostrado mayor eficiencia para lograrlo es la educación, afirmó Felipe Cruz, académico de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM.
Incorporado dentro de los trastornos del espectro autista, se añadió en un comunicado, es una condición del neurodesarrollo o variación del desarrollo, que influye en la forma en que los individuos dan sentido al Mundo, procesan la información y se relacionan con los demás.
En el marco del Día Internacional del Síndrome de Asperger, que se conmemora el 18 de febrero, el académico dijo que quienes tienen esa condición son peculiares. Si se hace un cotejo de ‘normalidad’, ellos no se mueven en la misma línea que el resto de la gente con respecto a algo específico, pero en muchas ocasiones presentan mayores recursos, dominios y habilidades que las personas ‘normales’.
“Estamos ante una línea de diversidad, de un conglomerado de personas con otras características del desarrollo, que no necesariamente tendrían que ser patologizadas para ser incorporadas a los grupos sociales, o victimizadas para tener el derecho de que se les considere dentro de los procesos socioculturales de ciudadanización”, sostuvo el experto.
Para brindarles atención, informó, la FP cuenta con el Programa de Funcionalización Cognoscitiva y Psicopedagógica para Personas con Síndrome de Asperger, que desde 1993 brinda servicio gratuito que abarca la evaluación y cualificación, así como el diseño, desarrollo e implementación de programas específicos para cada quien, y en trabajo conjunto con las escuelas.
Durante 35 años, prosiguió Felipe Cruz, en esa entidad universitaria se ha desarrollado un trabajo demostrativo mediante un modelo de funcionalización cognoscitiva, que ha permitido atender a pacientes en una dinámica de reducción o suspensión de tratamiento farmacológico y la inserción en ámbitos educativos.
Muchos de ellos incluso terminaron una carrera universitaria y se desempeñan profesionalmente; también hay historias de fracaso escolar, “pero esas ocurren hasta en la normalidad”.
Nos interesa el aspecto neurobiológico, neuropsicológico, pero si no lo aterrizamos en aplicaciones que mejoren su condición en los ámbitos educativos y garanticen su acceso a la cultura, fracasaremos, subrayó el académico.
Inserción
Según la Organización Mundial de la Salud, uno de cada 160 niños tiene un trastorno del espectro autista, “afecciones caracterizadas por algún grado de alteración del comportamiento social, la comunicación y el lenguaje, y por un repertorio de intereses y actividades restringido, estereotipado y repetitivo”.
Las causas no se pueden establecer con un origen único, recalcó Cruz. Sus manifestaciones se relacionan con cuestiones neuroquímicas, estructurales, de genética o de alteraciones endocrinológicas; una inmensidad de aspectos tanto neurobiológicos como funcionales.
El funcionamiento mental y el procesamiento psicológico son importantes al hacer un diagnóstico diferencial. No obstante, en la FP “hemos encontrado que los pacientes presentan procesos de mentalización (atribución, construcción semiótica o autorregulación en el plano neurobiológico, social, cognoscitivo y del aprendizaje) con características peculiares, con toda una serie de recursos y habilidades que consolidan a través de su desarrollo”.
Gran parte de los instrumentos que se utilizan para determinar la existencia del síndrome no son sensibles a esos aspectos, sólo se basan en descripciones de ejecución conductual que se califican como presentes o ausentes.
Las personas con Asperger tienen rasgos positivos, como ser altamente educables, con capacidades distintas, además de ser muy racionales. Puede ser que presenten disfunción en el plano de la atención, pero lo compensan con recursos de memoria y abstracción.
Gente con características del espectro autista se ha destacado no sólo en áreas técnicas, sino en las ciencias duras, lo que ha sido benéfico, porque la mentalidad de la sociedad respecto a esta problemática ha ido cambiando; hoy existe más aceptación, expuso el universitario.
Así, se afianza cada vez más la idea de que la diferencia, por muy obstaculizante que sea en las primeras fases del desarrollo de una persona, no necesariamente tiene que consolidarse como un aspecto discapacitante, afirmó Felipe Cruz.
Hasta hoy no se ha descubierto una cura; hay manejos de control médico y farmacológico que en algunos casos ayudan, pero en otros afectan.