Alfa omega/Jorge Herrera Valenzuela
Los desdichados (Uno de dos)
A las víctimas de los forjadores de desdichas los califica nuestro amigo el médico Fernando Calderón Ramírez de Aguilar, como los desdichados. Acaso tenga razón. Y aprovechamos su buen humor para compartirlo con nuestros amigos.
A los habitantes de muchas partes del mundo, y particularmente a los latinoamericanos, es importante identificar y conocer las causas que han motivado y promovido ancestralmente sus sentidas y destructoras razones que han dado origen a lo que parece son probablemente sus abigarradas miserias, en las que han vivido y viven hasta la época actual.
Para poder llegar a una comprensión lo más completa que sea posible, es prudente ocupar el raciocinio con aguda destreza. Así como el análisis de las experiencias vividas en el trascurso del tiempo. Sumar a todo ello un poco de intuición para llegar a un conocimiento y conclusiones lo más certeras posibles sin mostrar una agresión innecesaria a hallazgo alguno, dentro de una verdad razonable. Establecer una congruencia entre lo que es y lo que debe ser.
Desde luego, podemos anticipar que han sido fundamentalmente los gobiernos con sus prácticas rudamente antieconómicas que estrangulan al pueblo y le impiden generar riquezas.
Duele mencionar que también han sido factor importante las entidades religiosas que se encomiendan a Dios pero con resultados demoniacos, ya que difunden disparates totalmente nocivos. Aprovechan la autoridad que la misma sociedad les confiere y lo hacen en sitios estratégicos como son los púlpitos de las iglesias en las misas que ofrecen a los fieles diariamente y, especialmente, en las misas dominicales, con el poder que como guías y maestros adquieren en las cátedras educativas de las escuelas que dirigen.
No es despreciable el sitio de poder que ocupan los sindicatos en permanente lucha contra las empresas. Al crear empleos o al impedirlos, cuando son deshonestos o persiguen puestos políticos inmerecidos. Logran impedir la formación de capital, el cual emigra hacia otras latitudes.
El sindicalismo debe ser limpio y ocuparse sin ganancia de ningún tipo para los líderes, ya que el sindicato sólo está para evitar los abusos patronales, crear las condiciones adecuadas para el trabajo y buscar sueldos decorosos y contratos colectivos benéficos para los trabajadores. Eso en teoría. En la práctica es diferente.
La sociedad en su conjunto debe vigilar la actuación interna y externa de los políticos, así como sus emolumentos para que éstos sean adecuados y congruentes con las posibilidades económicas y necesidades del país.
Su abuso lleva a condiciones dispares entre las clases sociales, con un gran efecto nocivo dentro de las mismas.
Ya se ha dicho hasta el cansancio que no hay nada peor que el silencio de los inocentes por falta de conciencia, entereza y cultura. Los políticos deben ser vigilados estrechamente para evitar la corrupción, hecho muy frecuente, ya que ellos se basan fundamentalmente en dos dichos:
Político pobre, pobre político; en el arca abierta hasta el justo peca.
Otro factor que ha contribuido a la miseria es el que los intelectuales que odian su modo de vida y hasta maldicen los hábitos de consumo en los que suelen pernoctar. Prescriben con ello una pasmosa receta que hunde aún más a los analfabetos y desposeídos.
Una situación no despreciable, y que es un factor muy importante, es el caso de los militares de todas clases que se han convertido en un factor autónomo.
Tienen una ley interna que impide que los civiles intervengan en sus actos por más nocivos que estos sean. Pareciera ser que se rigen en una constitución propia, consumen siempre, parasitariamente una gran parte de la tajada del presupuesto, y han gobernado o aun amenazan con gobernar nuestras naciones como si fueran cuarteles. No se debe hacer mal uso de estas fuerzas. Se les debe colocar donde deben estar y mantenerlas ahí, ya que están sólo para mantener la soberanía de las naciones. Hay que hacer realidad el dicho que dice: los soldados de tierra o aire a sus cuarteles y los marinos a sus barcos.
Es sumamente importante vigilar la economía, y dentro de ésta, a los empresarios que no buscan la prosperidad con su imaginación, el trabajo intenso. No se arriesgan a los riesgos del mercado, sino que se desenvuelven en asociaciones delictuosas con los hombres del poder sobornándolos continuamente para obtener grandes beneficios, lesionan los presupuestos y la calidad de lo que construyen, fabrican o venden.
No sólo hay que oír. Hay que escuchar claramente a quienes pretenden engañarnos con un discurso de pretendida solidaridad con los más humildes y aplican medidas antieconómicas que llevan a males mayores que los que dizque pretenden corregir.
Continuaremos.