Eliminar autónomos, un autoengaño/Bryan LeBarón
Alerta del PRI ante las izquierdas
Los cuartos de guerra de Alfredo del Mazo en la capital del país, en el Estado de México y en las ciudades del extranjero desde donde le operan sus bots están en alerta roja: el acercamiento de las izquierdas, y en particular de Delfina Gómez a la simpatía de una opinión pública desfavorable al tricolor, continúan en crecimiento.
Incluso las encuestas “apoyadas”, como una publicada este lunes en la capital del país, indican que Josefina Vázquez Mota, la candidata panista no es el peligro para el PRI. Lo es la maestra de escuela contra quien lanzaron el hashtag que trata de asociar a Gómez con el machismo que es censurable en un ex dirigente del 68 de cuyo nombre no quiero acordarme.
A esa alerta se agrega el efecto de las concentraciones de las izquierdas. Especialmente de la realizada en el Monumento de la Revolución este domingo. Andrés Manuel López Obrador convocó a movilizar esfuerzos ciudadanos, vecinales, territoriales de quienes tengan conexión con mexiquenses, a favor de Delfina desde la capital del país. El dirigente parece tener una capacidad convocatoria efectiva que podría destronar al priismo en su más dura trinchera.
Aquí mi argumento sobre la relevancia de esas manifestaciones.
Las manifestaciones del PRD y Morena durante sábado y domingo revelan el enorme crecimiento de ese segmento ideológico partidario. Una fue un empeño desesperado por acreditar vigencia y la otra lo fue para ampliar un ímpetu expansivo.
Mientras, el PRI y en menor medida el PAN, se han distanciado de sus posibilidades representativas de la mayoría nacional.
Como significativamente fue registrado en la elección de Oaxaca en 2016, las izquierdas, de existir convergencia, habrían dominado entonces y dominarían contundentemente la elección del 2018.
Hoy en el PRD el desconcierto y el atrincheramiento en el poder de grupitos es tan grande como en Morena lo es la percepción de certidumbre y el despliegue de asertividad. Con todo, nadie descarta del todo un acuerdo convergente que resolvería el tema de la fortaleza de esa opción electoral con toda claridad.
EL PRD no está muerto sino herido gravemente. Su capacidad movilizadora-acarreadora mantiene cierto peso como quedó demostrado este fin de semana. Sus principales figuras y líderes de corrientes no ostentan directamente posiciones de gobierno y quienes las tienen ni siquiera asumen como ventaja ser miembros del PRD como el caso del jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, u operan directa y fundamentalmente con la Presidencia de la República desde los gobiernos de los estados.
El voto ya no está asociado con el acarreo en los principales centros urbanos de elección como se demostrará en el Estado de México lo cual fortalece el potencial de victoria de candidaturas con arrastre y credibilidad.
Sin una alianza estratégica general con el PAN o con Morena el PRD será simplemente irrelevante en el 2018.
La afirmación de su desacreditada dirigencia, en el sentido de que en Morena hay “cartuchos quemados” es una falacia y es políticamente equívoca.
Es básicamente el eco elemental de lo que se dijo en 1989 respecto del PRD cuando también se integraron ex priistas y ex servidores públicos desprendidos del sistema o, por ejemplo, dos años antes cuando fue formada la Corriente Democrática, precisamente por dos “cartuchos quemados” como fueron señalados personajes priistas de la talla de Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo.
Por supuesto que el tema de la consistencia ética de los integrantes de todos los partidos debe estar siempre abierto a debate. En éste no ignoremos cómo se construyen los partidos y los movimientos sociales: como se quiere y como se puede.
Claro que hay “cartuchos quemados” y uno más “nuevos” reclutamientos cuya reputación nadie desea discutir, por ahora, en la medida en que son síntomas del fortalecimiento de Morena, pero no necesariamente acreditan su mejor criterio de selección a juzgar tanto por la información disponible, el sentido común y hasta por las chifladeras registradas este domingo en el “Acuerdo de Unidad” ante la mención de adhesiones de individuos provenientes de partidos como PRI, PAN, Verde, Movimiento Ciudadano y hasta de algunos senadores del PRD.
De otro lado, en contraste con la masiva y corporativa manifestación perredista, la consistencia del mitin encabezado por Andrés Manuel López Obrador, por supuesto relacionada con el volumen de asistentes, pero sobre todo vinculada con la atención y seguimiento interesado cuando no admirativo del liderazgo del tabasqueño, agrega credibilidad a las probabilidades de integraciòn de un gobierno de izquierdas en 2018.
Imposible olvidar que en 2006 AMLO tenía en su mejor momento una ventaja de 10 puntos porcentuales sobre el PAN. Una distancia aun no alcanzada. Sin embargo, el desplome del PRI y la indefinición de la coalición o alianza que lo enfrentará, beneficia provisionalmente a Morena.
Las izquierdas tienen hoy más confianza del electorado, de acuerdo incluso con los estudios de la Presidencia y de la Secretaría de Gobernación y sus adversarios, divididos, inhabilitados aparentemente para la comprensión de la coyuntura y azorados por su ausencia de creatividad y liderazgo respecto del escenario nacional e internacional, no se han podido a movilizar los elementos humanos, analíticos y operativos que pudieran acortar la distancia.
En el nerviosismo explicable ante la pérdida de más de 30 puntos porcentuales de preferencia por el PRI en el Estado de México, entre 2011 y 2017, puede haber sacudimientos y provocaciones que los actuales tenedores de poder deberían estar dispuestos a evitar. Ojalá.
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