Eliminar autónomos, un autoengaño/Bryan LeBarón
La detención de Javier Duarte, integrante de lo que fue llamado el nuevo PRI y que parecía signo de la desgracia de ese partido, reaviva controversialmente las expectativas del mismo; marca también el inicio de una etapa de intensificación de la guerra de propaganda por la Presidencia de la República en términos del debate de las cercanías y distancias de unos y otros.
Especialmente, revela que ningún evento de la vida pública es y prácticamente no puede ser, ajeno a los posicionamientos partidarios de los principales actores en la disputa por el poder o si se prefiere, más amablemente, muestra los límites en el debate hacia la construcción del proyecto nacional que pudiera comenzar a diseñarse tras la elección de 2018.
Localmente, para Alfredo del Mazo y Miguel Ángel Yunes, en defensa de sus partidos para enfrentar a Morena en el Estado de México en una elección competida y en Veracruz para comicios agitados, la detención de Duarte es buena noticia.
Por eso se lo reconocen al presidente Enrique Peña. El mismo mandatario para quien Duarte era epítome de su nuevo PRI.
Del Mazo y Yunes toman aire como el conjunto de los priistas. También lo hace un segmento de la sociedad que demanda la terminación de la impunidad con independencia de quién y a quién se aplique la justicia…o la ley.
Para Andrés Manuel López Obrador y para los principales opositores al conjunto de fuerzas que respaldan el desplazamiento del PRI, no existe motivo de celebración pues hay cuando menos 11 ex gobernadores más con problemas graves de corrupción que permanecen impunes.
Andrés Manuel López Obrador asegura que la detención demuestra que Peña Nieto usa y traiciona a sus aliados, que es de esperarse una campaña en su contra sosteniendo la idea de que Duarte financió a Morena en Veracruz y que, tanto en lo territorial como en lo digital, asegura el tabasqueño, su partido es ajeno a la corrupción que critica y que le permite justificadamente, dice, reivindicar la bandera de la honestidad.
La construcción del mérito de la detención de Duarte, como puede advertirse, está atravesada por el posicionamiento ideológico y partidario. Los intelectuales de la democracia cristiana prefieren inclinarse por el reconocimiento y suspender, por el momento, un juicio que los acerque a la oposición inaceptable. De hecho, Josefina Vázquez Mota se lanzó este martes contra la asociación que Acción Nacional quiere establecer, como sostiene que Andrés Manuel López Obrador también el PRI desea, entre Duarte y Morena.
En ese mismo sentido, desde otro punto de vista, más ciudadano y no partidista que tratará de reconstituir el sentido más integral de la operación policial o política que hizo posible la detención de Duarte, muy bien cabe la sugerencia de Raymundo Rivapalacio acerca de la probabilidad de un arreglo en el cual quedan fuera de proceso familiares de Duarte, especialmente la esposa que gastaba 8 millones anuales en shopping y vivía triunfalmente de su apuesta a la abundancia… mal habida.
Mi amiga Sara Lovera incluso sugiere que la esposa del ex gobernador pudo ser el cerebro de la operación financiera. Dejada a un lado la imbecilidad atribuida popularmente a la expresión sonriente de Duarte durante la detención y al hecho de “huir” a un lugar como Guatemala y “pedir” que familia y dinero lo alcanzaran.
También es necesario atender, con detalles que podrán salir a la luz en un par de años, la afirmación que el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, hizo correr hace más de un año cuando sugirió después de decírselo a Duarte y después de que lo filtró por aquí y por allá: “si gana Morena te meto a la cárcel”, ante reales o inventadas evidencias de que el ahora detenido estuviera respaldando a la Morena de AMLO en Veracruz dado el distanciamiento de Duarte con uno de los núcleos del PRI.
La afirmación fue retomada por Yunes contra AMLO sin la exhibición de las pruebas prometidas en video por un personaje de material ético semejante al de Duarte y que decidió desde Boca del Río, donde un pariente pelea el poder, difundir que, en el medallero de los colguijes, él es su campeón.
Duarte pasaría algunos años detenido si tuviera el PRI oportunidad de mantener la Presidencia de la República y podría ser liberado antes del fin de la de la siguiente administración.
La suerte sería diferente si gana la oposición. Justicia para mis amigos, todo el peso de la ley para los otros.
Una dirigente sindical sigue detenida sin que la acusación por la que fue aprehendida haya sido demostrada; un asesino de candidato presidencial se mantiene en la cárcel a pesar de haber concluido su condena; personas sobre las que recaen denuncias con evidencia suficiente están fuera de la consignación en la respectiva carpeta de investigación y en Cuernavaca existe indicio de que puede impedirse una candidatura a gobernador porque el poder político hace uso de “la justicia” en la operación de sus fines y en plena demostración de los límites del “nuevo” sistema de justicia penal.
Lo único sólido evidenciado en estos últimos meses es lo siguiente: en primer lugar el debido proceso está sujeto a la operación del poder que lo neutraliza; en segundo lugar, solamente la transición política, específicamente el cambio de una fuera a otra permite acercarse a la precisión del latrocinio a cargo de los gobernadores y, finalmente, ante una elección competida los ex amigos sí pueden ser sujetos a proceso: ni modo compadre, va a estar fuerte pero no tanto como pudo ser a cambio de que no digas que paso con ese envío de tantos millones durante tantos días de campaña en 2011 -en la versión de Felipe Calderón, atacada, allá en aquel año.
Hoy no hay motivo para muchas formas de confianza.
confianzafundada.mx