Abanico
Todos exigimos castigo a los malos políticos.
No importa su origen: por enriquecerse a costo del erario, por aliarse con la delincuencia organizada, por favorecer a familiares o amigos en los negocios desde el poder público…
Y todos hacemos votos por un paso adelante: vigilancia en tiempo real y sanción desde su posición pública, para no esperar el término de su función y facilitar su fuga.
Pero atrás de esos castigos se dan muchos dramas personales y familiares.
Ahí está el caso del panista Guillermo Padrés, cuyos abusos fueron ignorados por Gustavo Madero y Ricardo Anaya desde sus respectivos comités ejecutivos en el Partido Acción Nacional (PAN).
Cuando se le detuvo, se actuó contra su hijo Guillermo Padrés Dagnino y, según su expresión, fue lo más doloroso para Padrés Elías.
En ese momento se arrepintió de haber aceptado la estrategia del ex procurador Fernando Antonio Lozano porque esperaba un proceso abierto y en libertad.
El suyo, no el de su hijo.
Con otros gobernadores es distinto, aunque también con dramas familiares.
Granier se muere, Reyna pide limosna
Nadie se imagina a Javier Duarte sin dinero para contratar grandes despachos para su defensa.
Su riqueza está identificada dentro y fuera de México, con grandes residencias en Estados Unidos y un aparato de prestanombres para entrar en su apoyo.
Por eso su mujer Karime Macías puede viajar a cuerpo de reina por Europa, lejos de su marido.
No es el caso del tabasqueño Andrés Granier Melo.
Su salud está muy deteriorada, al grado de sentirse desahuciado y en espera de la muerte.
-Cualquier día aparece muerto –aseguran sus médicos mientras desde Villahermosa se hacen esfuerzo por sacarlo del reclusorio de Tepepan para llevarlo a una cárcel de Tabasco.
Otro ejemplo de mal destino es el michoacano Jesús Reyna, gobernador interino cuando Fausto Vallejo no pudo esperar más su trasplante de hígado.
Los amigos de Reyna se juntan y hacen coperacha –dos mil pesos tú, mil yo, 500 perengano, y así…– para apoyar al reo acusado de nexos con La Familia Michoacana y tratos con Servando Gómez Martínez, La Tuta.
Lejos del ánimo del autor de esta columna intentar abogar por ellos y ni siquiera generar compasión, sino mostrar el lado humano de quienes han sido señalados por el índice público y capturados por la justicia.
Además, ni médico ni con recursos para ayudar a uno o a otro.
CTM: Aceves no va y otros la explotan
En los otrora significativos Congreso del Trabajo (CT) y Confederación de Trabajadores de México (CTM) hay confusión.
Su dirigente Carlos Aceves del Olmo poco aparece, no reactiva ni a uno ni a otro organismo y así la cúpula no sabe siquiera cómo será celebrado el Día del Trabajo el 1 de mayo.
Simple: de eso se encarga Presidencia de la República.
Mientras tanto, la CTM es pasto de vivales.
Como Aceves del Olmo no está al pendiente, por ahí aparecen quienes capitalizan su ausencia, como quien con el nombre de Felipe León se hace pasar como particular del secretario general cetemista.
Saca beneficios y hasta explota a dirigentes gremiales.
Una de sus víctimas favoritas es el dirigente del Sindicato Azucarero, Adrián Sánchez, a quien le promete amplia difusión y ningún ataque de medios porque, asegura, “yo los tengo controlados”.
Ni para qué recordar los tiempos del CT y la CTM de verdad.