Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
De los seis candidatos a gobernar el Estado de México, no se hace uno. Y eso que hay tres damas y tres caballeros. Su “debate”, mejor dicho debacle, demostró que la recua está, no flaca, sino inmisericordemente en ruina.
Son cuatro con partido político. Y dos independientes. Ninguno o ninguna dio a conocer un plan de trabajo a implantar si llega. Mejor dicho hubo cambio de adjetivos calificativos.. Y sí, por supuesto, se dijeron lindeza y media, sobre todos las señoras que deberían guardar la compostura. Y la finura.
En fin quienes vimos esa plática pedestre nos quedamos convencidos de que quien llegue a la casa principal de Toluca, tendrá la oportunidad de como hoy se dice, aprender.
Y mientras tanto los que habitamos los 125 municipios de la entidad, seguimos en llanto.
Ni modo, diría algún sabio: “Aquí nos tocó vivir. Y, a la mejor, morir”. Pero no en paz. De todos modos, como reflexión erudita, mejor busquemos la felicidad.
A menudo todos reflexionamos sobre la vida, más aún en los momentos malos. Qué posibilidades tengo de progresar preguntamos.
Un día me decidí anotar estos pensamientos personales acerca de cómo lograr la alegría duradera. Mis reglas de oro para ser feliz.
Porque la felicidad es nuestro bien más preciado. Ojalá estés de acuerdo con mis sugerencias. Algunas, seguro, ya se saben. Y se aplican. Creo.
Nadie puede retroceder en el tiempo y cambiar el pasado. Pero cualquiera puede comenzar ahora y crear un nuevo final.
Se nos prometió días sin llanto, risas sin dolor, sol sin lluvia. Fortaleza para el día a día. Consuelo para las lágrimas y luz para el camino. Y casi se cumplió.
Las decepciones son caminos tortuosos. Pero disfrutarás de amplias carreteras después. No te atasques en los baches demasiado tiempo. Sigue adelante.
Cuando sientas frustración al no conseguir tus deseos, siéntate calmado y se feliz, porque dios ha pensado en darte algo mejor.
Cuando algo te suceda, sea bueno o malo, considera lo que significa. Cada acontecimiento esconde un propósito: enseñarte a reír más o a no llorar demasiado.
No puedes obligar a nadie a que te ame. Haz todo lo que puedas por hacerte querer. El resto ya depende de que la otra persona aprecie tu valor.
Es mejor renunciar a tu orgullo por la que amas, que renunciar a tu amada por orgullo.
Pasamos demasiado tiempo en busca de la persona adecuada a quien amar, o en achacar culpas a quienes ya amamos. En su lugar, deberíamos perfeccionar el amor que damos.
Nunca abandones a un viejo amigo. Nunca encontrarás a nadie que ocupe su lugar.
La amistad es como el vino, mejora a medida que envejece.