Teléfono rojo
Felipe Calderón, la incongruencia andando
El ex presidente Felipe Calderón exigió ayer sábado en el Consejo Nacional del PAN condiciones de equidad en la contienda interna por la candidatura panista a la Presidencia de la República. Una demanda razonable y justa. Pero eso que hoy exige no es, sin embargo, lo que sucedió hace seis años en el proceso interno de ese partido, cuando Calderón usó el poder presidencial para tratar de imponer como candidato a su secretario de Hacienda, Ernesto Cordero, lo que rompió la equidad y le atrajo el repudio de la militancia panista que se volcó hacia Josefina Vázquez Mota.
A esa incongruencia debe sumarse el hecho no menos incongruente de que el ex presidente presente esta exigencia a su partido en beneficio de su esposa, la señora Margarita Zavala, de cuyas aspiraciones políticas se ha convertido en el principal operador al mismo tiempo que en su principal lastre.
Con independencia de que Calderón tenga la pretensión inocultable de disfrutar nuevamente del poder por intermedio de su esposa –una pulsión materia de la psiquiatría–, y de que en realidad la lleve al fracaso, en un efecto colateral de las tareas que el ex presidente realiza ha ofrecido en las semanas recientes datos valiosos para calificar su desempeño en el sexenio 2006-2012. Es tal la importancia de los rasgos exhibidos por Calderón, que se impone la pregunta: ¿este es el individuo que estuvo a cargo del país durante seis años?
El 5 de abril, Calderón usó su cuenta de Twitter para atacar a la candidata de Morena a la gubernatura del estado de México, Delfina Gómez. “¿Delfina es nombre propio? ¿O así le dicen por cómo la trata quien la nombró y es su jefe?”, escribió el panista con la intención de hacer un chiste en referencia al líder de Morena, Andrés Manuel López Obrador. No sólo fue un pésimo chiste, fue una muestra insólita de la misoginia y la sorprendente pobreza intelectual que fluye por la psique del ex presidente. La propia candidata del PAN, Josefina Vázquez Mota, se vio obligada a distanciarse de la vulgaridad de Calderón, quien a juzgar por ese comentario no parece tener conciencia de las implicaciones y significados que lleva consigo el proyecto que emprendió con su esposa.
El 27 de abril, Felipe Calderón escribió también en Twitter que el ex gobernador priista de Coahuila, Humberto Moreira, recibió costales de dinero en calidad de sobornos a cambio de contratos. “En la Corte federal de Corpus Christi, testigo señala que recibió y entregó dinero a Humberto Moreira como sobornos”, sostuvo el ex presidente. Precisó que “la relación comenzó en 2008 con la entrega de 40 millones de pesos en efectivo entregados por el testigo en costales de tela en casa de Moreira”. (Reforma, 29 de abril de 2017)
El ex presidente aludió con ello a un documento oficial de la corte texana que recoge el testimonio del empresario Luis Carlos Castillo Cervantes, apodado “El Rey de los Dragones” por dedicarse a la pavimentación de calles con una máquina conocida como “dragón”. El empresario está detenido y es procesado en Estados Unidos por lavado de dinero. En días recientes, ese documento de la corte federal de Corpus Christi, Texas, ha sido glosado en la prensa mexicana sin que quede claro si fue Calderón quien lo trajo al país, aunque dejó ver que lo tiene en su poder pues lo reprodujo en su cuenta de Twitter.
En rigor no hay novedad en las acusaciones contra Moreira, y el caso confirmaría una vez más cómo la corrupción de los políticos mexicanos es perseguida y castigada en Estados Unidos pero no en México. Calderón difundió este documento para fortalecer la campaña del candidato del PAN a la gubernatura de Coahuila, Guillermo Anaya, quien es su compadre, pero otra vez no repara en las implicaciones de esta acción. Lo interesante del caso es que cuando Moreira cometió los latrocinios de los que es acusado, el presidente de México era Calderón, y no hizo nada entonces para llevarlo ante la ley.
Un mes antes, el 26 de marzo, en un acto político realizado en Saltillo, Calderón acusó a Moreira de haber pactado con el grupo delictivo Los Zetas. “Cuando estaba el gobernador Humberto Moreira, todos, todos los cabecillas de Los Zetas vivían cómodamente en el estado de Coahuila”, dijo. “Cuando vinieron los marinos del gobierno federal a defender a las familias coahuilenses, a defenderlas de la inseguridad, del secuestro, de la extorsión, del abuso, del asesinato, cuando vinieron los marinos a liberar junto con el Ejército mexicano a los coahuilenses de ese yugo, ¿saben qué me dijo el gobernador Humberto Moreira? Me habló muy indignado, que retirara a los marinos de Coahuila, que no tenían que estar aquí, que Coahuila no tenía mar, que sacara a los marinos”, expuso indignado. Agregó incluso que su gobierno advirtió que el entonces procurador coahuilense, Jesús Torres Charles, tenía nexos con el crimen organizado, pero pese a ello Moreira lo mantuvo en el cargo. (Reforma, 27 de marzo de 2017)
Igual que en el caso de los sobornos, esta primera declaración de Felipe Calderón contra Humberto Moreira se enredó en la incongruencia del ex presidente panista. Incongruencia que este domingo repitió al decir que sus señalamientos contra Moreira tienen el propósito de impedir que los delitos del ex gobernador de Coahuila queden impunes, al cabo de lo cual “este señor acabará pagando sus culpas”. Porque por encima del palabrerío de Calderón, cómo olvidar que todo eso que presuntamente hizo Moreira, lo hizo mientras él era presidente, y sin embargo no hizo nada para investigar y castigar al entonces gobernador de Coahuila. Nada. Lo que significa que lo protegió. Por eso la pregunta: ¿y este es el individuo que fue presidente y ahora quiere que su esposa sea presidenta?