Descomplicado
Tribulaciones de la izquierda mexicana
Ya están en las urgencias y Andrés Manuel López Obrador anuncia un ultimátum a los partidos de izquierda para hacer una gran unidad y que sus candidatos declinen en favor de los de Morena, partido que él representa. Está bien…
Hace su trabajo político y quiere que ganen sus propuestas para gobernar o legislar en los estados en la lisa del 4 de junio de 2017: Coahuila, Veracruz, Nayarit y, sobre todo, Estado de México.
¿Hasta qué punto los partidos de izquierda estarían dispuestos a declinar en favor de Morena este año cuando los tiempos político-electorales están encima? ¿Acaso el partido de la derecha (PAN) estaría dispuesto a aliarse con partidos como el PRD, como ya prefiguraron para 2018 tanto la líder de éste y el del conservador Acción Nacional, Ricardo Anaya? Ese año se decidirá presidencia, gubernaturas, legisladores, munícipes: la guerra electoral ya se vive y se presagia muy intensa.
Juan Zepeda, el candidato del PRD para el Estado de México hace una denuncia grave que tiene que ver con la utilidad o no de las alianzas entre similares y sus tiempos. Según esto, mientras estaba en baja condición electoral, Zepeda le propuso a AMLO una alianza de las izquierdas para el EdoMex. López Obrador no quiso entonces. Ahora quiere esa alianza y Zepeda que se presiente triunfador dice ‘no este año: sí para 2018’.
“Te invito –dice Zepeda a AMLO- a que seamos autocríticos y aceptes que en el proceso electoral del Estado de México cometiste dos errores: 1. Menospreciar la unidad de las izquierdas e intentar la sumisión de las mismas. 2. No haber revisado a conciencia la honestidad del grupo político que apoya la candidatura de Delfina Gómez. Quien no ha respondido con certeza y transparencia las acusaciones de mal manejo de los recursos públicos del municipio de Texcoco.
“Humildemente pienso que hubiera sido mejor construir a tiempo la unidad de las izquierda y haber encontrado juntos un proceso democrático para la selección de su candidato. Te invito a reflexionar poniendo por delante el interés de las y los mexicanos y sobre todo de quienes menos tienen y a enfrentar unidos la elección de estado que prepara el PRI. Juan Zepeda Hernández”.
Hay arrogancia ahí: si; hay victoria prejuzgada: si; pero también hay un reproche a un dirigente que no tomó la decisión a tiempo y que es utilitario en sus decisiones. ¿Y cuál de ellos no lo es?
Aparte, habría que revisar con cuidado si estos partidos que se dicen de izquierda son de izquierda. Y si sus programas, proyectos e ideal de nación corresponden al género izquierda y en qué medida…
Nadie puede negar que AMLO es un personaje emblemático de la lucha política en México; nadie puede negar, tampoco, que el tabasqueño es un político bien intencionado y no corrupto, hasta donde se sabe. Quiere equidad social, justicia, políticas públicas que disminuyan las diferencias entre seres humanos en un país de tantos contrastes y con rezagos extremos. Todo hasta ahí bien.
Pero esto no significa que en los hechos sea un partido de izquierda cuya filosofía y cuyos programas de gobierno y de políticas públicas estén en concordancia con la voluntad popular y no de las élites. El mismo, y su grupo han configurado una élite. Además, AMLO ha dicho que no tiene ningún problema con aliarse con grupos de poder político o económico que van en contracorriente del ideal socialista mundial, a menos que se entienda como social-democracia. Aunque no lo dice.
¿Y qué tal su posición respecto de las libertades individuales y colectivas como es el caso del aborto o de la libertad sexual? Ha dicho en estos puntos que no, no y no. Está bien. Es su punto de vista y defiende sus propios criterios morales de acuerdo con su actual creencia religiosa, pero en esto se aparta de los esquemas de igualdad sin distingos de clase o características personales.
Los otros partidos que se dicen de izquierda, como el PRD o el PT están ahí a punto de la extremaunción, y no es sino gracias a su registro permanente y a las prerrogativas y alianzas como han subsistido. El caso del PRD ha sido patético por su capacidad de autodestrucción en la que predomina la ambición por el poder en modo hedonista. Pero ¿deveras estos partidos representan a la izquierda mexicana? ¿Y dónde está la izquierda mexicana?… No en el PRD-PT-Morena.
Rescatar ese ideal de izquierda formal, ideológica, creíble, consecuente con su filosofía y acorde con la voluntad popular en beneficio de una equidad social en donde no la hay, solucionarla desigualdad social; gobierno para todos y beneficios para todos, eso es. No dádivas, sí políticas públicas en tono socialista, entendido como el de la justicia social: individual y colectiva.
Hasta hoy hemos visto a estos mismos partidos y, en muchos casos a sus operarios, trabajar al estilo histórico priísta: acumular poder, fortuna, fueros y alianzas entre sus propias élites y desapego al clamor nacional de justicia. Tener más de la mitad de la población en grado de pobreza y a casi 20 millones en extrema pobreza, con gobiernos de derecha-izquierda o todo lo contrario es una contradicción no sólo biológica, también estructural y de partidos.
Todos quieren fuera al PRI –como debe ser-, pero actúan como PRI. Pelean por posiciones, por puestos de alto rango y por perpetuarse en las esferas de la decisión y el recurso económico. ¿Acaso el gobierno de la Ciudad de México es de izquierda aunque se dice de izquierda? ¿En qué se ve? ¿En qué se muestra? ¿Hay igualdad, justicia y trabajo con todo solucionado para todos?
Vaya que sí, que lo que hacen los partidos aquí es el juego que todos jugamos: ellos hacen como que de veras son partidos y nosotros hacemos como que les creemos. Pero: ¿se votará por ellos en 2017 y en 2018? Ese es el misterio que está por resolverse.