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CIUDAD DE MÉXICO, 10 de junio de 2017.- Los escándalos de corrupción de los ahora ex gobernadores Javier Duarte, en Veracruz; de Roberto Borge, en Quintana Roo, y de César Duarte en Chihuahua, confirman que el valor de la alternancia no sólo se logra con el cambio del signo partidista, sino con la modificación sustancial de las prácticas o ejercicio de la política, para evitar la reproducción de las redes de corrupción e impunidad que permitieron estos casos, aseguró la coordinadora del Grupo Parlamentario del PRD en el Senado. Dolores Padierna Luna.
«Ninguna de estas historias de corrupción culmina con la detención y extradición de cada uno de estos personajes. Mal harían los gobiernos de alternancia en cada uno de estos estados si le dan carpetazo a las investigaciones y no sancionan penalmente a los múltiples cómplices de estos modelos de cleptocracias», agregó.
Por ello, la senadora perredista consideró que la lección que nos dejan los casos de corrupción de los Duarte, de Roberto Borge, de Tomás Yarrington, de Guillermo Padrés y de Rodrigo Medina, entre otros, es que ningún cambio se puede limitar a la alternancia partidista, sin antes impulsar una transformación en el sistema que ha cobijado la corrupción.
De acuerdo a la legisladora federal, los escándalos de corrupción de los ex gobernadores, no sólo señalaban una responsabilidad estatal, sino también una clara complicidad con las instancias federales que permitieron crecer “este nivel de descaro y de cinismo».
Los conflictos poselectorales que experimentan los ciudadanos, donde se impugnan los resultados en cuatro entidades, motivan a que los “ciudadanos están desencantados con las alternancias que no modifican de raíz las prácticas de corrupción», aseguró la coordinadora del partido del sol azteca en el Senado.
Padierna Luna recordó que hace un año el PRI perdió los gobiernos estatales de Veracruz, Quintana Roo y Chihuahua, por lo que “el voto mayoritario de los ciudadanos a favor de los candidatos de oposición, en dos casos en coalición PAN-PRD, sorprendió al propio gobierno federal y al priismo, pero no a los observadores más agudos».
Finalmente, la senadora perredista lamentó que lo más doloroso es que junto con los escándalos de corrupción se generó una auténtica crisis de derechos humanos y de falta de Estado de Derecho en cada una de estas entidades.
«Veracruz se convirtió en un gran cementerio clandestino sin que el gobernador Duarte hiciera nada, sin que su partido le llamara la atención, sin que el Congreso local ejerciera el papel de contrapeso. Asesinatos de periodistas, de activistas, secuestros de ciudadanos, hostigamiento a movimientos sociales e, incluso, a la Universidad Veracruzana fue el escenario dantesco que dejó Duarte».