
Libros der ayer y hoy
Fe en las instituciones…cuando sea merecida
En los meses antes de la elección presidencial pero especialmente después de ella, la confianza ciudadana en las instituciones públicas y en general en el cumplimiento de la ley, serán sustantivas para hacer compartible el proyecto de nación en cuyo nombre unas u otras fuerzas políticas asuman el poder nacional.
En ese escenario es lamentable que las autoridades electorales, locales y federales, hayan dado argumentos a un amplio segmento social para dudar de la calidad de la actuación de sus directivos y representantes ante el proceso electoral del 2017, especialmente en Coahuila y en el Estado de México.
Identificar la ilusión de que las autoridades electorales federales y del Estado de México funcionaban con independencia y prontitud es una mala y una buena noticia. El INE, hegemonizado por elementos que fueron promovidos por el PRI, así como el Instituto Electoral del Estado de México, aun en mayor grado, decidieron omitir su obligación de actuar ante un sinnúmero de irregularidades antes, durante y después de la elección.
En el Tribunal Electoral de Poder Judicial de la Federación ni siquiera se discutió para rechazar la denuncia acerca del rebase de campaña del PRI en respaldo de su ex candidato Alfredo del Mazo Maza.
La noción elemental de flagrancia, por ejemplo, ante la actualización de las lamentables tarjetas de oferta como la de “salario rosa”, un asunto altamente controvertido y rechazado desde el 2012, no fue actualizada en ningún caso.
Cuando la Fepade detiene camiones con acarreados la autoridad omite informar a la opinión pública que eran del PRI. El titular de ese organismo también promovido por ese partido.
La mala noticia es la pérdida de una parte crucial de la confianza ganada como prestigio de las instituciones electorales. A partir de este 2017 podremos medir un nuevo punto de inflexión en la autoridad pública atribuida y podremos comparar con los datos del propio IFE de 2013 respecto de la aprobación del ahora INE.
La buena noticia es la pérdida de la ilusión acerca de la autoridad electoral obliga a los actores políticos, especialmente a Morena, la fuerza más representativa de la oposición a aquello que es el conjunto de relaciones dominantes y que llamamos “régimen” o “sistema”; los obliga a asumir cuáles son, también, sus propias limitaciones y potencialidades.
Para evitar su crecimiento y la probabilidad de la llegada de Morena al poder nacional, “el sistema” aún cuanta con un enorme arsenal.
Ese partido, el más exitoso de crecimiento en corto plazo en la historia de los partidos en México en cierta manera paradójica ganó perdiendo. Al carecer de la oportunidad -no la ganó dicen los que critican lo “descabellado” de las protestas- de gobernar, no hay manera de identificar empíricamente los errores del proyecto de Delfina Gómez Álvarez o de las izquierdas agrupadas en Morena.
La ilusión del funcionamiento independiente de las instituciones electorales puede ser acompañada de otras dos fantasías: que el PRI ha ganado reconocimiento social o de que Morena puede omitir la estructuración territorial, programática y personal -del conjunto de cuadros y liderazgos- de su proyecto de nación.
La obligación de poner los pies en la tierra es la buena noticia para quienes buscan el cambio de sistema, régimen, o al menos de partido en el poder.
Las instituciones electorales tienen que hacer un enorme esfuerzo para demostrar que su actuación futura, bajo mayor presión, puede ser mejor que la demostrada ante menor turbulencia lo cual, lógicamente, parece más una fantasía que una realidad…como una ilusión.
confianzafundada.mx