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CIUDAD DE MÉXICO, 26 de junio de 2017.- El ingeniero José Luis Lara Pedrero, subgerente de Mantenimiento Mayor y Rehabilitación del Sistema de Transporte Colectivo Metro, muestra orgulloso uno de los mil 19 nuevos diferenciales para vagones del Metro que afirma, harán más fluida la circulación de 42 de 45 trenes de la Línea 2 del Sistema de Transporte Colectivo (STC).
El diferencial, un armatoste de 600 kilogramos que convierte la energía eléctrica en mecánica para movilizar a cada vagón, está colocado en un banco mecánico dentro de los talleres de Ticomán, ubicado a un costado de la estación Indios Verdes. Antes de ser instalado en uno de los vagones de un tren, es sometido a pruebas de funcionamiento.
“Es lo que mueve a las ruedas, por vagón hay cuatro, cada carro motriz NM-02 [los que circulan en la Línea 2] tiene en seis vagones, es decir, 24 por tren”, explica a Quadratín México.
Los mil 19 son de la marca Texcelis, forman parte del equipo y herramientas entregadas el viernes 16 de junio pasado por el director del Metro, Jorge Gaviño, para reparaciones de los trenes durante los próximos 10 años.
En el taller de Ticomán, cada diferencial es puesto a girar en un sentido por cinco minutos a 300 revoluciones por hora. Posteriormente, una vez que pasa dicho lapso de tiempo, se gira en sentido contrario; después durante 15 minutos se gira a mil 500 revoluciones por minuto y eso simula una velocidad de 30 kilómetros por hora, un tiempo equivalente al empleado como si recorriera 7.5 kilómetros; luego en sentido contrario se hace la misma prueba por otros 15 minutos.
“Previo a la instalación del tren se verifica que no tenga vibración, ruido anormal, fugas de aceite y podemos asegurar que está en perfectas condiciones y será instalado en el área de ensamblado”, añade Lara, con más de 30 años de experiencia como empleado del Metro.
Reconoce que los anteriores diferenciales de la misma marca tenían fallas, pero los nuevos vienen mejorados para que no ocurra lo mismo. Incluso los bancos que serán colocados en los trenes recogen mediante filtros las rebabas metálicas desprendidas durante la fricción del funcionamiento, y eso ayuda a que no haya un calentamiento y un desgaste adicional.
Cada 10 mil kilómetros –cada tres o cuatro semanas– se cambia el aceite de los diferenciales, se retiran las rebabas y se asegura su funcionamiento.
“Nos da la seguridad que no habrá mayor calentamiento por partículas atrapadas o que vaya a fallar algún rodamiento o cualquier cosa de eso”, dice, entre el ruido de motores que se escucha en el enorme taller.
La de los diferenciales no es la única sustitución para los vagones, y todos los rodamientos de los sistemas de los boogies de los motores –que contienen los elementos de la tracción, como son los equipos conectados a las ruedas de seguridad y a las neumáticas y los propios diferenciales– se están cambiando por nuevos. En el taller se desmontan y se envían a áreas específicas para ser desarmados y cambiarle los elementos.
“Es una gran sustitución”, remarca.
Al consultarlo sobre cuáles ventajas habrá con dicha sustitución, expresa que habrá menos fallas, mejorará la viabilidad y la seguridad y cuando los trenes vuelvan a pasar los 750 mil kilómetros no regresarán al taller de mantenimiento mayor por alguna falla.
Como dato adicional recuerda que el mantenimiento mayor se le daba cada 750 mil kilómetros a los trenes, pero la empresa que ganó para hacer dichos trabajos se echó para atrás.
“Por problemas de la empresa nosotros como Metro asumimos el reto y ahorita vamos por el segundo tren”, resalta.
El primer tren con piezas sustituidas nuevas ya circula en la Línea 2 con mantenimiento mayor y se tiene programado que salgan dos trenes más por mes.
Los más viejitos
Los modelos de trenes MP68R93, los más antiguos y usados en el resto de las líneas, con excepción de la A y la 12 que son férreos, también son modernizados en el taller de Ticomán, agrega Lara, mientras muestra algunos de los vagones, elevados sobre gatos hidráulicos, desde donde son destripados para hacerle su cambio de piezas luego de circular 500 mil kilómetros.
Se trata de una cirugía medida en miles de kilogramos, ya que cada vagón pesa 30 toneladas, y cuando ya se le quitan las piezas de cambio, pesa la mitad. A dichos vagones se les han puesto refacciones nuevas para la suspensión primaria, secundaria, motores de tracción, enganches y los propios diferenciales.
“Todo nuevo, por eso digo que estamos echando la casa por la ventana, estamos instalando elementos nuevos”, reitera Lara.
La sustitución permitirá además usar energía eléctrica durante el frenado, la cual se puede reintegrar a la red para el funcionamiento del propio sistema, presumió el ingeniero.
“Una de las ventajas que se tiene en la modernización de los trenes MP68R93 es que la energía eléctrica que se genera en el frenado anteriormente era disipada en resistencias, en calor, esa energía se pierde, pero ahora con la modernización se está instalando un equipo que va hacer que se inyecte a la línea y sea tomada por otro tren.
“Eso les generará ahorro. Ya no vamos a gastar tanta energía eléctrica porque el mismo tren la generará para otros trenes”.
De acuerdo con Lara ya hay trenes modernizados con ese sistema de ahorro de energía y circulan en las líneas B, la 6 y la 7.
El taller de Ticomán también recibe a trenes modelo NM79 para darles revisión general o mantenimiento mayor.
-¿El usuario cómo es beneficiado?
-Con más confort, menos fallas, mayor seguridad y mayor disponibilidad de trenes -responde.
Las ventajas también serán para los 230 trabajadores que de 8 a 22 horas trabajan en el enorme taller, donde además de reparaciones mecánicas también se pintan los trenes.
“Vamos a tener menos trabajo en este taller porque ya no nos van a regresar los trenes para que los atendamos de alguna avería”, concluye.