Lilia E. Cárdenas Treviño, líder social y promotora cultural
CIUDAD DE MÉXICO, 4 de julio de 2017.- Apenas había pasado una parte de la interpretación del cuarteto de ramos cuando surgieron los aplausos en el homenaje luctuoso al pintor José Luis Cuevas, fallecido el 3 de julio.
Fue en la segunda guardia instalada a las cenizas de Cuevas, con sus hijas Mariana, Ximena y María José, cuando emergió el nombre de Berta (la primera esposa y madre de las hermanas) repetidamente.
Después, se escuchó otro grito: «no están solas, no están solas».
Entre las hijas del pintor y su ahora viuda, Beatriz del Carmen Bazán, hay un conflicto, y Mariana, Ximena y María José acusaron a quien fue la segunda esposa de su padre de no permitirles verlo.
Incluso, escribieron en redes sociales que no lo veían desde hace un año.
Hoy, se encontraron en el homenaje y las diferencias afloraron.
Posteriormente la secretaria de Cultura del gobierno federal, María Cristina García Cepeda, llamó a Cuevas «voz e imagen de la ruptura», en alusión al movimiento que el artista encabezó y significó el rompimiento con la nacionalísima corriente plástica de los muralistas.
También recordó que Cuevas aprendió lo mismo del Marqués de Sade, que de Octavio Paz y lo reflejó en su obra.