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CIUDAD DE MÉXICO, 9 de julio de 2017.- En México se consumen al año 27 kilos de carne de pollo per cápita. Es el séptimo productor de pollo de engorda en el mundo, pero es un país con dependencia genética: carece de pies de cría e importa progenitores y reproductores, señaló María del Pilar Castañeda Serrano, investigadora de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia (FMVZ) de la UNAM.
Por su precio, esta carne es más consumida que la de cerdo y res. Es tan importante la avicultura en la economía mexicana, que de 10 kilos de productos pecuarios, 6.3 son de carne de pollo y huevo, así como de sus derivados, indicó la también coordinadora académica del Centro de Enseñanza, Investigación y Extensión en Producción Avícola (CEIEPAv) de la FMVZ en Tláhuac, Ciudad de México.
La dependencia genética es tal, que si empresas de Estados Unidos, Francia e Inglaterra decidieran no vendernos reproductores y progenitores, «quebramos como productores», alertó.
El pollo de engorda y la gallina de postura no son especies o razas, sino estirpes o líneas genéticas generadas mediante un mestizaje, y crear una estirpe del primero (Ross, Cobb o Hybro) o de la segunda (Hy-line, Babcock o Hisex Brown) implica mucha inversión de tiempo y dinero, afirmó Castañeda Serrano.
Las empresas extranjeras que crearon estas estirpes venden a los avicultores mexicanos parvadas de progenitoras, que al cruzarse generan reproductoras, que son las mamás y los papás del pollo y gallinas que conocemos.
En nuestro país grandes empresas controlan la integración vertical de la avicultura, pero sólo cuentan con los progenitores. Hasta ahí llega la avicultura mexicana, porque los dueños de las estirpes genéticas, de los pies de cría (los papás de los progenitores), son empresas extranjeras.
Y es que tener pies de cría, una estirpe aviar mexicana, requiere de mucho tiempo de mestizaje y una gran inversión económica. Para lograr un ejemplar redondeado y que produzca rápidamente carne, hay que hacer cruzas durante al menos 10 años para fijar esas características y lograr que las transmitan. “En la avicultura industrial se debe asegurar que toda la descendencia tenga la misma carga genética, y eso se logra con programas intensivos de mejoramiento genético”.
Después del manejo del mestizaje por más de una década, se podría tener un pie de cría, pero también se debe invertir en infraestructura y tecnología para “apapacharlos” y analizarlos. Se debe tener todo su genoma, hacerles cierto tipo de estudios (rayos X para determinar densidad de huesos, por ejemplo) y probar si transmiten a su descendencia las características.
En la granja de la FMVZ se podría trabajar una línea de investigación para dejar de ser dependientes genéticamente en esta área de la avicultura, pero se requiere de una inversión fuerte para sostener el proyecto por más de 10 años y lograr una estirpe hecha en la UNAM, concluyó Castañeda Serrano.