Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
Plegarias no atendidas
Hubo odio racial en Charlotsville. Hubo odio fundamentalista en Barcelona, Niza, Londres… Hubo y hay odio histórico en Irán… Hay odio en muchas calles de México en donde en nombre del crimen organizado, narcotráfico, o quítame estas pajas se enfrentan y mueren mexicanos cada día en una guerra entre buenos-malos-cómplices-traidores-corruptos-guerreros sin par: todo junto…
Hay odio en los cuerpos que cada día se encuentran aquí o allá en distintos lugares de la República Mexicana azotados, humillados y ofendidos. Se sabe de su localización y nunca más se sabe en qué termina eso… ¿Quiénes son? ¿Por qué terminaron ahí seres humanos que un día fueron alegría de sus padres, que un día crecieron y se hicieron gente de bien o de mal…? Hay odio disperso ahí…
¿Qué está pasando? ¿Por qué esa transformación humana y social en un lapso que hoy se acumula pero que se recarga con viejos agravios, viejos rencores, rencillas no solucionadas? No es sólo México. Es en el mundo todo… o casi…
Hace apenas unos días un buen amigo español publicó su preocupación porque luego del atentado terrorista en Barcelona que costó catorce vidas y tiene a más de cien en estado grave en hospitales allá, se dice que el Ejército español podría salir a las calles a patrullar para garantizar la seguridad pública…
Las opiniones van en pro o en contra. En pro porque dicen que así se garantizaría de forma más evidente la seguridad de los españoles; en contra porque entra el argumento histórico de que el Ejército… los ejércitos de un país están para garantizar la soberanía y la seguridad nacional, no para hace tareas de policía.
Y como quien no quiere la cosa ya pusieron en la oreja de algunos españoles esta idea. Y para el colmo algunos españoles que miran a lo lejos ponen el ejemplo de México en donde –desde el gobierno de Felipe Calderón Hinojosa, el presidente cruel, en 2006- el Ejército salió a las calles para rescatar la seguridad pública en este país en donde el presidente Fox y su esposa, que gobernaron México de 2000 a 2006, se hicieron que miraban hacia otro lado mientras en el país las pandillas de maloras se consolidaban y traficaban y mataban… Todo en silencio…
Y dicen esos españoles que miran a México: “¿Qué pasó ahí. Acaso terminaron con las matanzas que se ven día con día y por todos lados en México? ¿Sirvió de algo que saliera ese Ejército a hacer funciones de policía?” Y duele tal afirmación porque uno se pregunta exactamente lo mismo aquí.
Pero ya. Lo hemos discutido hasta el cansancio. Y sin embargo subyace a todo esto esa amargura de sentimiento que se llama odio. Porque eso es lo que se ha generado entre muchos hombres de nuestro tiempo. Y sigue siendo lo que se ha discutido hasta el cansancio: el factor humano…
¿Somos malos los seres humanos en origen y, por lo mismo se crearon religiones, creencias de redención y leyes que lo contienen, que lo detienen, que lo castigan?
“La violencia suele ser una consecuencia del odio. Cuando un Estado está a punto de declarar una guerra, suele promover el odio hacia el enemigo entre los ciudadanos y los soldados. De esta manera, las acciones violentas aparecerán como justificadas y no generarán rechazo o sentimientos encontrados en la sociedad”.
¿Pero cuál es el origen en nuestro caso? El debate no puede quedarse sólo en lo religioso. Entre lo bueno y lo malo. En el blanco y el negro. La filosofía católica, por ejemplo, fomenta la filosofía cristiana del amarse unos a otros, perdonar los agravios y no agraviar… Y tiene diez mandamientos que rigen esa convivencia y esa aproximación divina… Aun así el hombre odia…
Y luego las leyes marcan las reglas de convivencia, suponiendo que habrá quienes las rebasen, las trastoquen y quienes –incluso- en nombre de la ley cometan agravios y, por lo mismo, generan rencor que pasa a ser odio si no es atendido el agravio y solucionado.
Pero estamos hoy en día en una espiral ascendente de irracionalidad. Lo de Charlotsville es un ejemplo clarísimo de odio; pero también hay ejemplos que nos agravian a todos en México como es el trato que se da en Estados Unidos a muchos de nuestros compatriotas que lo único que buscan allá es solucionar el gran problema de la pobreza y la desigualdad a que son sometidos en México bajo gobiernos y regímenes que ‘ni ven ni oyen’ los clamores sociales.
Y hay odio allá, en Barcelona, Niza, Londres… En Venezuela… Ahí están esas miradas que, como dijera Eliot –y que recupera José Joaquín Blanco en su espléndido ensayo “Ojos que da pánico soñar”-: “Eyes I dare not meet in dreams”. Eso es. Nuestras miradas entre quienes no nos conocemos se han vuelto furtivas, evasivas y cuando nos miran son firmes-duras-metálicas…
Algo nos está pasando en el mundo por estos días. Y algo está pasando en México en donde, como sin proponérselo, el temor-miedo-pánico genera odios. La intriga y el rencor. El deseo de descalificar al ‘enemigo’… Y hay odios cuando se trata de castigar a quien se considera enemigo…
En fin. Este es el panorama terrible de nuestros días. Que no quiere decir que sea el síntoma de nuestros tiempos, pero que si nos marca y nos enseña que hay que recuperar, ya, el tiempo perdido, y la cordura y las ganas de estrecharnos las manos. Darnos un abrazo que hace que corazón con corazón se encuentren y se digan…
Teresa de Ávila decía: “Se han derramado más lágrimas por las plegarias atendidas que por las no atendidas”… Pues eso. Pensemos un poco y encontremos en la lectura y en las artes la solución y la redención. Ahí está la esencia de lo humano, lo que realmente es humano… Como la mirada de un niño que no tiene nada más que decir que: “hola ¿cómo estás?”