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CIUDAD DE MÉXICO, 23 de agosto de 2017.- Glenda García perdió a su papá, a su hermano y a su hermana en la masacre de 72 migrantes de San Fernando, Tamaulipas, ocurrida hace siete años.
En el evento San Fernando: 72 migrantes, 7 años sin la verdad, realizado en el Museo Memoria y Tolerancia, Glenda, quien es guatemalteca, expuso que el 2 de noviembre de 2010 recibió los ataúdes de su hermano y su papá, y de este último las autoridades le impidieron abrir el ataúd. A pesar de ello pudo abrirlo.
«Me enseñaron sólo una bolsa de pedacitos, pero no hemos obtenido la verdad, la justicia», dijo mientras mostraba una foto de su papá.
En el caso de su hermana fue algo similar, ya que le entregaron sólo agua y bolsas de papel.
«Por eso pedimos la exhumación, mi madre está enferma porque cree que su hija está viva pasando quien sabe qué cosas», indicó.
A siete años, afirmó que de ningún estado, ni el mexicano ni el guatemalteco han recibido apoyo para esclarecer qué ocurrió realmente con sus familiares.
Un caso similar ocurrió con la hija de Mirna, también migrante víctima de la masacre de San Fernando.
A Mirna –de El Salvador– tampoco le dejaron ver a su familiar y le impidieron que abriera el ataúd.
Han pasado siete años y aún desconoce si se trata de los restos de su hija.
Ella quiere que con un fémur se hagan pruebas de ADN y tener una respuesta y si comprueban que es su hija, para ella está bien. «Queremos saber la verdad», concluyó.
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