Corrupción: un país de cínicos
Esa tragedia llamada Venezuela
No se encontró otra opción para resolver el problema: el medicamento tenía que ser introducido a escondidas a territorio venezolano, en una caja de Corn Flakes, porque de otra manera el ejército o la policía podían detectarlo y, sin más investigación, requisarlo, lo que ocasionaría sencillamente que estuviera en serio peligro la vida de una niña que sufre epilepsia.
La pequeña, de apenas seis años de edad, empezó con convulsiones durante una semana. El diagnóstico no fue alentador: la niña presentaba un cuadro de epilepsia que requería el suministro de un medicamento específico, que fue imposible encontrarlo en Venezuela.
La familia de la pequeña cuenta con recursos para adquirir la medicina, pero sencillamente por el desabasto de toda clase de productos prevaleciente en ese país, la medicina buscada no es producida.
Por medio de sus conexiones, los familiares encontraron apoyo entre venezolanos que viven en Austin, Texas, en donde fue posible adquirir el medicamento. Sin embargo, surgió un impedimento real ¿cómo sería introducido ese medicamento sin que cayera en manos de un ejército que podría ver en un simple envío de paquetería un acto ilegal?
El producto fue enviado recientemente desde esa ciudad texana hacia Caracas por medio del servicio de paquetería de FedEx y quienes realizaron el envío aún tienen la incertidumbre de si la supuesta caja de cereal será abierta por el ejército bolivariano y requisada. Aún no se sabe cuál será el desenlace.
La voz de Raynell Martínez Mújica, del otro lado de la línea telefónica, suena emotiva cuando se refiere a la crítica situación en que se encuentran millones de venezolanos debido a la falta de medicamentos o, incluso de comida, en un país cada vez más hundido en una crisis humanitaria que no encuentra caminos de solución.
La tesorera de la Asociación de Venezolanos en Austin se refiere a una realidad que lastima, que hiere, que está presente cada vez más en el plano internacional por la crudeza con que se ha presentado.
Menciona que el caso de esta pequeña que no tiene acceso a un medicamento para la epilepsia, porque sencillamente ya no se produce en Venezuela, es sólo una muestra del calvario que padecen diariamente los habitantes de la nación sudamericana.
La producción de medicamentos se desplomó y aquellos enfermos que presentan enfermedades crónico-degenerativas, como son la hipertensión, la diabetes y el cáncer, sufren una condena casi mortal, porque sencillamente no cuentan con medicinas con que controlar sus padecimientos.
Pero no sólo eso, Raynelli describe que en Venezuela muchos enfermos fallecen por complicaciones de padecimientos fácilmente tratados en otras naciones, como son la gripe y las diarreas. Hay una carencia casi completa de antibióticos.
La ‘Dieta Maduro’
No suministrar medicamento a un enfermo es grave, pero es peor aun cuando una persona ni siquiera tiene que comer.
Debido al desplome en la producción de alimentos, provocada por las fallidas medidas del presidente venezolano Nicolás Maduro, son millones de ciudadanos las que se quedan prácticamente sin probar alimento.
Es ya común ver a cientos de miles de venezolanos buscar restos de comida entre la basura, expuestos a toda clase de enfermedades. No les queda otra.
Y no se trata de gente pobre solamente, sino que son personas que pueden hasta tener un empleo. El problema radica en que no sirve de nada tener un ingreso, incluso fijo, cuando los anaqueles de las tiendas están vacíos, sin comida, medicinas ni otros productos de primera necesidad.
Raynell se refiere a lo que la voz popular conoce a la ‘Dieta Maduro’, es decir aquella a la que están obligados millones de venezolanos que no se alimentan en ocasiones ni una vez al día por la situación económica que enfrenta esa nación.
Subraya que en los últimos seis años en Venezuela se ha afectado seriamente el crecimiento normal de varias generaciones de niños por una deficiente alimentación. En algunas ciudades no es posible ni siquiera conseguir leche para los más pequeños.
Comenta que los habitantes de Venezuela presentan actualmente un índice de desnutrición grave, que jamás se había detectado en la historia de ese país.
Y no es sólo la falta de productos en el mercado interno lo que propicia que millones de venezolanos tengan una alimentación deficiente, en esta precaria nutrición contribuye también la galopante inflación que se registra.
El Fondo Monetario Internacional pronostica que en 2017 la inflación en ese país registrará un crecimiento de 720 por ciento, el índice más elevado en América Latina y uno de los mayores en el mundo.
En la nación sudamericana se repite aquella profecía bíblica que refiere que en los últimos días no se podrá comprar comida ni siquiera con una buena cantidad de denarios (monedas). Raynell menciona a este respecto que es común que un pan se compre en cinco o seis veces su valor real, debido a la escasez.
“En Venezuela matan a la gente por comida”, comenta. Menciona que es común que para comprar comestibles deban salir todos los integrantes de una familia para adquirir víveres, con el objetivo de proteger lo que adquirieron de las bandas de ladrones que pueden atracarlos.
La Asociación de Venezolanos en Austin, a la que pertenece Raynell se ha organizado para captar donaciones de comida, medicamentos y productos de primera necesidad y enviarlos a su país de origen.
“Hemos enviado cajas y cajas de ayuda, pero hace falta mucho más”, relata. Con desagrado afirma que, a pesar la grave crisis que afecta a Venezuela, el gobierno niega la realidad de lo sucedido y, lo peor de todo, es que incluso “tenemos autoridades que se burlan de que el pueblo no tiene medicamentos ni comida”.
“Esa es la tragedia que enfrentamos”, remata.