Mujeres mexicanas memorables (6)
Transparencia y resbalón en Morena
La decisión de Morena de mostrar la encuesta básicamente salva lo que parecía convertirse en un escollo de ilegitimidad acerca de la elección de Claudia Sheinbaum como virtual candidata al gobierno de la Ciudad de México.
De acuerdo al punto de vista de las audiencias hipercríticas de Andrés Manuel López Obrador y de su partido, la encuesta y su utilización no se correspondían con la ausencia de los detalles sobre ella.
De otro lado, en unas horas, con un twitter que pudo ser mejor elaborado, el líder de esa organi-zación retrocede en su puntaje recién ganado al acusar a Reforma de iniciar una campaña en su contra al plantear el tema de una supuesta falta de transparencia. Esa opacidad era asociable con la negativa inicial de dar a conocer los resultados y detalles del ejercicio demoscópico.
Lorenzo Meyer, quien es un activista, un prestigiado profesor y un intelectual bien querido por Reforma y en Morena, salió también a defender la encuesta y, al hacerlo, mostró cómo se puede colaborar en ese medio, contribuir a dar credibilidad al ejercicio estadístico y no por ello participar de una probablemente imaginaria campaña de ese diario en contra de Morena, o respecto de la cual, de existir, no era precisamente lo más políticamente correcto criticar a un medio por plante-ar un tema legítimo.
Reforma insiste, en su columna principal y en la promoción de ella en el portal digital que “exper-tos” consideran sesgo metodológico en la elaboración. De ahí el tema deviene en epílogo bizanti-no.
Es más relevante, me parece, reconocer que está en las manos de Morena, y por supuesto en la de sus adversarios, hegemonizar el sentido que tiene la encuesta y todo tema en el escenario que vivimos hacia el 2018. Los resbalones de negar legitimidad a las preguntas y a las inquietudes de los medios no necesariamente favorecen las causas de Morena…y los tropiezos también pueden estar en la prensa.
La capital nacional es el único espacio donde lo que es ventaja respecto de otras entidades -participación política y social informada, con vestigios muy importantes de política clientelar y abusiva- puede convertirse en pretexto de unas y otras fuerzas políticas para omitir analizar, desde el daño menor hasta el desastre vigente, en la imagen y la percepción de unos y otros.
Hay que decirlo fuerte y claro, la izquierda debe asumir su compromiso con su propia congruencia declarada en materia de transparencia y de equilibrios en todos los aspectos.
Cuando la encuesta beneficia es democrática, así fue hasta que se constituyó Morena y cuando el PRD no veía el problema que percibió en un primer momento sobre dicha metodología usada en todos los modos hasta los inaceptables política o académicamente.
Internamente en Morena, algo semejante ocurre: si no me beneficia “quién sabe quién la hizo”. El adversario más obvio en plantearlo fue Ricardo Monreal.
Externamente, para todas las demás audiencias, hay que demostrar sencillamente cómo se construyen acuerdos y encuestas, políticas públicas y estrategias, programas específicos y de gobierno.
Parte de la izquierda, el PRD, ante su decaimiento en la capital, encontró un filón de ataque en las omisiones discursivas y/o técnico-políticas de Morena. Esa oportunidad de atacar a Morena se desvanece por el momento al ser abiertos los resultados de la misma.
Si el partido fundado por Andrés Manuel López Obrador se conforma con indicar, sin justificar clara y contundentemente sus argumentos, abre la puerta a una enorme oportunidad al resto de los partidos, es decir, el conjunto de los adversarios del político tabasqueño, para argumentar la existencia de simulación.
En esa lógica la existencia de “simulación” parecería suficiente para las otras fuerzas para reivindi-car uno de sus más esgrimidos argumentos: “no hay peores que otros, todos somos iguales en esta miseria”.
Si los adversarios de AMLO, específicamente los integrantes del PRI de un lado y aquellos que simpatizan con el PAN y el PRD, del otro, sostienen que Morena es un partido y, por lo tanto, al ser una institución de interés público está obligada a la transparencia y mediante ella, a demostrar congruencia, en todas las áreas, tienen razón.
Pero omiten reconocer lo que ocurre con los fenómenos internos.
Morena gana un espacio de legitimidad ampliado al mostrar la encuesta a la comunidad más in-formada del país.
Otros partidos ni siquiera enuncian -aunque Morena tampoco lo precisó- cómo se combinarán los criterios “consenso”, “encuesta”, “dedazo”, “simpatía del presidente”, “fuerzas vivas”, “asamblea nacional”, “los liderazgos”, “el círculo cercano”, “lealtad”, “trayectoria” y tantas otras que se articulan discrecionalmente ante audiencias que suponen desinformadas y tontas.
Los críticos interesados de Morena -hay otros legítima e igualmente críticos por supuesto- desean ardientemente evitar el problema que enfrentan: existieron al menos cuatro aspirantes cada uno con una presencia superior al de ninguna otra fuerza en la capital del país.
Omiten indicarnos algo al menos exploratorio acerca de la enorme falta de vitalidad de otras fuerzas políticas en la capital y de los métodos de elección de algunos candidatos…que puedan ganar la elección.
La crítica a Morena desde el argumento único de la presunta simulación encubrió, en conclusión, la ausencia de autocrítica o explicación acerca del letargo, estancamiento, quebrantamiento o desaparición de otras fuerzas electorales en la capital del país y, probablemente, en toda la nación consideradas como corruptas, ineficientes o encubridoras de la impunidad.
La interpretación, la “verdad” sobre este y otros temas es un espacio más de la lucha política y de movimientos para ganar la confianza pública.
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