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CIUDAD DE MÉXICO, 21 de septiembre de 2017.- Han pasado alrededor de ocho horas desde el último rescate de una persona con signos vitales débiles que se sacó entre los escombros del edificio de Ámsterdam 107 y Laredo, en la colonia Condesa, pero la esperanza ni los ánimos se pierden entre rescatistas, brigadistas y voluntarios.
Se escuchan gritos para dar ánimos y seguir la remoción de toneladas de concreto y fierros retorcidos. Si la lluvia no detuvo los trabajos, menos la noche los detendrá. Se busca a una mujer de 86 años de edad.
El vaso de café negro empieza a ser demandado entre los presentes. Hay más de mil cascos amarillos y azules respaldando a los blancos que identifican a los integrantes del Ejército y la Marina.
Mujeres y hombres voluntarias comienzan a ofrecer comida. Pan dulce, tortas, sándwiches. Todo es bienvenido y aceptado para recuperar las energías.
Pero más que eso, la adrenalina que produce la labor de rescate, aderezada de fe y esperanza, genera más fuerzas que fatiga o cansancio.
“¡Cuidado, ahí voy!”, alerta un joven cargando entre sus brazos un gran pedazo de concreto de varios kilos.