Muere hombre baleado en la colonia Jardín Balbuena
CIUDAD DE MÉXICO, 22 de septiembre de 2017.- Eran las 19 horas de este 22 de septiembre cuando un dato saltó entre el grupo de rescatistas que trabajan en los edificios derrumbados de Petén y Zapata: una persona comprobó que entre los escombros había un celular.
Entonces puño en alto se volvió a pedir silencio con la esperanza de que el teléfono sonara luego de marcarle y diera indicios de alguna de las personas aún atrapadas en las construcciones colapsadas a causa del terremoto del 19 de septiembre.
«Se llegó al dato de que una persona sí pudo comprobar que un celular estaba ahí y se intentó marcar y marcar; son los silencios, pero nunca se oyó», dijo el rescatista de Seguridad Pública de Yucatán, Arturo Cordova.
Ante la posibilidad de encontrar a alguien más, el grupo llevó a un perro especialista en detectar personas vivas, pero el can no halló nada.
«No puedo decir mentiras ni falsas esperanzas», dijo, un tanto abatido.
Pero otro integrante de su brigada expresó que es difícil encontrar a alguien en el lugar debido a la presencia de contaminantes luego del incendio del 21 de septiembre y por el agua.
«Ya se lavó mucho», explicó.
Cordova por su parte aseguró que la remoción se hace manual para preservar la integridad de las personas, estén vivas o no, y si se recurre a la maquinaria pesada es porque las lozas llegan a pesar una tonelada.
«No se habla de demoler nada», aseguró.
Silencio y Solidaridad
Los puños en alto y los silencios en Petén y Zapata cada vez son más esporádicos.
El incendio que se registró ayer en el interior del edificio derrumbado por el terremoto del 19 de septiembre, evidenciado en la humareda que fue visible a decenas de metros, y que obligó a la interrupción de los trabajos de rescate, hace dudar que aún haya personas vivas.
A pesar de ello, poco después de las 19 horas de este 22 de septiembre se registraron algunos silencios y la esperanza persiste, a casi cuatro días del sismo.
La solidaridad también se mantiene. A lo largo del día la asistencia bajó, pero para las 23 horas había filas de jóvenes -mujeres y jóvenes- dispuestos a pasar la noche ahí para ayudar a remover escombros sin importarles que hubiera una vacuna de por medio.
Jóvenes que además reconocen el trabajo de los demás, como hicieron con la brigada de 18 yucatecos a quienes aplaudieron cuando estos se salieron con su perro reposado en los brazos de uno de los rescatistas