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CIUDAD DE MÉXICO, 7 de octubre de 2017.- La corriente del PRI Democracia Interna presentará el próximo lunes al presidente nacional del PRI, Enrique Ochoa y al priismo en general un documento en el que señala que no ha escuchado a ningún líder de partido decir que va a donar recursos que entreguen sus militantes a través de cuotas.
Documento:
Lic. Enrique Ochoa Reza
Presidente del CPN del PRI
Distinguidos consejeros políticos nacionales
Al priismo nacional
Ante las recientes calamidades que sufrido el país, qué triste espectáculo han ofrecido los partidos políticos, con la andanada de ocurrencias sobre qué hacer con los recursos públicos de que disponen, para tratar de ganar simpatías ante una ciudadanía, lastimada por la naturaleza, a la que lo único que le queda claro es que ninguno ha ofrecido nada que le pertenezca y peor aún, en el caso de nuestra dirigencia, interpreta como demagógicas y retrógradas pues inevitablemente nos llevarían de regreso a tiempos y circunstancias ya superadas en la difícil construcción de nuestra democracia.
Hasta hoy no hemos escuchado a ningún líder de partido decir que van a donar algo de los recursos que les entregan sus militantes a través de las cuotas partidistas, por ejemplo. Sólo el financiamiento público. Tampoco los vimos recogiendo escombros, rescatando víctimas o repartiendo alimentos. Nada. Sólo la búsqueda de votos a cambio de la mejor ocurrencia.
Por cierto, hemos visto a muchos de los funcionarios del gobierno federal en plena campaña difundiendo por todos los medios lo que han realizado con los recursos de sus dependencias, repartiendo agua, programas de empleo temporal, despensas, tiendas de campaña, entre otras acciones; difundiendo su imagen personal en redes sociales, cuando en realidad deberían invariablemente señalar que sólo cumplen con la obligación que sus encargos y las instrucciones del Presidente les confieren y que entregan lo adquirido con el dinero de los mexicanos, de la misma manera que cobran puntualmente sus quincenas por trabajar en el Gobierno. Ya es momento de que el Presidente considere el que estos funcionarios regresen a sus oficinas para evitar que abonen al desprestigio de la clase política con los evidentes abusos en su actuar.
El mexicano es un pueblo inteligente. ¿Cómo es posible que el PRI proponga en forma por demás chapucera y tonta eliminar el financiamiento público, olvidando su origen, que tiene que ver con impedir que los recursos de los partidos provengan de fuentes oscuras incluso ligadas a la delincuencia? En la coyuntura se debe limitar el presupuesto de los partidos al mínimo indispensable, pero también el destinado al costosísimo aparato electoral y, desde luego, reforzar las medidas de austeridad de los gobiernos para constituir un gran fondo para la reconstrucción pero también para el desarrollo de nuevas investigaciones que permitan mejores y más oportunos sistemas de alertamiento y el diseño de mejores reglamentos de construcción que consideren la sismicidad de cada región del país para el diseño de estructuras y las limitaciones que éstas deben tener de acuerdo con las características del subsuelo.
El Gobierno de la República puede conseguir que las amargas experiencias de 2017 marquen un antes y un después en materia de seguridad y protección civil. No podemos conformarnos con reconstruir y esperar a que vuelva a producirse un nuevo terremoto. Hay que pensar, ya, en destinar recursos públicos a estos aspectos.
Por otra parte, el licenciado Enrique Ochoa Reza, propone desaparecer los cargos de representación proporcional, desconociendo de nueva cuenta el origen de la figura que tiene que ver con el ser un país incluyente y permitirle a voz a las minorías en los órganos legislativos, además de incentivar el voto.
Democracia Interna reitera su propuesta de disminuir el número de cargos plurinominales, pero no podemos pedir su desaparición. Esto equivale a retroceder 40 años en nuestra historia. En su soberbia, la cúpula del Partido que no pudo contener a la militancia que logró, en la Asamblea Nacional, establecer en los estatutos la prohibición a brincar de un cargo plurinominal a otro, ¡ahora promueve su desaparición! Que desvergüenza, “si no son para la cúpula, que no sean para nadie”, es el mensaje a la militancia.
Hay que discutir la magnitud de la disminución de los órganos legislativos, pero no perder lo ganado. En el caso de los diputados, una mejor propuesta sería dejar 200 distritos de mayoría y 100 espacios para diputados plurinominales y dejar 64 senadores, 32 de mayoría y 32 de representación proporcional.
¿Por qué no discutir incluso el llamado Modelo Uruguayo para la elección de los legisladores para que cada partido político obtenga tantas curules como sea el porcentaje de votos que reciba, construyendo las listas de candidatos a partir de procesos internos en el que el lugar de cada uno corresponda a los votos que obtenga en la consulta interna?
Es tiempo de que Ochoa Reza asuma una posición seria, sensata, propositiva y no, como hasta ahora, reactiva. No nos queda mucho tiempo para presentarnos como un Partido con ideas propias, que contribuyan de manera efectiva a superar los desastres naturales, pero que al mismo tiempo abran la discusión a los problemas de fondo: la corrupción de constructores y autoridades, la ausencia de protocolos para la atención oportuna de las emergencias, la falta de reglamentos que limiten el tipo y dimensión de las edificaciones de acuerdo con los planes de desarrollo urbano pero también con la naturaleza del subsuelo y que modifique los criterios de diseño estructural para evitar más desgracias.
Ya ha pasado un mes del sismo del 7 de septiembre y los tiempos electorales siguen su marcha, pero en el PRI seguimos perdiendo el tiempo (o ganándolo, como lo ve la cúpula) en la guerra de las ocurrencias y en los pleitos a todas luces personales entre Enrique Ochoa y los dirigentes del PAN y el de MORENA, mostrando cada vez un mayor desprecio por la militancia.
En la Asamblea Nacional, los que tienen por ahora prestado el Partido, no permitieron que se discutiera el método que se utilizaría para elegir a nuestro candidato a la Presidencia de la República, “es facultad del Consejo Político”, argumentaron. Pero en los hechos ya dieron el banderazo a una pasarela de una cuarteta de notables que a los ojos de la cúpula son la “crema de la crema” de los prospectos militantes y ciudadanos, entre los cuales deberá surgir el candidato. Aún más, ya iniciaron las consultas en el Senado.
Hay que leer la historia. En 1988 no escuchar a la militancia provocó una de las más profundas rupturas en la vida del PRI. Suplantar la democracia a través de una pasarela de “aspirantes” para imponer al candidato presidencial, propuesta y ejecutada por los mismos personajes que hoy la proponen y dirigen, dio como resultado un proceso electoral cuestionado como nunca de tal forma que todavía hoy hay voces que lo señalan como la primera derrota del PRI en elección presidencial. En 1999 después de una “consulta a la base” ordenada por Zedillo y ejecutada por gobernadores y dirigentes del Partido se impuso a Labastida, lo que aunado a una pésima campaña resultó, ahora si, en la derrota del PRI en las elecciones del 2000.
El Presidente Enrique Peña Nieto ha hecho un magnífico trabajo en los asuntos de la reconstrucción de ciudades pueblos y comunidades afectadas por los desastres naturales. Hoy Democracia Interna le pide que haga uso de su liderazgo hacia el interior de nuestro Partido para pedir que no lo engañen con sesudas estrategias que ya han sido objeto no sólo de descalificación por parte de distinguidos intelectuales sino, a veces, hasta de burla y exija a Ochoa Reza que sea serio, que se deje de ocurrencias y que escuche, que mire con atención las señales en la ruta para que no se desvíe, para que no descarrile.
El Presidente tiene hoy la extraordinaria oportunidad de ser el gran conductor que el PRI y el país necesitan. Si no lo hace así, seguramente pasará a la historia como el Presidente que entregó el país por segunda vez a la oposición. El PRI no puede volver a las épocas de Ernesto Zedillo, el gran traidor.
Los números ubican hoy a nuestro Partido en el tercer lugar de las preferencias. Si a esta circunstancia le añadimos la imposición de una candidatura presidencial, sea cual fuere el método que se utilice para intentar justificarla, estaremos desaprovechando la oportunidad de legitimar esa candidatura mediante una consulta abierta a la militancia y simpatizantes.
Los militantes de la acera de enfrente ya la están exigiendo para seleccionar a su candidato mientras que sus dirigentes, inspirados en quienes en nuestro Partido la rechazan, dicen no quererla por la posible intromisión de gente ajena a sus partidos en ese proceso, dando muestra de su debilidad institucional ya que con ese gesto reconocen no poder distinguir entre sus militantes y quienes no lo son, al mismo tiempo que dejan claro que lo suyo es un compromiso de cúpulas. Al interior del PRI, ya hay manifestaciones en los estados que tendrán cambio de gobernador, pidiendo que se lleven las candidaturas a consulta a la militancia y a los simpatizantes, como en Puebla, por poner un ejemplo.
La exclusión ya resultó en la salida de Zavala en el PAN y seguramente será seguida por muchos otros políticos que simpatizan con ella. ¿Por qué esperar a que pase lo mismo en nuestras filas?
La vida debe seguir. Dejemos atrás el afán de lucrar con la desgracia y retomemos la ruta que nos marcan las leyes hacia el proceso electoral del 2018. Detengamos el intento golpista de la cúpula y exijamos en el seno del Consejo Político Nacional, la consulta a la militancia y los simpatizantes como el método para seleccionar a nuestros candidatos en el 2018. Nosotros, los priistas, sabemos quiénes somos y lo que podemos conseguir si hacemos las cosas bien. Ahora que nos hemos abierto a la posibilidad de una candidatura ciudadana, demos legitimidad al proceso de elección de quién nos vaya a representar en el 2018 con una consulta que genere certidumbre en el apoyo mayoritario y confianza en una decisión democrática.
A la cúpula le reiteramos: no le tengan miedo a la militancia. Respétenla; déjenla que decida en las urnas la candidatura presidencial. Nunca antes se había intentado desplazar y excluir a la militancia como ahora. Tienen ahora la posibilidad histórica de devolver el PRI a sus verdaderos dueños que son los militantes, dejando en sus manos la toma de decisiones. Si no lo hacen, el mal sueño de 1988 y la pesadilla del año 2000 volverán a presentarse y, esta vez, no habrá quien se los perdone.