Da Brugada la bienvenida a marchas en contra de la violencia a la mujer
CIUDAD DE MÉXICO, 14 de octubre de 2017.- Ante el dilema de si la literatura debe o no tener una función social, el escritor mexicano Juan Villoro consideró que sí, ya que los escritores deben retratar la realidad de lo que ocurre, documentarla, pero también tienen la tarea de imaginar un mundo mejor.
“Hay muchas cosas que ocurren y que realmente requieren de un grado de explicación y de cierta captación de sentido para que digamos ‘he podido entender este momento’ y ahí la literatura tiene un compromiso posible”, dijo durante su participación en la mesa de discusión Narradores de lo social, en el foro Javier Valdez, montado en la Feria Internacional del Libro del Zócalo.
“Pero por otro lado la literatura no puede dejar de imaginar belleza, sensualidad, ironía en circunstancias que parecen conspirar en contra de estos valores positivos. En circunstancias adversas no hay nada más radical que sentirse bien, que promover algo diferente, abrir una ventana de esperanza y decir que las cosas pueden ser de otra manera”, añadió el autor de El testigo.
El también columnista citó a Italo Calvino, quien decía que el infierno no es un mundo que esté en el más allá, sino que ya existe, está entre nosotros y la forma de abrirlo es buscar lugares diferentes que propongan sensualidad, gusto por la vida, ironía, y consideró que quienes ya lo conocen, como los mexicanos, tal vez puedan imaginar mejor el paraíso.
“Nosotros en los últimos tiempos hemos conocido la violencia, la desigualdad, la corrupción la impunidad, tenemos suficientes credenciales para conocer el infierno, quizá solo quienes lo han conocido pueden imaginar de manera más precisa un paraíso posible”.
En su opinión, Juan Rulfo ha sido el más grande exponente de la narrativa social mexicana, al dotar de una voz poética a los campesinos mexicanos, en obras que reflejan el caciquismo, como la novela Pedro Páramo; el reparto agrario, en el cuento Nos han dado la tierra, o el sufrimiento de la migración, como en Paso del norte.
En el foro también estuvo Paco Ignacio Taibo II, quien dijo que la narrativa social ha estado presente en la historia de la literatura, sin importar si para ello ha recurrido a diferentes géneros. Por ejemplo mencionó que a principios del siglo pasado en Estados Unidos fue muy clara en la pluma de John Steinbeck, pero con el macartismo tuvo que replegarse y apareció de manera enmascarada en obras de ciencia ficción de Phillip K. Dick y Ray Bradbury, y posteriormente en novelas policiacas.
Para el autor de Días de Combate, en el caso mexicano Carlos Fuentes fue un gran exponente de narrativa social. Explicó que pese a que el autor de Las buenas conciencias era un burgués consumado en la escena cultural, sus obras Artemio Cruz y La región más transparente eran de lo más subversivo y explicaban mejor que los manuales marxistas la realidad social mexicana.
El periodista Héctor de Mauleón fue otro de los invitados, y él recordó que las crisis son generadoras de buena literatura, como se vio en la Revolución mexicana, que a los cuatro años ya había producido Los de abajo, de Mariano Azuela; no obstante, consideró que aún está pendiente la gran novela que retrate el problema de violencia que actualmente padece el país.