Lilia E. Cárdenas Treviño, líder social y promotora cultural
CIUDAD DE MÉXICO, 17 de octubre de 2017.- Uno de los pasajes menos conocidos de la vida del Che Guevara: su estancia por siete meses con la guerrilla del Congo, es presentado en una magna exposición en el Antiguo Colegio de San Ildefonso.
Se añadió en un comunicado que es en el marco de la Cátedra Nelson Mandela de Derechos Humanos en Cine y Literatura, así como de las conmemoraciones por los 50 años de la muerte del revolucionario.
El Che: una odisea africana, se presenta a partir del 18 de octubre con fotografías, documentos, instalaciones y filmaciones que muestran cómo el Che Guevara, después de su legado en Cuba, se embarca a África con la intención de seguir la lucha por liberar a los pueblos y se despide de Fidel Castro con la famosa frase: No quiero terminar mi vida como ministro de industrias.
Lilia Millán, subdirectora del Antiguo Colegio de San Ildefonso, dijo en representación de la coordinadora de este recinto Bertha Cea, que el libro Pasaje de la guerra revolucionaria, escrito por el Che en torno a este viaje, fue la bitácora para poder armar esta exposición, mostrando a un Ernesto Guevara más íntimo que mostraba sus pensamientos más profundos.
Ignacio Vázquez, curador de la exposición, dijo que luego de su famoso discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York el 11 de diciembre de 1964, el Che parte a una larga gira oficial por el continente africano.
Llega a Argelia y recorre Mali, República del Congo, Guinea, Egipto, Ghana y Tanzania.
«Durante todo el viaje escribe el libro y es precisamente en Tanzania donde lo termina en 1966. Este documento se mantuvo guardado durante muchos años en Cuba por considerarlo un asunto delicado», indicó.
Mencionó que en África, el Che se reúne con los principales líderes progresistas y grupos de liberación, habla con estudiantes y periodistas y mantiene conversaciones con los presidentes de los países claves del movimiento anticolonial.
En la exposición se presenta la carta de puño y letra de Ernesto Guevara para Fidel Castro, fechada el 31 de marzo de 1965, un día antes de salir al Congo, donde le dice: Otras tierras del mundo reclaman el concurso de mis modestos esfuerzos.
En la muestra también se exhiben diversos documentos clasificados de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos (CIA), donde queda claro que se le persigue e investiga en la lógica de la guerra fría.
El curador afirmó que cuando el Che desaparece de la vida pública cubana en 1965 y viaja al Congo, surgen toda clase de rumores y repentinamente el Che está en todas partes, desde los levantamientos en República Dominicana hasta las guerrillas en Argentina.
Otra pieza de interés es la primera foto que el Che se toma en el Congo junto con sus aliados revolucionarios. Ahí es bautizado con el nombre de Tatu y él acepta su nuevo seudónimo al escribir: Yo soy en adelante Tatu, en el pasaporte me llaman Ramón y en Cuba me decían el Che.
Ignacio Vázquez mencionó que el Che se encontró con la otredad en el Congo cuando conoció el ritual guerrero de la dawa, donde un brujo pone un pedazo de carbón en la frente al combatiente junto con un líquido de hierbas y diversos signos cabalísticos en su piel.
Después de una instalación con suelo arenoso rodeada de imágenes en gran formato del Che con sus amigos del Congo, la muestra continúa con otra instalación donde se muestran sus libros preferidos.
En un muro junto a fotografías del Che en la soledad puede leerse otra de sus reflexiones:
«Mis dos debilidades fundamentales estaban satisfechas en el Congo: el tabaco, que me faltó muy poco, y la lectura, que siempre fue abundante. La incomodidad de tener un par de botas rotas y vivir en las mismas condiciones, para mí no significaban sacrificio».
La exposición culmina con otra instalación de las artistas Valentina Siniego y Bana Fernández y subraya cómo el Che, quien después de siete meses en el Congo, sin liderazgo claro, sin poder superar el enfrentamiento entre congoleños y cubanos, sin soldados preparados política e ideológicamente, pero sobre todo, sin entender profundamente la idiosincrasia africana, emprende la retirada.
«Tras 50 años de esta experiencia poco conocida del Che, podemos decir que más que la historia de un fracaso es la historia de una odisea», concluyó el curador Ignacio Vázquez Paravano.
El Che: una odisea africana, será inaugurada este 18 de octubre y permanecerá hasta el 21 de enero de 2018. Justo Sierra 16, Centro Histórico.