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CIUDAD DE MÉXICO, 2 de noviembre de 2017.- Con el sincretismo que caracteriza la tradición de Día de Muertos, entre la majestuosidad de las construcciones coloniales con el Templo de Santo Domingo, el Antiguo Colegio de Medicina, el hermoso edificio de la Secretaría de Educación Pública (SEP) y la vendimia de los ambulantes como marco, el azul y oro de las siglas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) nos da la bienvenida a su Megaofrenda, que este año es dedicada al gran Diego Rivera, a 60 años de su muerte.
Ubicado en el antiguo barrio universitario, en la Plaza de Santo Domingo, con el sol que cae a plomo, en el ambiente se percibe una mezcla de festividad y nostalgia entre los visitantes, y es que en esta Megaofrenda se dedica también un espacio para las víctimas de los sismos del pasado 19 de septiembre, pero también a la vida, a la solidaridad que se mostró en aquellos terribles días y a los héroes anónimos que no permitieron que la ciudad siguiera derrumbándose.
Así es como se empieza el recorrido, con un enorme Diego cadavérico sentado en su banco, con pincel en mano y plasmando su arte en los lienzos de la vida, rodeado de flores de cempasúchil y aroma a incienso; esta parte, colocada en un extremo de la plaza, fue diseñada por profesores y alumnos de la Facultad de Artes y Diseño de la UNAM.
Después, cada escuela y facultad de la máxima casa de estudios dedicó un espacio donde lo mismo destaca la obra pictórica que escultórica de Diego María de la Concepción Juan Nepomuceno Estanislao de Rivera y Barrientos Acosta y Rodríguez, nombre completo de Diego Rivera.
Pero además de los característicos ojos saltones del Sapo, como le decían, o los overoles de mezclilla que utilizaba, un común denominador en la mayoría de las ofrendas puestas por los diferentes planteles de la UNAM, fue la temática de la rebeldía y la protesta, tema que siempre siguió al gran muralista mexicano.
Lo anterior se puede observar en las representaciones hechas, como la de los campesinos muertos mientras su sangre riega los campos de maíz de México; asimismo, varias están dedicadas al tema de los feminicidios.
Otras reflejan la lucha de clases, donde una reproducción del famoso mural de Rivera, Tarde de Domingo en la Alameda Central, la cual tiene los espacios para que los visitantes se lleven la foto del recuerdo poniendo su cara en alguno de los personajes que plasmó el pintor.
Y así como en el lienzo, en la Megaofrenda conviven vivos y muertos, ricos y pobres, extranjeros, visitantes, comerciantes, hombres, mujeres, niños y hasta mascotas, y todos reunidos por la misma razón, para que esta tradición nunca muera.
La tradición de la Megaofrenda de la UNAM inició en 1997 en la Facultad de Medicina, después tuvo varias sedes dentro del mismo campus universitario como el Museo Universum, el Estadio Olímpico, la explanada de Rectoría, el espacio escultórico, entre otros.
Este es el segundo año que se presenta en la plaza de Santo Domingo, lugar emblemático del antiguo barrio universitario en el Centro Histórico de la Ciudad de México.
La Megaofrenda de la UNAM siempre se ha caracterizado por su gran creatividad, sin embargo, este año la que presentan algunas facultades, carecen de ella.
Incluso, el espacio que en 2016 se utilizó para colocarla, este año se redujo a la mitad, donde las ofrendas conviven con los comerciantes de refrescos, elotes y chicharrones, así como de los que ofrecen los clásicos servicios de imprenta.
Y aunque los visitantes no permiten que decaiga el ánimo, el ambiente en momentos desangelado, como si fuera el reflejo de lo que todavía vive la ciudad después del 19S.