Corrupción: un país de cínicos
Las cruzadas (dos y fin)
Don Fernando y quien escribe seguimos en la historia.
La primera Cruzada (1096-1100) se inició a raíz del llamamiento del Papa Urbano II en el concilio de Clermont.
Mientras los grandes señores requirieron tiempo para equipar sus fuerzas, la pequeña nobleza y el pueblo formaron apresuradamente cuatro grupos.
Acaudillados respectivamente por Gualterio Sin Haber, Pedro el Ermitaño, el monje Gottschalk y una serie de jefes anónimos, se perdieron en luchas que atravesaban o perecieron diezmados por deserciones y enfermedades.
El grupo de Pedro el Ermitaño llegó hasta Nicea, donde fue derrotado con cuantiosas pérdidas.
En 1096 a estos grupos heterogéneos e indisciplinados les siguió un cuerpo de ejército capitaneado por jefes tan importantes como Godofredo de Bouillon, duque de Lorena, con sus hermanos Eustaquio de Bolonia y Balduino.
Raimundo de Tolosa, uno de los grandes señores del mediodía francés.
Roberto duque de Normandía, hijo mayor de Guillermo el Conquistador.
Boemundo, hijo de Roberto Guiscardo, con su sobrino Tancredo Y Hugo de Vermandois, hermano del rey de Francia.
Cada grupo atacaba de acuerdo a las órdenes inmediatas de su señor, aunque el mando supremo lo ostentaba Adhemar, obispo de Le Puy, en calidad de legado pontificio.
Con la ayuda naval de los Bizantinos tomaron Nicea (junio de 1097). El mes siguiente lograron una aplastante victoria en Dorilea. Conquistaron Edesa.
Ocuparon Antioquia (3 a 28 de junio de 1098) y, finalmente, rindieron la Ciudad Santa (15 de junio 1099), de la que proclamaron rey con título de defensor del Santo Sepulcro a Godofredo de Bouillon (11 de noviembre de 1099).
La segunda Cruzada (1147-49) predicada por San Bernardo de Claraval, cuando Nur-ed-Din amenazaba con reconquistar el reino de Jerusalén, corrió a cargo de Conrado III de Alemania, quien se alistó gracias a la elocuencia de San Bernardo.
Y Luis VII el joven rey de Francia quien se creyó obligado a ello para acallar su conciencia que le remordía por el incendio de la iglesia de Vitry en la que perecieron más de 1,300 vasallos de Tibaldo de Champaña, que se había rebelado contra él.
El ejército de Conrado que contaba con 70,000 hombres de caballería y mucha infantería, sufrió una grave derrota en la batalla de Iconium, también conocida como la batalla de Konya a manos de las huestes del sultán.
Después de un infructuoso ataque a Damasco, regresó a Europa..
Los caballeros que quedaron en el reino tomaron Ascalona y derrotaron a Nur-ed-Din (1163). Pero en julio de 1187 perdieron la decisiva batalla de Hattin, que abrió a Saladino las puertas de Jerusalén.
La pérdida de la Ciudad Santa hizo estragos en el sentir europeo y dio origen a la Tercera Cruzada (1189-92) emprendida por Felipe Augusto de Francia, Ricardo I Plantegenet de Inglaterra, el famoso Ricardo Corazón de León, cuyo nombre daría origen a numerosas leyendas románticas.
También participó Federico I Barbarroja, Emperador del Sacro Imperio Romano que pereció ahogado en Asia Menor.
Ricardo que se erigió en jefe supremo tomó San Juan de Acre para luego derrotar a Saladino en Arsuf (7 de septiembre de 1191) y, tras arrebatarle varias ciudades (Ascalona, Jaffa), concluyó con un tratado (septiembre 1192) por el que los cristianos conservaban las ciudades costeras con libre acceso a los Santos Lugares.
Al parecer, al iniciar su regreso fue aprehendido por Juan de Austria y tuvo que ser rescatado con una fuerte cantidad.
La Cuarta Cruzada (1202-1204) organizada por Inocencio III y dirigida por Balduino III de Flandes, surgió cuando el Sultán Saladino murió en 1193 e Inocencio III quiso aprovechar el momento.
Tuvo como consecuencia el saqueo de los cruzados de Constantinopla, capital de Bizancio. Y la creación de un imperio latino bajo la jefatura de Balduino.
Hacia 1212 se registraron dos cruzadas infantiles impulsadas por la idea de que, con la ayuda de Dios, la inocencia de los niños daría gloriosa cima a la magna empresa que los hombres no habían sido capaces de culminar totalmente.
Como era de esperar y suponer, ambas se convirtieron en un auténtico fiasco. Muchos niños murieron al cruzar los Alpes y otros fueron hechos prisioneros en Marsella y vendidos como esclavos en Africa.
La Quinta Cruzada (1219-21) emprendida por el rey de Hungría, el Archiduque de Austria y el rey de Chipre, resultó en una frustrada expedición a Egipto, donde tomaron Damieta (1219).
La Sexta Cruzada (1228-29) inducida por Honorio III al emperador Federico II Hohenstaufen, se desarrolló en un ambiente de negociaciones diplomáticas que consiguieron para los cristianos la posesión de Jerusalén y Belén (con un corredor hasta el mar) a base de una tregua de diez años.
Poco después se rompía la tregua y caía de nuevo la Ciudad Santa.
La Séptima y Octava cruzada (1248-54 y 1270) fueron obra de San Luis Rey de Francia.
Derrotado en su primer intento que dirigió contra Egipto tuvo que pagar un elevado rescate.
En la segunda tentativa pereció a las puertas de Túnez víctima de la peste que diezmo su ejército.
Creemos haber cumplido, con ayuda de don Fernando a contribuir, modestamente, a esta historia conmovedora. Con más datos a los anteriores.