Abanico
El Ángel de la Guarda.
Carlos Ravelo Galindo, afirma:
Dedicado con alegría a los dos: Norma Vázquez de José Antonio Aspiros Villagómez. Treinta años, esposos cobijados por su amor y, claro, el Ángel de su Guarda.
Según San Juan Pablo II: «la Iglesia confiesa su fe en los Ángeles Custodios, venerándolos en la liturgia con una fiesta especial, y recomienda el recurso a su protección con una oración frecuente”. Los Ángeles Custodios o Ángeles de la Guarda siempre han formado parte de la religión católica y según nuestra fe, se trata de un ser espiritual o ángel enviado por Dios para guiar a cada persona en su vida en la Tierra para facilitar su ascenso posterior a los cielos.
De acuerdo a las creencias religiosas del catolicismo habría, entre otros, estos 8 motivos para no olvidar que hay un ente que vela por nosotros:
1. Te acompaña desde la concepción Cada ser humano desde el momento de su nacimiento tiene un Ángel de la Guarda: “desde su comienzo hasta la muerte, la vida humana está rodeada de su custodia y de su intercesión”.
Por esto se entiende que la misión del Ángel de la Guarda es la de velar por cada persona, protegiéndolas de los peligros y alentando a las buenas acciones.
2. Su existencia se fundamenta en la fe
La existencia de los ángeles, es una verdad de fe. En la Biblia, en el Antiguo y Nuevo Testamento, hay numerosas citas que hablan de los ángeles que custodian.
3. Son compañeros cercanos de los Santos
Durante la historia, son muchos los Santos que han atestiguado la existencia de sus Ángeles Custodios. Entre ellos tenemos a San Francisco de Sales, Santa Teresita del Niño Jesús, San Pío de Pietrelcina, San Josemaría Escrivá, etcétera.
Se dice que Santa Francisca Romana (1384-1440), patrona de los conductores, tuvo la fortuna de ver a su Ángel de la Guarda, quien velaba por ella día y noche.
La santa lo describe así: “Era de una belleza increíble, con una piel más blanca que la nieve y un rubor que superaba el color de las rosas”.
4. Es tu protector en los momentos difíciles
San Juan Bosco, que siempre recomendaba recurrir al Ángel Custodio en momentos difíciles, contó una anécdota durante el día de la fiesta del Ángel de la Guarda.
Dos jóvenes obreros estaban en un andamio altísimo cuando, de pronto, se partió la tabla donde estaban y se precipitaron al vacío.
Uno de ellos recordó el consejo del santo y exclamó: “¡Ángel de mi guarda!”.
Cayeron sin sentido y cuando sus compañeros fueron a verlos, encontraron que uno había muerto, pero el que había invocado al Ángel Custodio recobró el conocimiento y subió la escalera del andamio como si nada le hubiera pasado.
Luego el muchacho contó que al invocar a su ángel sintió que le ponían por debajo una sábana, que lo bajaban suavemente y que después de eso ya no recordaba más.
5. Son poderosos servidores de Dios “Con todo su ser, los ángeles son servidores y mensajeros de Dios. San Bernardo Abad en uno de sus sermones indicó que “ellos, los que nos guardan en nuestros caminos, no pueden ser vencidos ni engañados, y menos aún pueden engañarnos.
Son fieles, prudentes, poderosos.
6. Son veloces cuando se les llama Santo Tomás de Aquino detalló en la Summa Theologica que “la rapidez de movimiento del ángel no se mide por la cantidad de su poder, sino de acuerdo con la determinación de su voluntad”. Los ángeles al no tener cuerpo material como nosotros, pueden moverse muy rápido, a la velocidad de pensamiento.
7. La veneración a los Ángeles Custodios es legítima En 2002 la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos declaró que la devoción popular a los Santos Ángeles “es legítima y buena”.
8. Se les puede invocar en todo momento y lugar La Iglesia recomienda invocar al Ángel de la guarda con las siguientes oraciones:
Oración I: Ángel de Dios, que eres mi custodio, que la bondad divina me ha encomendado a ti, ilumíname, guárdame, defiéndeme y gobiérname, Amén.
Oración II Ángel de mi guarda, dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día. No me dejes a solas, que me perdería. Hasta que amanezca en los brazos de Jesús, José y María, Amén.