Eliminar autónomos, un autoengaño/Bryan LeBarón
La final será AMLO vs Meade
Incorpora de antemano, antes de ser registrado candidato oficial del PRI, la noción de voto útil desde el panismo, se distancia artificialmente de su plataforma partidaria y busca interpelar a segmentos inalcanzables, por ahora, al tricolor.
Por esas y otras razones, José Antonio Meade es un buen candidato para el PRI aunque, como otros políticos, se presenta, si no antipartido, sí como “lejano” a él.
Ante el inicio de una polarización que llevará a la disputa real a Morena y al PRI los demás candidatos tienen dos caminos: o se coaligan significativamente o se conforman con una presencia relativamente testimonial o colaborativa del estado de cosas.
Para Andrés Manuel López Obrador, se trata de un títere más de la mafia del poder, el tercero desde Felipe Calderón, el “señoritingo” de Yale, dijo es simplemente una misma cara de la “mafia en el poder”. Es u único contrincante real, evidentemente, por la suma de intereses y alianzas antagónicas del tarasque.
Meade hace uh apuesta conocida por el PRI desde los 80 reivindicar la estructura del PRI sin ser o parecer parte de ella. Tanto que no considera estar obligado y fue aconsejado a no afiliarse a ese partido, el más asociado con la corrupción política a nivel mundial, según cierto comentario de Mario Vargas Llosa.
El partido más desprestigiado bajo el presidente menos aceptado de los últimos 30 años, no es un partido aceptable ni para su propio candidato quien, como Miguel Ángel Mancera con el PRD en la Ciudad de México, ha rechazado afiliarse a su partido plataforma, en este caso, el tricolor.
A Meade y a Mancera les pareció o parece adecuado desvincularse sin desaprovechar orgánicamente del partido que les permitiera las mayores probabilidades de una trayectoria pública.
Ambos atienden las sugerencias de sus mercadólogos para quienes ni el PRD o en este caso el PRI, en un momento y en otro, son opciones merecedoras de crédito ante la ciudadanía.
En el aprovechamiento de las candidaturas independientes que se desvanecen sin que lo haga al mismo tiempo la expectativa ciudadana que es antipática respecto de los partidos, Meade, como Mancera en su momento, alardea y finge el ruego: “háganme suyo”.
Ahora está en las manos de Morena realizar lo que en la Ciudad de México ha ocurrido con Mancera, el más controvertido y desleal de los cuadros con respecto de su partido y patrocinadores.
Morena desfondó al PRD, desprestigiado por la corrupción registrada y percibida del equipo de operación de Miguel Ángel Mancera y eventualmente de él mismo, según voces de empresarios, inmobiliarias y proveedores de servicios… de los que han sido dejados fuera sin la justificación legítima que consideran apropiada.
En su distanciamiento respecto del PRD y en su frivolidad, acompañada de la delegación de operación en Héctor Serrano, Mancera dejó la puerta abierta para la salida de perredistas convertidos muchos de ellos en morenistas que gobernarán la ciudad en 2018.
¿Hará algo al respecto a nivel nacional el otro candidato competitivo, Andrés Manuel López Obrador, en relación con la alineación priista a disgusto con la distancia de Meade, un prianista sin partido?
confianzafundada.mx