La nueva naturaleza del episcopado mexicano
2018: Malos presagios-buenos presagios
Como sin proponérnoslo, ya estamos en enero de 2018. El año esperado. El año “crucial”, se dice. Y, a fin de cuentas, un año más en la vida de cada uno de nosotros y de los que van llegando en el lapso. No es un asunto de tiempo, que el tiempo seguirá ahí, con nosotros o sin nosotros; es un asunto de seres humanos y sus hechos.
En todo caso los presagios para 2018 parecen no ser buenos. No si consideramos que 2017 fue un año cruel para los mexicanos y deja daños irreparables en el cuerpo social. Por supuesto, ocurrieron cosas en el mundo que son dolorosas: guerras, invasiones, amenazas, intervenciones… muerte-muerte-muerte… Como también desarrollo, ciencia, humanidades y expectativas… Seres humanos habemus.
En México los presagios que recibimos desde 2017 no son ese dechado de felicidad que uno quisiera. Uno aspira un año nuevo feliz, lleno y pletórico de bonanzas, de amor, de trabajo, de salud, de emoción y todo eso que el ser humano necesita para estar bien y que nos prometemos al darnos el abrazo de cambio de año…
Es la ilusión. Y está bien. Ojalá. Pero no es tan fácil si tan sólo consideramos que en México 2017 le deja a 2018 hechos incontrovertibles como es el tema de la inseguridad. El crimen organizado, el narcotráfico, la violencia criminal, la corrupción y la impunidad son al mismo tiempo un mundo aparte y problema sin resolver. Y tenemos miedo a todo esto. Y el gobierno federal, o los estatales o municipales lo saben pero poco o nada pueden hacer o poco o nada quieren hacer para solucionar.
Durante la campaña para ser presidente, Enrique Peña Nieto, y su partido el PRI, prometió que acabaría con el crimen organizado, el narcotráfico, la corrupción y la impunidad. No sólo no acabó con esta condición y sí, por el contrario, está más fortalecido y más a la vista, al portador.
Y un poco como si fuera a modo de venganza, el gobierno federal nos asesta una Ley de Seguridad Interior que suena más a venganza que a ganas de darle solución al tema. Ya veremos qué resuelve la Suprema Corte de Justicia…
La economía está en la lona, a pesar de que durante años y meses y semanas y días se nos aseguró que aquí no pasaba nada… Ni un catarrito, decía Agustín Carstens, ex gobernador del Banco de México quien ahora viaja al extranjero para mostrar sus capacidades financieras. Y decía que aquí no ocurría nada más importante que el nacimiento de las rosas.
Lo cierto es que la inflación ahora en México es de 6.7% y que el aumento al salario mínimo fue de 8.32 pesos por día. Lo que hace que la gente pobre sea más pobre, que no consiga el sustento cotidiano para sí o para sus hijos y que, por lo mismo, salga a buscar el ingreso de cualquier modo, lo que de otra manera significa una rebelión…
Somos un país con niveles de educación en mínimos. Todos lo dicen. Lo dice la ONU, lo dice UNESCO, lo dice OCDE… No lo dice el gobierno federal mexicano ni los estatales o municipales porque, según sus criterios, los muchachos mexicanos están aprendiendo a leer-escribir-sumar-restar y tal… Pero no se preocupan en la calidad de la educación, los criterios educativos y la capacidad de competencia con la que saldrán al mundo real y concreto.
A esto hay que sumarle que la famosa reforma educativa –como parte de las improbables reformas estructurales- no ha conseguido nada-nada-de nada en beneficio de los jóvenes estudiantes y futuros profesionistas mexicanos. Al final el señor Aurelio Nuño salió con que los resultados de esta reforma educativa se conocerán en por lo menos diez o veinte años… Para entonces ¿ya para qué?… Hoy ya se fue y dejó a la SEP a la deriva.
Lo de la reforma energética no fue sino un puro parto de los montes. De aquel: “Con la reforma energética no subirá el precio de los combustibles” al precio real y libre de los combustibles hoy hay una distancia enorme y una mentira enorme.
En lo político, de otro modo lo mismo: el PRI está empeñado en ganar las elecciones con su candidato “Pepe” Meade; y para ello cuenta con el aparato de Estado y, por supuesto con millones de recursos –que son de todos nosotros—y que se habrán de distribuir para hacer que su candidato incoloro e insaboro, adquiera coloratura. Como ya ocurrió en el Estado de México con Alfredo del Mazo Maza.
Estamos en un momento de desconfianza nacional, de indignación por la falta de gobierno y porque como al perro más flaco, se nos cargan más las pulgas: desempleo- informalidad-falta de expectativas-corrupción-impunidad, hacen una bomba de tiempo…
Un tiempo que se medirá este 2018 con las elecciones presidenciales y gubernaturas, legislaturas y municipales: todo ahí. Son caminos distintos los que se viven en México: el camino que sigue la sociedad y sus grandes problemas nacionales, y el camino que sigue el gobierno, los políticos, los partidos y sus instituciones de lo electoral: ambos caminos distintos.
Pero eso: los buenos presagios son los que muestran a una sociedad fastidiada-harta-cansada-fastidiada-indignada y, por lo mismo, dispuesta a tomar sus propias decisiones para su futuro político y social. ¿Quién habrá de liderar a esas masas y sus decisiones? Nadie lo sabe en este momento pero por lo que ocurre muchos habrá que serán dirigentes de masas en tiempos distintos… Es cosa de esperar un poco y, en democracia, se probarán nuevos tiempos: buen presagio, si… buen presagio.