Escenario político
Marcelo necesario
Marcelo Ebrard es un hombre sin pendientes diferentes a los de contribuir a la victoria de Andrés Manuel López Obrador.
Es también un político necesario en el escenario nacional de la alternancia democrática hacia la socialdemocracia, la que es compartida por la base social y la conducción intelectual de Morena en la capital y en todo el país.
¿Podría ser Marcelo quien contribuya al énfasis, sustancia y contenido programático de esa transición histórica hacia un poder nacional desde la izquierda?
Sostengo que la respuesta afirmativa debería ser acompañada de la comprensión de que la debilidad de PRI y el divisionismo del PAN hacen serenamente probable tal hipótesis. Son variables agregadas al hartazgo popular que parece apuntar como inevitable esa alternancia desde este enero de 2018.
Marcelo podría ser el hombre de “los cómos» presentados y expresados en acompañamiento de la movilización nacional preconizada por Morena. Lo sería, en tal caso, de una mayor extensión de la aceptabilidad social y política de la propuesta del tres veces aspirante a la Presidencia de la República.
Ebrard tiene, también, la ventaja de que no se metió en la disputa interna morenista por las candidaturas a cargos de elección popular o posiciones en el gabinete y de que goza de la confianza de López Obrador además de que mantiene un diálogo privado con el líder nacional de ese partido.
Si se considera que es el único que compitió realmente con el político tabasqueño para ganar la candidatura presidencial en 2012, si tomamos en cuenta su eficiencia organizativa, su apertura respecto de la agenda de la izquierda contemporánea y su disposición al diálogo con las clases medias y los empresarios progresistas de las regiones norte y noreste mexicano, por ejemplo, podría ser una de las claves de la victoria de AMLO.
Su reaparición equivale a la emergencia de un perspectiva complementaria y enriquecedora con el creciente voto duro del aspirante puntero. Explico: es probable que AMLO tenga ahora un 32 por ciento de la referencia de voto y que ese sea el tope ante el proceso de acomodamiento después de la mitad de febrero de este al año al iniciarse formalmente las campañas. Si no se agrega una variable estratégica y operativa diferente en el escenario de la disputa persuasiva por la opinión pública nacional ese tope podría congelarse ahí.
Además de compartir respeto mutuo, AMLO y Marcelo se asemejan en otro aspecto.
Miguel Ángel Mancera traicionó a Ebrard como Arturo Núñez y Graco Ramírez hicieron con AMLO en el curso de sus respectivas gubernaturas según pudo paulatinamente demostrarse en los últimos años. Ambos han sido sujeto de persecución antes, durante y después del ejercicio del poder y de deslealtad de los integrantes de sus grupos más cercanos en diversas etapas.
El tema de la Línea 12 del metro y media docena de pseudo temas que surgen eventualmente como textos periodísticos sin firma puede entenderse de la siguiente manera.
En primer lugar, el 100 por ciento del tema de la L12, técnicamente, se agolpa en la cuestión de las curvas en algunos segmentos de la parte elevada de la ruta, desatendidos por quienes recibieron la obra al finalizar el 2012.
En segundo lugar, el reporte de la generalización de las fallas fue promovido por el PRI con apoyo de Mancera. Adicionalmente, según la versión de AMLO y de algunos periodistas, la persecución de Marcelo fue acentuada por el presidente Enrique Peña quien se habría comprado la historia de que Ebrard compartió a Carmen Aristegui la información sobre el controvertido tema de la Casa Blanca.
Así, en esa versión, la campaña contra Ebrard, de la cual aparecen pequeños brotes aquí y allá, fue la reacción impulsada desde el gobierno de la capital contra Marcelo ante exhibición puntual y específica del problema de conflicto de interés y de corrupción que en la percepción generalizada acompañará al juicio sobre este declinante sexenio, en la capital y en el país.
Por lo pronto, cuando Mancera dice que Marcelo no tiene acusación alguna el mensaje es un intento de pacificación de quien fue central en su entronización, ahora sabemos, como el más frívolo y ausente de los gobernantes de la capital del país que actúa así y con esa actitud ante la inminencia de la derrota de un partido al que el gobernante no reconoce ni siquiera el crédito como para aceptarse integrante del mismo.
Así que pendientes… son los que dejará Mancera.
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